Los restos de tres hombres y nueve mujeres hallados por un equipo de investigadores lusos han servido para descubrir dónde y cómo eran sepultados los judíos acusados de ser herejes por no renunciar a su fe.
El antropólogo Bruno Magalhães, miembro del equipo, reconoció que ya sabía que los judíos no eran enterrados en cementerios católicos, pero solo ahora descubrieron con exactitud qué es lo que hacían con ellos: arrojaban sus restos a la escombrera.
El objetivo era castigar “no sólo el cuerpo de la persona, como también castigar su alma”, expuso Magalhães. Otra clase de herejes tenían derecho a otro tipo de entierro: “Hay una gran diferencia para determinar el funeral, según la acusación.Por ejemplo, uno acusado de bigamia iba enterrado a una iglesia”, agregó.
Murieron sin ser procesados
Las investigaciones también han desvelado que estos judíos herejes ni siquiera había llegado a ser condenados muerte y fallecieron encarcelados. “Tiraban allí a las personas que morían mientras estaban en la cárcel y esperaban ser juzgados. Se nota perfectamente”, explicó Magalhães.
El material fósil, encontrado en una escombrera localizada en el patio del antiguo palacio del Santo Oficio, pertenece a herejes que fallecieron en Évora entre 1568 y 1634, en pleno auge de estos altos tribunales católicos conocidos como el Santo Oficio.
Se han encontrado mil huesos más
Junto a los restos de los 12 judíos, los investigadores identificaron cerca de 1.000 huesos que podrían pertenecer a otros 16 prisioneros.
Las excavaciones, que se iniciaron en el 2007 por la Universidad de Évora y una empresa arqueológica, contaron con el apoyo de antropólogos asociados al Museo del Congreso y de la Inquisición, en Perú, y al Museo de la Historia de la Inquisición, en Brasil, países colonizados por España y Portugal, respectivamente.
Portugal y la vecina España, así como sus posesiones en Latinoamérica, figuran como representantes de la Inquisición más agresiva, especialmente España, donde colearon ignominiosas prácticas medievales.