A la espera del próximo hallazgo. Así vive Mérida, en la 'extraordinaria normalidad' de contar su pasado, el de la gran Augusta Emérita. Una ciudad que sorprende, cada año, a los miles de turistas que la visitan, casi 145.000 de enero a abril de este año, y también a quienes trabajan en ella e investigan para rescatar y mostrarnos la majestuosidad de la que fuera capital de Lusitania.
Día tras día, aparecen restos de su brillante pasado, que nos hablan de su estructura ciudadana, de sus prácticas religiosas y civiles, de sus necesidades diarias, de sus juegos y divertimentos. Restos arqueológicos de una gran ciudad que quieren y necesitan convivir con el ser de la capital de la Extremadura actual, núcleo urbano moderno y centro de atracción cultural, industrial y turística.
El eco del Imperio retumba con cada uno de los hallazgos y todos hacen aún más atractivo el inmenso yacimiento arqueológico de Mérida, uno de los referentes a nivel nacional. Medusa es el último de una larga lista de mosaicos, más de 160, que hacen de la capital extremeña la ciudad de España con mayor número de mosaicos conocidos. Y sale a la luz, como cuenta el director del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, Félix Palma, “como consecuencia de intervenir recintos monumentales que hacía tiempo que no se excavaban” como es el caso de Huerta de Otero, donde los trabajos comenzaron en 1976 y no fue hasta 2019 cuando el Ayuntamiento, junto con el Consorcio y el Instituto de Arqueología, rescatan de la memoria este yacimiento “cuyo objetivo ahora es ponerlo en valor y que la gente pueda disfrutarlo”.
La 'pequeña Roma', como algunos la llaman, la más augusta de todas las ciudades hispanas, desentraña a golpe de cincel su historia, la de una Mérida, la actual, donde siempre hay algo nuevo que ver y en la que solo durante el pasado año se llevaron a cabo más de 300 actuaciones arqueológicas, entre excavaciones, seguimientos arqueológicos, sondeos y prospecciones. Aunque en ocasiones sean únicamente necesarias unas obras de canalización de gas para dejar al descubierto el mosaico de una casa romana en una de las calles cercanas al recinto del Teatro y el Anfiteatro, como ocurriera en mayo de 2021.
En Mérida no se mueve una piedra sin la supervisión del Consorcio de la Ciudad Monumental. El Plan General de Ordenación Urbana, vigente desde el año 2000, así lo indica y cualquier movimiento en el subsuelo del término municipal de Mérida tiene que estar supervisado por ellos, “no sólo el centro urbano” especifica el director de la entidad. Y es que Mérida y Augusta Emérita son dos ciudades superpuestas, a las que separan, en ocasiones, poco menos de cincuenta centímetros.
Dos mil años después, Augusta Emérita se vive y se disfruta en la actual Mérida porque “sus monumentos continúan teniendo los mismos usos para los que se construyeron” indica Félix Palma. Así el teatro romano acoge cada año desde hace ya 69 ediciones el Festival Internacional de Teatro Clásico, sede también del festival de música Stone&Music, en el anfiteatro se celebran algunas de las representaciones de luchas de gladiadores con motivo de la festividad de Emérita Lvdica, el puente romano, el templo de Diana...y hasta alguno de sus acueductos trae aún agua a la ciudad.
Y en ese mantener el equilibrio entre el presente y el pasado es donde el Consorcio de la Ciudad Monumental, del que forman parte la Junta de Extremadura, el Ministerio de Cultura, la Diputación Provincial de Badajoz, la Asamblea de Extremadura y el Ayuntamiento de Mérida, juega un papel fundamental y donde “la cooperación institucional es importantísima” subraya Palma.
Entre Mérida y Augusta Emérita aún queda mucho por descubrir. Ese es el objetivo de la entidad conservadora emeritense, el de continuar con las excavaciones, desentrañando el pasado de la capital de Extremadura.
Se seguirá haciendo, en 2023, en lugares como el Peristilo del Teatro, donde no se excavaba desde hacía 80 años, o en la Casa del Anfiteatro que este verano ha sacado a la luz un nuevo tesoro para la ciudad, un descomunal espacio de termas públicas, en un “excelente” estado de conservación, que se sumará al listado de más de medio centenar de baños privados y termas públicas y semipúblicas que ponen a Mérida a la cabeza “ya que no hay un sitio en España de estas características”.
Y así es Mérida, Patrimonio de la Humanidad desde el año 1993, historia y actualidad al mismo tiempo. Hecha a imagen y semejanza de la Roma imperial, Mérida sigue escribiendo, miles de años después, la historia de su brillante pasado.