Esther Rodríguez, codirectora de las excavaciones del Turuñuelo: “Tarteso ya no es una civilización tan misteriosa”

Santiago Manchado

Mérida —

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Prácticamente es ya un tópico escribir que el yacimiento arqueológico de 'Casas del Turuñuelo' (Guareña, Badajoz), está repleto de secretos. Lleva diez años permitiendo que un equipo de arqueólogos, dirigidos por Esther Rodríguez y Sebastián Celestino, excaven en su interior y den a conocer hallazgos de tal importancia que están permitiendo descifrar Tarteso, una civilización o una sociedad que ocupó el suroeste peninsular en la I Edad del Hierro, hace unos 2.500 años, y que hasta hace poco estaba envuelta en el mito y la leyenda.

Aún se desconoce qué función desempeñó el edificio que se ha convertido en una cápsula del tiempo, pero hay evidencias de su importancia política y económica en el territorio. Solo por mencionar los hallazgos más mediáticos, hasta ahora han salido a la luz una hecatombe animal con casi medio centenar de caballos y vacas, el mayor sacrificio de animales documentado en el Mediterráneo occidental; una escalera monumental; un sarcófago con forma de bañera adornado; los primeros rostros tartésicos, encontrados el año pasado; y ahora una tablilla de pizarra grabada con escenas de guerreros, ensayos de caras realizados por un artesano y... la sorpresa que ha puesto el broche a la sexta campaña de excavaciones, que ha concluido hace unos días: un abecedario paleohispánico desconocido hasta ahora.

¿Qué cree que puede suponer el descubrimiento de este abecedario?

En primer lugar, la constatación de que en el yacimiento de 'Casas del Turuñuelo' conocían la escritura y la utilizaban. Es verdad que estamos ante un abecedario pero eso abre la puerta a que futuros hallazgos nos permitan documentar, por ejemplo, algún tipo de tablilla de contabilidad... no sé, nosotros por soñar... Bueno ya hemos cumplido el sueño de que apareciera algún tipo de escritura, ahora, ojalá, consigamos aumentar el número de evidencias y eso nos ayude a comprender, incluso a saber qué dice este tipo de escritura, quién sabe.

Dice que soñaban con encontrar algún tipo de escritura, pero ¿era una posibilidad realista que barajaba el equipo de arqueólogos?

Siempre cuando alguien nos preguntaba qué nos gustaría encontrar en el Turuñuelo, la escritura estaba entre las primeras opciones. Lógicamente estaba entre las posibilidades porque sabemos que en esta cronología, o sea, entre el siglo VI y V antes de Cristo, la escritura se utilizaba por evidencias que ya teníamos en otros yacimientos. También es verdad que normalmente estas escrituras se realizaba en un soporte perecedero, bien en madera o en tablillas de cera, y por eso su aparición no suele ser tan habitual. Pero nosotros, desde que empezamos los trabajos, tratamos con mucho mimo las pizarras, todas las lavamos, las miramos de arriba abajo, porque es verdad que la pizarra es un soporte que a lo largo de la historia se ha utilizado muchas veces para grabar. Por eso desde las primeras campañas guardamos hasta la última pizarra que aparece y este año, por fin, nos hemos llevado la sorpresa de que esta tablilla contaba con una serie de grabados en la que, en primer lugar, identificamos todos los elementos figurados y ejercicios geométricos que tiene la pizarra, y gracias a la ayuda del investigador Joan Ferrer hemos conseguido identificar este abecedario.

Usted ya advirtió en la presentación de los resultados de la sexta campaña de excavaciones que de esa placa de pizarra se iba a extraer mucha información.

