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La Madrila, el barrio cacereño condenado a no dormir de jueves a domingo desde hace 40 años

Altercados en Cáceres, en octubre de 2001, por el cierre de los bares de La Madrila a la 3 de la mañana,

Inmaculada Franco

9 de octubre de 2022 22:45 h

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Los problemas de ruido en la zona de copas de La Madrila, en Cáceres, se remontan a principios de la década de los 80, y todavía persisten. Los vecinos llevan condenados cerca de 40 años a no poder dormir de jueves a domingo, con los consiguientes daños para su salud física y emocional.

La historia de la Madrila no es la historia que se repite, es la historia que no acaba. De no ponerle solución puede acabar con nuevas denuncias en los juzgados y con algún dirigente político entre las cuerdas, como ya le ocurrió a la exalcaldesa socialista, Carmen Heras, y al exconcejal Carlos Jurado, que fueron condenados a penas de prisión, en 2017, aunque no llegaron a ingresar.

Copas, fiesta, peleas y suciedad

La Madrila ha sido siempre un lugar de ocio nocturno, protagonista de la movida cacereña junto a los bares de la Plaza Mayor, desde las décadas de los 80 y los 90 hasta ahora, pero mientras los bares de la plaza se han reconvertido, a lo largo de los años, en taperías de autor, restaurantes y gastrobares, la Madrila sigue estando en el punto de mira, como zona de copas, pero también como zona de conflictos.

El 12 de octubre de 1991, a raíz de aprobarse un adelanto horario en el cierre de los locales, se produjeron grandes altercados que terminaron con un enfrentamiento entre un centenar de jóvenes y 90 policías antidisturbios. El resultado fueron cabinas telefónicas rotas, el salón de actos del Edificio Múltiples quemado, escaparates y mobiliario urbano destrozados, y 16 jóvenes detenidos.

En 2001, se repitieron los altercados por el mismo motivo. Esta vez fueron miles de personas las que protestaban por poder estar en los locales de copas hasta más tarde. La protesta también se saldó con daños en el mobiliario urbano, seis jóvenes detenidos, uno de ellos menor de edad, de los que cinco ingresaron en prisión, y tres policías heridos.

Son muchas las peleas que se han producido en la Plaza de Albatros, en la Madrila Baja, donde están la mayor parte de los locales que, hasta la aplicación de la Ley de la Convivencia y el Ocio, eran los últimos en cerrar.

Hasta un homicidio tuvo lugar en las escaleras que suben de la Plaza de Albatros hasta la Calle Doctor Fleming. En la madrugada del 6 al 7 de enero de 2005, un joven perdía la vida tras recibir un disparo al mediar en la pelea de una pareja, momentos después fallecía el padre tras sufrir un infarto al conocer la noticia.

Once empresarios del ocio nocturno, en la cárcel

Los problemas de ruidos en esta popular zona de Cáceres están ligados a la historia más reciente de la ciudad, tanto a nivel político, como social y judicial.

De hecho, en 2011, la Asociación Cacereños contra el Ruido interpuso una querella en los juzgados contra 11 hosteleros, la exalcaldesa socialista, Carmen Heras, y el exconcejal, Carlos Jurado.

Los empresarios, después de una instrucción judicial de cinco años, fueron condenados por el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Cáceres, a 2 años y tres meses de prisión. Tuvieron que ingresar en el Centro Penitenciario de la ciudad, a pesar de que se recogieron más de 12.000 firmas pidiendo su indulto, que no fue concedido.

El exconcejal Carlos Jurado fue condenado a 1 año y 9 meses, y la exalcaldesa Carmen Heras a 2 años y 3 meses, por lo que Heras hubiera tenido que ingresar en prisión, si no hubiera sido porque, tras el recurso presentado por su defensa en la Audiencia Provincial de Cáceres, se le rebajó la pena a 1 año y 9 meses.

La sentencia, según fuentes judiciales, fue ejemplarizante, no ya por condenar a prisión a empresarios y dirigentes políticos por incumplir con la normativa sobre ruido, sino también por las indemnizaciones establecidas, que alcanzaron globalmente los 100.000 euros, teniendo que ser pagadas de manera solidaria entre todos los hosteleros.

Los vecinos denunciantes recibieron entre 2.500 y 10.000 euros de indemnización, según los daños físicos y psíquicos que sufrieron.

Heras y Jurado, por su parte, fueron también condenados a la inhabilitación para ocupar cargo público durante 8 años, al considerarse probado que fueron culpables de un delito de prevaricación ambiental, al incurrir en una omisión dolosa de su deber de vigilancia y control de cumplimiento de la ordenanza y legislación en materia de ruidos.

