No está el horno para bollos. En una coyuntura histórica donde vuelve la guerra fría y la carrera de armamentos, los partidos de extrema derecha reciben apoyos electorales mayoritarios entre las poblaciones americanas, europeas y asiáticas, y los problemas ambientales se multiplican sin solución, poniendo en riesgo los derechos de las futuras generaciones. No hay muchas opciones disponibles para las gentes sensatas: debemos encontrar los medios para atajar esa deriva histórica, siendo conscientes de que la U.E. y los EE.UU. -prolongando la política imperialista tradicional de las metrópolis capitalistas-, son principales responsables de la crisis sistémica presente. Que es una crisis de civilización.
Lo primero será tener un diagnóstico claro de la situación que enfrentamos. A estas alturas de la historia, debería estar claro para los sujetos sociales: los fenómenos sociales relevantes están reseñados en los medios de comunicación y tienen un sentido preciso. A grandes rasgos: las tendencias de voto derechista y conservador acompañan al vaciamiento de la democracia, con la aquiescencia mayoritaria de las poblaciones del globo. Esa correlación es hoy en día incuestionable. Pero además, en segundo lugar, necesitamos un análisis que nos rinda las causas de esa deriva anti-racional -y aquí comienzan las interpretaciones del fenómeno-. No es la primera vez que pasa en la historia, se trata de un fenómeno recurrente, que puede encontrar una explicación científica en los pronósticos marxistas sobre la evolución del capitalismo -con las correcciones que sea necesario introducir para ajustar la teoría a los hechos-.
El marxismo ofrece una explicación plausible del actual proceso histórico, si bien bajo esta corriente de pensamiento se encuadran varios puntos de vista diferentes. Por ejemplo, Garzón ha subrayado que Soros utiliza también el marxismo como herramienta de análisis social. No es nada nuevo: ya Lenin criticaba el llamado 'marxismo legal', el marxismo de los burgueses rusos. Entre las interpretaciones que se reclaman del marxismo, y además comparten los objetivos históricos del socialismo y el comunismo, se nos presentan como corrientes con enfoques distintos, vinculadas a varias organizaciones sociales, políticas unas, o bien buscando la organicidad con la clase trabajadora y el movimiento social popular a través de todo tipo de asociaciones de solidaridad. La existencia de diferentes puntos de vista en debate permanente es necesario e importante para el desarrollo de la teoría, es un aspecto de lo que en filosofía marxista se llama dialéctica.
Bajo estos presupuestos, resulta muy saludable la aparición de puntos de vista críticos con respecto al pacto de IU con Podemos; y esas críticas deben ser tenidas en cuenta por los que somos partidarios de este nuevo desarrollo de la izquierda en nuestros pueblos peninsulares. Incluso cierta acritud en la exposición de los puntos de vista parece consustancial a las tradiciones políticas del marxismo, si bien habría que hacer una evaluación crítica de los resultados que ese modo de entrar en el debate ha tenido en la historia del marxismo.
Dicho todo esto, las razones por las que me parece oportuno apoyar el pacto que ha dado origen a la coalición Unidos Podemos, y que agrupará a la mayoría de la izquierda. Se trata de la actual coyuntura histórica, antes descrita. Es absolutamente imprescindible oponer la máxima resistencia al gobierno del PP, sin caer en el apoyo al PSOE. Hoy en día un partido liberal disfrazado de social-demócrata no constituye una barrera consistente para frenar el avance de la extrema derecha en las sociedades volcadas hacia el furor bélico. A menos que el PSOE se renovase radicalmente, lo que no parece que esté en la agenda política, no resulta un instrumento adecuado para la lucha política actual, y está siendo abandonado por mucha gente. De modo que la máxima resistencia pasa por erosionar la mayoría del bloque social conservador -hoy constituido por el trío PP-PSOE-C's-, buscando mayorías alternativas.
Cierto que el programa de Podemos es insuficiente desde el punto de vista de la transformación social hacia una república democrática, absolutamente necesaria para superar la dinámica social presente. Cierto que sus estructuras políticas dejan mucho que desear; y sus cuadros carecen de experiencia, de consistencia política y de formación teórica. Pero lo que los críticos deben considerar también es que un movimiento socio-político de transformación social no se crea de la noche a la mañana. Los límites de Podemos son los límites de la cultura política de la población española y europea de nuestros días. No basta con añorar la clase obrera revolucionaria, que ahora no existe en Europa, ni de crearla artificialmente en nuestra imaginación preñada por buenos deseos. Se trata de tomar conciencia de su necesidad, y buscar los medios para constituirla como sujeto histórico. La toma de conciencia es un acto instantáneo; pero también hay que educarse políticamente, lo que tarda años en conseguirse. El15M fue la toma de conciencia para las masas; Podemos es el proceso de auto-educación del sujeto histórico. La impaciencia revolucionaria puede ser una pasión hermosa; pero también el origen de equívocos sectarios y en última instancia trágicos. Los intelectuales que desean la transformación social hacia la justicia, no pueden quedarse al margen del proceso, con excusas de pureza revolucionaria.
Pienso que los que clasifican el pacto como una absorción política de IU por Podemos, plantean una duda razonable y una advertencia a tener en cuenta. Los que muestran la dejación de programa por parte de IU y la subalternidad en las listas electorales, hacen bien en criticar esos puntos débiles. Pero se debe considerar, primero, después de la etapa de Anguita, IU ha demostrado no ser capaz de vincularse a la realidad social en transformación de la sociedad española; el pacto Unidos Podemos es el primer intento serio para conseguir esa vinculación a las mayorías sociales, aunque puede acabar en fracaso -y de ahí la importancia de la crítica-. Y segundo, no se ha producido ninguna fusión entre organizaciones, se ha abierto un proceso histórico que puede tener consecuencias importantes en la evolución de nuestra sociedad. Con Unimos Podemos se tiene que constituir una vertebración histórica entre el pasado y el futuro, entre la experiencia histórica de la generación que ha luchado durante las últimas décadas y la exigencia de un futuro mejor por parte de una juventud metida en el callejón sin salida del capitalismo decadente: un movimiento que todavía tiene que desarrollarse en la propuesta de un nuevo orden social. Y otra observación final para los críticos: el partido político comunista, el príncipe ilustrado, el intelectual orgánico a la clase obrera, debe saber con Marx que el educador debe ser educado.