Cómica, rebelde y prostituta, el triple “desafío” de Pastora Vega en Mérida

Carlos González Rivera / Efe

Cómica, revolucionaria y prostituta, estos son los papeles que encarna estos días en Mérida, en la comedia la “La Asamblea de las Mujeres”, de Aristófanes, la actriz Pastora Vega, un triple “desafío” con el que espera sacarse la “espinita” que tiene con el teatro.

En una carrera profesional centrada en el cine y en la televisión, afronta su cuarta experiencia teatral compartiendo protagonismo con Lolita y María Galiana, que se rebelan para arrebatar el poder a los hombres en una versión de Bernardo Sánchez dirigida por Juan Echanove.

En el teatro ha trabajado menos y por diferentes razones. Unas veces personales o porque no le gustaban los papeles que le ofrecían, explica Vega (Madrid, 1960) en una entrevista con Efe con motivo de su debut en el festival de Mérida.

Vega forma parte del grupo de cómicos que llegan a Mérida al arrancar la función.

Un pequeño papel que se convierten en dos de más calado cuando deciden representar “La asamblea de mujeres”, una sátira con toques de cabaré y de carnaval que toca la crisis griega, la corrupción o la desigualdad entre varones y féminas.

Por una lado es Clytia, una mujer al que le gusta empinar de la botella, que se deja seducir por el encanto y el temperamento de Praxágora (Lolita), a la que sigue en su rebelión.

Una vez que las mujeres toman el poder, todo cambia, hasta las relaciones amorosas, y de una sencilla ciudadana pasa a convertirse en una veterana prostituta, “de la teoría a la práctica”, explica Vega.

Está ilusionada porque son papeles completamente diferentes en una obra que le cuesta definir, una “comedia del arte” o una “farsa muy peliculiar”, que admite no haber interpretado nunca.

Encontrar el tono

Vega reconoce su confusión al ver el texto -“¿cómo se va a hacer esto?”- y dice que la dificultad estaba en encontrar el “tono” de cada personaje y del conjunto.

Después de su corta experiencia teatral -debutó en 1989 con “Así que pasen cinco años”, de Federico García Lorca, con dirección de Miguel Narros-, interpretar en Mérida es un “cambio total”.

La actriz madrileña, cuyo último trabajo fue “Don Juan Tenorio” en verso, en 2013, dirigido por Carlos Aladro, apunta la “suerte” que tuvo al pisar el año pasado el escenario del Teatro Romano con motivo de los Premios Ceres.

En él hizo un pequeño monólogo y sintió la “energía” del espacio, por lo que el escenario le resulta al menos familiar.

“Venir a Mérida siempre es algo especial”, dice Vega, que sobre su futuro profesional está a la espera de ver la continuidad que tendrá esta obra.

No aclara si prefiere comedia o drama; le interesa más la historia, el personaje y quién va a ser el director.

A su juicio, “la experiencia del teatro se multiplica positivamente con quién lo estás haciendo”.

Al contrario de un plató, donde llegas, actúas y te vas, en el teatro el día a día se hace “muy duro” y ella le da mucha importancia a “la calidad de la relaciones”.

Esto lo dice tras afirmar que el entramado técnico y artístico que se ha formado con esta obra “no tiene precio”.

Sobre la dirección de Echanove, que debuta en Mérida como director, explica que es un apasionado que no esconde nada, “es lo que ves”.

Es “sincero” y “extremista” para decir que eso un error, que eres lo más grande o que está en la compañía soñada, pone como ejemplo.

A su juicio, es un director “muy potente” que tiene la ventaja de ser actor, por lo que da libertad a los intérpretes para proponer.

“La asamblea de las mujeres” cerrará su periplo en Mérida del 5 al 9 de agosto.