La ficción ha sido un recurso de la humanidad para contar, de otra forma, lo que ocurre, lo que ha ocurrido y lo que puede ocurrir. Para hacerlo más accesible, quizá menos vulnerable a la censura, y para sortear las dificultades que pone un sistema que da más poder al que ya lo tiene. El último número de la revista de elDiario.es, que coincide con el X aniversario de la fundación del medio, recopila 10 historias de 10 autores que ponen el foco en asuntos de especial gravedad y urgencia en otros tantos relatos. Del racismo a las precariedades, de la memoria a la emergencia climática. Retos actuales que no siempre encuentran el eco que quizá merecerían. Esos que están entre las banderas de elDiario.es desde su fundación.
Cuatro de estos autores han participado este jueves en la jornada inaugural del Festival que elDiario.es organiza en Valencia para conmemorar su primera década de vida y que se desarrollará hasta el próximo domingo. “No nos podemos quedar tranquilamente a ver cuál va a ser el próximo desastre”, ha asegurado Belén Gopegui, una de las ponentes en un coloquio moderado por el periodista Gumersindo Lafuente, editor de la revista. La escritora madrileña ha estado acompañada de Isaac Rosa, Gabriela Wiener y Paco Cerdá.
Gopegui y Wiener han coincidido en una idea central: la sociedad considera importante aquello de lo que se habla en los medios. “España es un país racista, donde los medios reproducen sin filtros los mensajes de la derecha y la ultraderecha, altamente odiadores de los migrantes”, ha planteado la escritora peruana residente en España. “Hay una visión deshumanizadora del migrante. No se cuenta por qué la gente migra, no se cuenta el colonialismo que hay detrás. Solo nos llaman para hablar de racismo, no se contrata a gente racializada, se cubre poco la migración”, ha denunciado.
Wiener traza en su relato una línea imaginaria entre un hijo del último rey inca, Túpac Amaru, que se convierte tras la muerte de su padre durante la colonización castellana en “el primer niño no acompañado que llegó a España y murió en una cárcel de Lavapiés a los 30 años”. Una historia que mezcla antiguos bailes sagrados con la actual situación de las personas que dejan su país para intentar mejorar sus condiciones de vida en otros. “A las latinas y sudacas nos tratan con un cariño infantilizador, paternalista. Siempre desde la superioridad. Es el discurso que se maneja en medios” que ofrecen “una visión deshumanizadora del migrante”.
La escritora, colaboradora de elDiario.es, ha hecho un alegato para reconducir el discurso de los medios ante el avance de las ideas más ultras: “Para hacer España grande de verdad, no esa España grande que quieren los fascistas”.
La ficción también puede servir de vacuna contra la interiorización de ciertas realidades que, además, trasladamos de padres a hijos de forma natural, casi sin darnos cuenta. “Es un dispositivo narrativo para ver la precariedad”, ha apuntado Isaac Rosa, escritor sevillano que ha escrito en elDiario.es desde su fundación. En su relato rememora una visita que hizo con su hija a un parque temático en el que los niños “juegan a trabajar, compiten entre ellos por los mejores puestos”, reciben “dinero de juguete a cambio” que luego pueden, y deben, emplear dentro del propio recinto.
Un lugar que existe y en el que, ha explicado Rosa, se pueden ver “las precariedades” que atraviesan a la sociedad. “La precariedad se ha ido insertando en nuestras vidas y alcanza a la vivienda, la salud, las maternidades y paternidades, …”. “Me preocupa cómo enseñamos a los niños que esto es lo natural. Me preocupa que empecemos a dejar de ver la precariedad, que lo aceptemos como la nueva normalidad”, ha añadido, para lamentar que para los más jóvenes ni siquiera, porque conforman “una generación de nativos precarios”.
Paco Cerdá: “La memoria como refugio”
Belén Gopegui busca en su relato la relación entre lo previsible y lo imprevisible. Lo previsible es, por ejemplo, “una crisis de recursos” que deviene “en una guerra”. Pero es peor lo imprevisible, precisamente porque no sabemos a qué se puede enfrentar la Humanidad en un contexto de emergencia climática, el tema central de su historia.
Por eso, ha planteado, “no nos podemos quedar tranquilamente a ver cuál va a ser el próximo desastre”. Y esa falta de movimiento tiene, a su juicio, un motivo: “Hay una ofensiva bestial de la derecha y me sumo a Gabriela: los medios le ponen el altavoz constantemente y dejan de ponerle a muchas cosas que están pasando”. “Las personas no pueden votar lo que no conocen”, ha señalado, para pedir “dar más existencia a prácticas de solidaridad, de organización para mejorar”.
No se trata de dar voz a una idea y su contraria en los medios, sino de “mostrar otras prácticas para mostrar a qué conduce lo contrario”, al mainstream comunicativo que, según ha señalado Lafuente, se centra en un “discurso individualista” con el que se instala “que es malo pagar impuestos”. Algo que, ha seguido, hoy “está mal visto” “Te pueden llegar a llamar comunista por decir algo que está en el espíritu de la Constitución”, ha dicho con ironía. “A mí tampoco me preocuparía que me llamaran comunista, me parece un honor más que un insulto”, ha matizado Gopegui también con sorna.
“Entre la voluntad política y la capacidad de acción hay una gran tarea. La capacidad de acción solo se obtiene con muchas personas. La derecha tiene capacidad de acción porque tiene muchos medios, nosotros y nosotras tenemos el número. Si no damos espacio a ese número para que se vea, si no unimos las mil luchas diferentes en una sola, al final el que está arriba seguirá estando”, ha expuesto.
El coloquio lo ha clausurado Paco Cerdà, periodista que cambió la plumilla por la pluma y se pasó a la literatura. Su relato para la revista del aniversario de elDiario.es ahonda en la necesidad de tener memoria histórica y democrática. Y por eso huye de la ficción para relatar un hecho real que tiene como protagonista a un maquis de la posguerra que fue detenido y encarcelado por el Franquismo y que intenta mostrar en las cartas que envía a su familia una realidad muy alejada de la que vive en su día a día en prisión.
Pero la memoria es peligrosa. “El pasado debe servirnos de guía para un mejor presente”, ha apuntado Cerdá, quien también ha advertido de la pulsión de convertirla en “un refugio ante la ausencia de futuro”. “Las cosas están mal, la gente no sabe lo que va a pasar y la gente se cobija en la memoria, en los valores seguros que tanto gustan a parte de la izquierda”, ha apuntado.
Es decir, ha alertado: “Refugiarse en el valor seguro de la memoria y renunciar a construir ese nuevo futuro, esas utopías que están más jodidas que nunca”.
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