Los primeros españoles evacuados de Nepal tras el terremoto del sábado han llegado hoy a Nueva Delhi cansados, agradecidos al Gobierno y enfadados con las autoridades del país del Himalaya, en cuya capital, Katmandú, “no hay ciudad, no hay patrimonio histórico, sólo escombro y gente muerta”.
Se trata de los primeros europeos que salen de Katmandú y que llegaron al aeropuerto de la capital india en un vuelo comercial de la compañía Spicejet.
Entre ellos está Jonathan Herranz, un extremeño de 27 años que llevaba 19 días en Katmandú de turismo, relató que ha sido “la peor experiencia del mundo”, y que están “bastante mal” tras haber estado más de 50 horas “encerrados” en el aeropuerto nepalí sin agua ni comida.
Su viaje finalizó cuando ese 25 de abril, el sábado pasado por la mañana, el suelo tembló en Nepal.
El taxi en el que viajaba camino del aeropuerto para coger un vuelo a Japón sufrió un accidente. “Fue un accidente con muchos coches, se nos cayeron farolas, en el coche que yo iba fallecieron dos personas”, recuerda Jonathan.
“Corrí 45 minutos en shock hacia el aeropuerto. Se veían cabezas, brazos, ríos de sangre y gente muy preocupada. La ciudad está en el suelo. No hay ciudad, no hay patrimonio histórico, se ha destruido totalmente”, insiste este joven español.
Psicológicamente no se encuentra bien y tiene varios esguinces en la espalda y contracturas, por lo que está deseando que le vea un médico, lo que hará en cuanto llegue al hotel.
La Embajada española en Nueva Delhi, con Gustavo de Arístegui al frente, se encargará del alojamiento y manutención de todos los españoles, que subrayan que las condiciones en el aeropuerto de Katmandú y la atención de las autoridades nepalíes “ha sido pésima”.
“Estoy orgulloso de estar en España, tener un Gobierno como el mío que por lo menos me saca de una catástrofe como esta y no intenta estafarme como Nepal. Nos han robado, nos han estafado”, asegura Jonathan con lágrimas en los ojos.
Y lo resume así: “Nos han tratado como a perros”. Sin agua, ni comida, ni mantas, con frío y lloviendo“ y ”con las autoridades con escopeta metiendo presión para sacar a los suyos“. ”Yo soy adulto, pero había muchos niños“, añade.
La prioridad de las autoridades era rescatar a los indios y a los chinos. “Sólo había atención primaria para ellos. Cada botella de agua la vendían a diez dólares. Nos robaron a todos”, explica.
“La ayuda humanitaria no se ve”
Asegura que la ayuda humanitaria y de emergencia que ha ido llegando al país del Himalaya “no se está viendo. ”La mercancía está llegando al aeropuerto y de ahí no sale“, precisa.
Fueron peores las réplicas que el propio terremoto, recuerda Jonathan, en lo que coincide con el montañero de Guipúzcoa Mikel Angeru, que vive en Katmandú y está casado con una nepalí. El seísmo le sorprendió en su agencia de viajes, y justo a su lado se cayó un edificio de siete plantas.
El extremeño Jonathan dio en Nepal por finalizado su viaje que iba a durar seis meses más y se despide de los periodistas españoles -fue el único que quiso hablar con la prensa- con una recomendación: no viajar nunca a Nepal.
Aunque le va a costar olvidar esta tragedia, tiene un recuerdo para otros españoles que se encuentran en el Everest. “Estamos preocupados. Hay muchos españoles que no están localizados”, dice.
El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, recibió en el aeródromo de la capital a estos primeros 36 españoles, que agradecieron las gestiones del Gobierno para sacarlos de Nepal.
“Ya están en casa”, dijo el jefe de la diplomacia española al recibirlos en Nueva Delhi.