Acércate. Acércate a un libro porque, si todavía no has encontrado el tuyo, él te aguarda con una frase cautivadora que te complete, que dé sentido a tu existencia. Quizá, como Persiles y Sigismunda, debas emprender un viaje en solitario para descubrirlo, o puede que hasta sean los duendes y las hadas del bosque quienes te ofrezcan la pócima con que vivir el sueño de una noche de verano. ¡Qué más da que aún hoy no te acuerdes de aquel lugar de la Mancha si, por fin, en 'El Quijote', encontraste la razón de tu locura!
Acércate. Acércate y no desconfíes del libro si alguna vez reconoces en los celos de Otelo los tuyos propios. ¿Quién, como él, no ha sido en algún momento víctima de sus emociones? ¿Es que acaso temes que aparezca la sombra de 'Macbeth' cuando la ambición te ciegue? No te asustes. Al fin y al cabo, todos somos Macbeth y 'Julio César y El rey Lear'; todos, hijos o padres, sufrimos cuando el odio y la ingratitud dominan las familias. Todos, finalmente, somos 'Hamlet'. ¿Cuántas veces te quedaste paralizado por tus dudas? ¿También a ti te acobarda morir, quedar dormido en el sueño eterno?
Acércate. Acércate y avanza por sus páginas aunque sientas extrañeza y desconcierto. Tal vez adviertas más verdad en los trastornos del joven licenciado Vidriera e, incluso, en el coloquio de dos perros que entre los poderosos de palacio; y,quizá,entonces comprenderás cuál fue el origen de los hurtos cometidos por Rincón y Cortado. ¡Ay, Sancho, tanto tiempo después, qué sabios consejos los de tu ilustre caballero para que de buen gobernador hicieras!
Vamos, Lector! ¡Acércate porque todavía hay momentos para los libros! Emprende la búsqueda y encuéntrate en sus palabras. Se trata de ser o de ser. Después de todo, te quedarán el amor de los maestros por las historias y, aún, algo más: el deseo de alcanzar la libertad. Porque la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; por la libertad se puede y debe aventurar la vida.