Aunque lo que ha trascendido principalmente son estos tres guerreros, dos vestidos y luchando, y el otro tumbado, desnudo y con casco, la tablilla tiene una gran cantidad de detalles. Es verdad que son difíciles de ver porque hay que usar una luz rasante en función de la zona y además se ve mucho mejor con un microscopio que a la vista normal. Entonces quizás han pasado desapercibidos pero hay varios ejercicios de ensayos de caras, la pizarra está grabada por las dos partes, hay más personajes, círculos, cuadrados... Ahora habrá que analizarlo todo minuciosamente y uno a uno para entenderlo y comprender su significado.

¿Aún no habéis tenido la oportunidad de estudiar las caras que aparecieron el año pasado en la quinta campaña de excavaciones?

No porque los rostros salieron: primero fueron a Badajoz a una pequeña exposición, luego fueron a Madrid a la exposición de Tarteso que habíamos organizado nosotros en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares y actualmente están en el Instituto de Patrimonio Cultural de España. Una vez que concluya su restauración nos meteremos a fondo en su estudio porque, aunque es verdad que la fotografiamos y tenemos todos los fragmentos documentado, hay que mirarlas al detalle para que no se nos escape ningún elemento, hay que ver los resultados de las analíticas para conocer el tipo de piedra...

¿Pero cree que la tablilla de pizarra con los grabados y el abecedario contiene más información para la investigación arqueológica e histórica?

Son hallazgos diferentes, cada uno tiene su importancia porque cada uno aporta un volumen de información, lo que ocurre es que la pizarra, sumándole ahora la presencia del abecedario, atesora un volumen de información enorme y no solo por la presencia de la escritura, también por el detalle con el que fueron dibujados los guerreros, completamente vestidos, el armamento... Hay muchos detalles que analizar y que van a aportar mucho volumen de información.

¿Aún se sorprenden los investigadores de este yacimiento cuando en cada campaña de excavaciones sacan a la luz restos que podrían arrojar luz sobre la civilización de Tartesos?

Más que una sorpresa es una suerte. Tenemos la suerte de trabajar en un yacimiento arqueológico con un estado de conservación excepcional. Eso permite que en cada campaña tengamos estos elementos que hacen que el yacimiento sea todavía más especial. Pero insisto en que es más suerte que sorpresa porque hay muchas cosas que el yacimiento aporta pero no trascienden, quizá porque no son tan visibles. Por ejemplo, el año pasado aparecieron los rostros y eso eclipsó todo lo demás, pero también excavamos una techumbre de hace 2.500 años del siglo V antes de Cristo donde conseguimos individualizar las vigas, la materia vegetal y el mortero de tierra que conformaba el techo. Eso a nivel arqueológico e histórico es un tesoro. Entiendo que visualmente no trasciende porque son unas capas de tierra y solo el ojo experto se da cuenta, pero en cuanto a la documentación, el nivel de información que el yacimiento aporta es enorme en muchos ámbitos de la investigación. Pero son los hallazgos materiales y los más vistosos los que terminan trascendiendo a la sociedad en general.

¿Qué información de valor ha aportado en la última década 'Casas del Turuñuelo' para descifrar una civilización tan desconocida, que se mueve entre el mito y la leyenda?

Cada vez es una civilización más conocida. La arqueología nos está abriendo un gran número de líneas de investigación y creo que, entre lo que hacemos en Extremadura y lo que hacen los colegas de Huelva, Sevilla y Cádiz, Tarteso ya debería abandonar un poco ese ese ámbito del misterio porque ya no es una civilización tan misteriosa. Es verdad que nos falta todavía ese eslabón que una lo que las fuentes antiguas nos narran, que fue el origen del estudio de Tarteso, con lo que la arqueología hoy en día nos está mostrando. Pero cada vez las evidencias son más claras y tenemos definido de una manera más nítida qué es lo que nosotros entendemos por Tarteso. ¡Ojo! Una cosa importante es que ,claro, Tarteso es un concepto que hemos tomado de las fuentes clásicas pero realmente no sabemos, y solo la epigrafía nos podrá resolver si la gente que vivía en el suroeste de la Península Ibérica entre los siglos VIII y V antes de Cristo se identificaban a sí mismos como tartésicos. Ese es un trabajo que todavía tenemos que realizar, lo que pasa que de alguna manera lo tenemos que denominar y nosotros, la comunidad científica, los hemos englobado dentro del concepto de Tarteso. Pero nada tiene que ver el Tarteso del misterio de la leyenda de principios del siglo XX con lo que a día de hoy conocemos. Hoy tenemos una un conocimiento de la realidad cultural y material de las sociedades de la I Edad del Hierro muchísimo más amplio.

