Se llama VICTORIA y, aunque aún se encuentra en fase experimental, podría revolucionar el mundo de los fertilizantes y la agricultura por su innovadora composición y bajo impacto ambiental.
Nuevos Vidrios Fertilizantes para el Cultivo del Tomate Reduciendo el Impacto Ambiental. Esa es la traducción de este proyecto financiado por Noruega, Islandia y Liechtenstein, en el marco de la convocatoria europea EEA Grants y desarrollado por dos empresas españolas. Se trata de la empresa valenciana de cerámica y vidrio, Torrecid, encargada de desarrollar el fertilizante y la Cooperativa “San Isidro”, de Miajadas, responsable de aplicarlo al tomate de forma experimental. La primera recibe el apoyo técnico del Instituto de la Cerámica y Vidrio IVC-CSIC y la segunda, del Centro Tecnológico Nacional Agroalimentario Extremadura, CTAEX, ubicado en Villafranco del Guadiana.
Un abono de lenta disolución
Según la investigadora de CTAEX, Rosa de la Torre, responsable del proyecto en la parte extremeña, el objetivo es obtener un abono de lenta disolución, que no contamine, pero que cubra todas las necesidades del cultivo del tomate.
El proyecto VICTORIA pretende resolver un problema ambiental, como es la contaminación que los fertilizantes químicos producen en la tierra y afluentes a donde van a parar. Un problema que se incrementaría notablemente en años venideros tal y como pone de manifiesto el hecho de que en 2050 la población habrá aumentado hasta 9.600 millones de personas, un 33 por ciento más que en la actualidad y por ende, también la producción y las áreas de cultivo.
En este sentido, Rosa de la Torre confía en el éxito del proyecto y en que además de los tres países nórdicos que lo han impulsado, otros países, entre ellos España, muestren interés en su difusión y aplicación. Sobre todo por su bajo impacto ambiental, lo que, en su opinión, debería despertar también el interés de las empresas de fertilizantes químicos. “A ellas sería a las que más podría perjudicar, aunque tendrán que adaptarse, innovar y reconvertirse”, añade la investigadora.
“La empresa de vidrio Torrecid es muy innovadora, tiene una gran capacidad y está dispuesta a revolucionar la agricultura con el nuevo fertilizante. Si esto funciona, muchas cosas van a cambiar”, advierte Rosa de la Torre, quien además nos avisa de que, dependiendo de su éxito, podría aplicarse después a cultivos tradicionales de la región como el maíz o el brécol.
Cooperativa San Isidro lo tuvo claro
En la Cooperativa San Isidro ya han empezado los ensayos. Un agricultor ha prestado una hectárea de tierra para el desarrollo experimental del proyecto. Media hectárea ha sido abonada con un fertilizante convencional y otra media con el nuevo producto. El responsable del proyecto en San Isidro, Antonio PabloLozano, cree que en un mes y medio podrán apreciarse ya las diferencias agronómicas entre una planta y otra. Desde ahora y hasta que el proyecto haya concluido, técnicos de San Isidro y de CTAEX harán el seguimiento de la cosecha. Verán su crecimiento, rendimiento, carencias foliares, plagas, malas hierbas…
“La evolución del proyecto va viento en popa”, declara Lozano, quien asegura que cuando el proyecto VICTORIA llegó a la cooperativa sus responsables lo tuvieron claro. “No tuvimos dudas en aceptar la propuesta de CTAEX para experimentar con un nuevo abono. Nos interesa mucho la innovación y la tecnología para progresar en técnicas de cultivo”.
El futuro pasa por no contaminar
Para el técnico de esta cooperativa, además de las ventajas económicas que en un principio aportaría el nuevo fertilizante, es muy importante que el agricultor se mentalice sobre la importancia de los postulados de Bruselas. “El futuro de la agricultura pasa por lo que nos demanda Bruselas, que nos pide constantemente que no contaminemos acuíferos, ríos, acequias o arroyos”, declara, para destacar la importancia de proteger el medio ambiente con nuevos productos.
Lozano cree además que a las multinacionales de abono no les quedará más remedio que adaptarse“porque el tema de los abonos no para de subir y los beneficios son muy justos. A las multinacionales le salen rentable por el volumen de venta, pero si tecnificamos más el campo y el cultivo, tendremos que ser más exactos en cuanto a fitosanitarios, abonos, agua…”
Esta cooperativa tiene muy claras las ventajas de innovar. En ella creen que es la manera de diferenciarse en el mercado con un producto distinto y más competitivo.“Es una buena forma de decir al agricultor que hay otros caminos. Que existe otra vía de producción diferente a las que ellos conocen o sus padres le enseñaron”, concluye Antonio Pablo.