Los vecinos que declararon en el juicio llegaron a decir que la situación era insoportable, que temblaban las paredes y vibraban los cristales. Incluso uno de ellos llegó a declarar que tenían que dejar acostada a su bebé en el coche de paseo en el pasillo de la vivienda, con las puertas de todas las habitaciones cerradas para que el ruido le dejara dormir, y otro que se iba los fines de semana a casas de familiares en un pueblo cercano

Tras la tormenta judicial llegó la calma

Tras la batalla judicial iniciada por Cacereños contra el Ruido, los hosteleros de la Madrila acondicionaron sus locales insonorizándolos y, por lo tanto, ocasionando menos ruidos.

“Ya las molestias no provienen de los establecimientos hosteleros, que cumplen con sus obligaciones, sino del ruido que ocasionan los clientes cuando entran y salen de los mismos o cuando salen a la calle a fumar”, afirma, en declaraciones a este diario, el presidente de la Asociación de Vecinos, Francisco de Borja.

Al período de cierta tranquilidad que se empezó a vivir en el barrio, una vez reacondicionados los locales, y el miedo latente a nuevas denuncias, se sumó la pandemia, que trajo consigo el cierre del ocio nocturno, y los vecinos, a pesar de las duras circunstancias, al menos, pudieron dormir tranquilos.

Pero ahora, dice De Borja, la situación sanitaria, afortunadamente ha mejorado, y “todos hemos salido desaforados a la calle, yo el primero, pero yo no molesto”. Y los problemas han vuelto a la Madrila, con “ruidos, peleas, follones, y con las entradas a nuestros edificios llenas de orina, vómitos y heces”.

La mayoría de los establecimientos tienen licencia de bares y no pueden cerrar más tarde de las 1,30 horas de la madrugada, pero “se las saben todas y vuelven a abrir a las 6 de la mañana”, con lo cual el ruido se alarga, en ocasiones, hasta el mediodía.

Los vecinos vuelven a estar al límite. Lo contaba a este diario Salvador Calvo, vecino que vive justo encima de un local que “cierra a la 1 de la mañana y vuelve a abrir a las 6, la ley le ampara y puede hacerlo, pero para los vecinos está siendo un infierno”. No es problema del local, que está insonorizado, insiste también este vecino, pero las voces de la gente que está en la calle no te permite dormir, estamos mucho peor que antes de la pandemia, lo que se forma allí por las noches es para escribir una novela de terror, con peleas continuas y daños al mobiliario“.

“Tengo vecinas, señala Calvo, que están en tratamiento psiquiátrico para poder soportar el estrés y poder dormir. Si esto sigue así volveremos a los tribunales”.

La junta directiva de la asociación vecinal se ha reunido con casi todos los grupos políticos y “he hablado personalmente con el alcalde, que me ha dicho que se le va a poner solución”, afirma de Borja que considera que esta solución sólo puede pasar por un mayor control policial sobre la gente que está en la calle “porque con los establecimientos no tenemos ningún problema”.

Pero, sobre una mayor presencia policial en la zona, hoy por hoy, tanto de Borja como Calvo tienen pocas esperanzas porque “tenemos una policía local que tiene muy pocos efectivos, está de pena, y no pueden llegar a todos los puntos de la ciudad donde se les necesita”.

La semana que viene tienen previsto reunirse con los hosteleros para estudiar posibles soluciones, “hemos pensado incluso contratar vigilancia privada”., y también “hemos pedido que la policía local haga controles de alcohol y drogas, sobre todo, en menores, que sabemos que los hay consumiendo”.

Por su parte, el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, se ha comprometido públicamente a convocar, antes de que finalice la legislatura al Consejo Sectorial del Ruido, aunque no confía demasiado en las soluciones que se puedan dar desde este organismo, al que considera poco operativo y con escasa capacidad de acción. Otra de las propuestas del ayuntamiento es llevar una campaña contra el ruido en la ciudad.

¿Volverán los vecinos a los juzgados?

Lo que está claro es que los vecinos no están dispuestos a volver a vivir el infierno que han vivido años atrás. Además, se da la circunstancia de que es una barriada con una población envejecida, “el 60 por ciento de los vecinos tiene más de 60 años, y muchos de ellos con problemas de salud”, por lo que “nos vamos a dar un plazo breve, y si vemos que esto no se soluciona tendremos que volver a los juzgados”, ha dicho Francisco de Borja.

Dice el refrán que no hay mal que cien años dure, pero el ruido de la Madrila ya va por los 40.

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