El Ministerio de Cultura pide un informe para saber qué eventos en el Teatro Romano de Mérida son compatibles con su conservación

Teresa Chaparro

27 de febrero de 2022 22:25 h

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Hace más de 2.000 años el Teatro Romano de Mérida subía el telón en la que fuera capital de Lusitania, Augusta Emerita.

Años de espectáculos y ovaciones. Otros tantos de silencio. También de excavaciones que dejaban a la vista, de nuevo, en 1910, el monumento del que únicamente era visible hasta esa fecha su grada más alta, la summa cavea, más conocida como “Las Siete Sillas”. Tres años después, en 1913, llegaba la declaración de Bien de Interés Cultural.

Quedaban años de remodelaciones y reconstrucciones que contribuyeron a que el Teatro Romano de Mérida fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 1993. Una auténtica joya de la arquitectura romana para todos y uno de los espacios de mayor reclamo turístico para Extremadura, al que cada año fotografían alrededor de trescientos mil visitantes.

Pero aún hay más. El Teatro Romano acoge cada verano el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, que llegará en 2022 a su 68 edición, y el Stone&Music Festival, que reúne desde hace seis años, a reconocidos artistas del panorama nacional e internacional. Raphael, Vestusta Morla, Love of Lesbian, Camilo, Gloria Gaynor, Estopa, Mónica Naranjo o Robe Iniesta son solo algunos de los nombres que han colgado el cartel de “No hay billetes”. Dos citas que cuentan con el apoyo económico de los gobiernos central, regional y local.

El pasado mes de enero de 2022 saltaban las alarmas. La comisión ejecutiva del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida se reunía en la capital extremeña en la que, a priori, parecía una reunión ordinaria. Pero no lo fue. Presentes todas las partes, el Ministerio, titular del Teatro Romano, solicitaba un estudio para conocer el impacto acústico y otras posibles afecciones que un uso continuado e intenso pudiera estar provocando en el monumento. Y lo hacía ante el aumento de eventos autorizados en este espacio histórico.

Una petición que aprobaban todas las instituciones que forman el citado Consorcio, es decir, el propio Ministerio de Cultura y Deporte, la Junta de Extremadura, el Ayuntamiento de Mérida, la Diputación Provincial de Badajoz y la Asamblea de Extremadura.

Con este informe, Cultura quiere salir de dudas, quiere saber si lo que se está autorizando en los últimos veranos se puede seguir haciendo con seguridad.

Pero no es la primera vez que se cuestiona los usos del Teatro Romano de Mérida. Ya hace dos años, técnicos del Consorcio advirtieron que un uso excesivo del Teatro Romano como escenario de conciertos podría dañar al monumento. En una carta, enviada a los medios de comunicación, expertos en el patrimonio de Mérida, aludían a un estudio de la Escuela de Arquitectura de Sevilla que demostraba que “los sonidos agudos atraviesan las piedras pero los graves chocan directamente y abren grietas” y mostraban su preocupación ante el número de eventos continuados. Con esta llamada de atención pedían que se limitara el uso y la potencia.

Y eso es justo lo que se va a evaluar. Una petición que, quizás, tenga que ver con la abstención sistemática desde hace años por parte del Ministerio, en la aprobación de nuevas actividades en el Teatro y también con la gestión sostenible del patrimonio, promovida por el gobierno central.

Y no será el único informe, ya que el Ministerio ha solicitado, igualmente, otro que mida y evalúe el impacto acústico en el Teatro Romano de Medellín. Más antiguo que el de Mérida, es también sede del Festival Internacional de Teatro Clásico y acoge el Festival de Música Metellinum, desde hace varios años.

Marzo es la fecha en la que se espera que esté listo el informe que aclare cuál es el estado de salud del Teatro Romano de Mérida y que determinará qué actividades, cuántas y cómo podrán celebrarse en él. Su mármol y su granito, Ceres, Plutón y Proserpina tendrán la última palabra. Hasta entonces y como dirían los romanos “Acta est fabula”.