En Extremadura hay evidencias de yacimientos tartésicos, como el de Cancho Roano, por ejemplo, pero siempre ha sido una civilización muy vinculada al valle del Guadalquivir, por lo que puede parecer llamativo a simple vista la riqueza y valor de los hallazgos en el Valle del Guadiana.

Nosotros, en este caso, tenemos la suerte de que casi todos nuestros yacimientos están en el medio rural con lo que son fáciles de excavar y acceder porque normalmente están en el campo. Sin embargo, para llegar a los niveles tartésicos de Sevilla o Huelva primero hay que excavar la parte contemporánea, la moderna, el mundo andalusí, el romano... Muchas veces llegar a los niveles de cronología protohistórica es muy complicado. Además, en sitios como Huelva se suma la existencia de un nivel freático, que dificulta los trabajos. Es decir, no es que la zona del Guadiana sea mucho más rica ni mejor, solo que tenemos la suerte de tener los yacimientos en el medio rural, lo que también hace que se conserven mejor porque no hay una sobreocupación del espacio. En 'Casas del Turuñuelo', la ocupación posterior, que son algunos muros de época romana, es muy leve y eso permite que los restos protohistóricos que hay debajo se conserven muy bien.

¿Qué información se conoce ya sobre qué fue 'Casas del Turuñuelo?

Seguimos trabajando en ello. Nunca hemos lanzado una hipótesis que defina exactamente qué es el yacimiento porque creemos que aún queda mucho por excavar, aunque es cierto que el hallazgo este año de un espacio artesanal hace que tome importancia la hipótesis de que el edificio tenga un papel político y económico fundamental en el territorio. De todas formas sigue siendo prematuro el decir si es un palacio o puede ser un santuario porque queda mucho por excavar y el mínimo detalle puede cambiar la lectura de la funcionalidad del edificio.

En la zona del valle del Guadiana hay muchos otros túmulos. ¿Ha sido suerte excavar en el Turuñuelo con la riqueza que está demostrando?

Cuando yo estaba realizando mi tesis doctoral sobre el poblamiento del Valle medio del Guadiana en la I Edad del Hierro seleccionamos algunos de estos túmulos, entre ellos el Turuñuelo de Mérida y el de Guareña, para hacer un sondeo y reconstruir el paleopaisaje, que era una de las líneas de investigación que en aquel momento el equipo de Sebastián Celestino estaba siguiendo. Pero elegimos el Turuñuelo de Guareña como podríamos haber elegido cualquier otro, por lo que no sé a quién se lo tengo que agradecer, si a la intuición o a la suerte. El caso es que fui para 15 días para hacer un trabajo puntual y ya llevo diez años vinculada al yacimiento, e imagino que una vida ya.

¿Qué queda en el yacimiento o qué esperáis encontrar en las próximas campañas?

Es imposible de saber y menos en 'Casas del Turuñuelo' porque todos los años planteamos unos objetivos e intentamos entender por dónde va a ir el yacimiento pero creo que de alguna manera nos oye y cambia para rompernos los esquemas. La verdad es que es muy apasionante. Entonces quién sabe. El próximo año continuaremos excavando en la zona de artesanía, ojalá y consigamos identificar más contextos que nos permitan entender la figura de estos artesanos, que está muy desdibujada ahora mismo en el conocimiento de la I Edad del Hierro del suroeste. Bienvenido todo lo que tenga que venir y todas las sorpresas que el Turuñuelo nos quiera deparar.