'Dido y Eneas', la verdadera joya escondida en una sola noche de festival

Jero Díaz Galán/Efe

0

Blanca Li, la coreógrafa y bailarina española afincada en Francia, ha vuelto a conmover esta noche a las sólidas piedras del Teatro Romano de Mérida con un sencillo a la vez que complejo montaje en el que diez bailarines interpretan el mito de 'Dido y Eneas' desde la fuerza y la emoción del movimiento de sus propios cuerpos.

Li ha conseguido hacer un espectáculo de danza contemporánea y lo ha logrado a través de la poderosa ópera barroca de Henry Purcell sin que nada desentone, hasta tal punto de que a veces da la sensación de que es el propio baile el que fluye para hacerse música.

En una coproducción de la Compagnie Blanca Li (Francia), la única propuesta internacional de la 70 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida, ha estado en cartel solo esta noche y como un receso en los diez días de representación programadas para la gran apuesta comercial de este verano, 'La Medusa', de José María Castillo, con Victoria Abril de vuelta a los escenarios.

'Dido y Eneas' será para quienes ya hemos podido disfrutarla esta noche, la joya escondida del verano de 2024, como aquel “Sueño del minotauro”, una bellísima coproducción de Blanca Li con la Bienal de Danza de Lyon que llegó a Mérida en 2002.

La coreógrafa española y directora de la obra retoma en esta ocasión el paisaje más conmovedor de La Eneida de Virgilio y lo hace desde una de las obras maestras de la música barroca con la ópera de Henry Purcell. Y es que, tal como explicó la propia Blanca Li en la presentación de su montaje, cuando trabajó con esta ópera con 'Les Arts Florissants“, una de las mejores orquestas barrocas del mundo, quedó tan prendada, que quiso hacer un ballet.

Para ello, decidió utilizar como música para su espectáculo la grabada en la ópera de Henry Purcell en el Gran Teatre Liceu de Barcelona, en una de sus últimas representaciones, lo que añade, para Li, “una emoción muy fuerte en la música con los cantantes en directo”.

Una pasión desenfrenada

El argumento de 'Dido y Eneas' es bien conocido: la reina de Cartago acoge al joven príncipe troyano Eneas, que busca una nueva tierra para los suyos. De este encuentro surge un amor a primera vista que se convierte en una pasión desenfrenada ¿El amor todo lo puede? nos preguntamos los humanos desde siempre y muchas veces, demasiadas veces, la respuesta es no, porque, como en este caso, las brujas se confabulan y hacen creer al héroe que debe partir obligado por los dioses a seguir su destino, la fundación de Roma.

Dido, entonces, abandonada y devastada por la tristeza, incapaz de superar la pérdida de ese amor puro, se suicida, maldice a Eneas y profetiza la eterna rivalidad entre Roma y Cartago.

La trágica historia que obliga a elegir entre el entre el amor y el deber, entre la felicidad y la ambición, Blanca Li la hace suya con una propuesta muy contemporánea a través de los cuerpos y del movimiento de sus diez bailarines: Martina Consoli, Alizé Duvernois, Coline Fayolle, Meggie Isabet, Maeva Lassere, Julien Marie-Anne, Quentin Picot, Gaël Rougegrez, Gaétan Vermeulen y Víctor Virnot.

Diez bailarines que en la apenas hora y cuarto que dura el espectáculo hacen que todos nos conmovamos con la pasión universal de Virgilio que se repite desde que el mundo es mundo y cuya emoción sale del torso de los hombres y mujeres, en este caso de los bailarines que a través de sus movimientos nos hablan de amor, pasión, desengaño, quebranto y muerte.

Bañado por la iluminación sutil y al mismo tiempo grandiosa de Pascal Laajili, el montaje de Blanca Li adquiere una dimensión poética y densa, con una coreografía sinuosa, flexible, etérea y resbaladiza, algo que se materializa literalmente en un escenario lleno de agua por el que el amor de Dido y Eneas nace, fluye y muere rodeado en todo momento por ese mundo que prefiere apostar una y otra vez por la rivalidad y la guerra.

Fusión de música barroca y danza contemporánea, de ópera y baile, de una belleza auténtica y conmovedora, intimista, audaz y valiente en una noche de descanso antes de que mañana vuelva al Teatro Romano de Mérida el refulgir de la grandes producciones comerciales.