Yoelkis Torres es un activista cubano que se ha tenido que acoger al Programa de Protección de Activistas por los Derechos Humanos de la Organización Amnistía Internacional. Algo que resulta chocante para algunas personas e incomodo para otras.
Durante la primera semana del mes octubre visitó las principales ciudades que Extremadura y ahora, hemos tenido la oportunidad de conversar con él.
Para quienes se interesan en los derechos de las comunidades LGTBIQ+, la situación de la república cubana resulta esperanzadora, al menos vista desde la distancia, no obstante la realidad es que existen derechos, pero no garantías de los mismos. Desde 2008 se celebra la 'Conga Anual del Día Internacional contra la homofobia, la transfobia y bifobia' y es el primer país comunista en legalizar el matrimonio igualitario, pero todo, no es color de rosa.
Sin embargo, una cosa es el papel y otra muy distinta es la realidad cotidiana, especialmente si, como Yoelkis, uno no se conforma con los derechos para su propio colectivo y trabaja por una perspectiva más amplia de los derechos humanos.
Tienes un nombre que no nos es familiar, y me he tomado el trabajo de buscarlo. He encontrado que significa fuerza, liderazgo y devoción. ¿Es una carga pesada?
No tenía idea de lo que significaba. Es un nombre que corresponde a un periodo muy concreto en la historia de mi país, cuando en todas las familias se leía la revista Sputnik, publicada por la Agencia de Prensa Novosti de la Unión Soviética. Desde 1975 se editaba en castellano y, en la contraportada, aparecían listados de nombres rusos. De ahí viene mi nombre, como el de muchos niños de la década de los ochenta, la llamada década de los yumisisleydis, como popularmente se dice
Por tu biografía sé que, desde los 15 años, te has implicado en causas sociales. ¿Se podría decir que naciste activista?
Siempre fui capaz de percibir la injusticia, pero a los quince años me declaré públicamente homosexual, y eso supuso un cambio tremendo. Ten en cuenta que a nosotros, los “pájaros” —forma coloquial e insultante de llamar a los gays—, no se nos quiere mucho. Somos motivo de vergüenza para nuestras familias, blanco de burla en los centros educativos y de trabajo, y presas fáciles para la violencia, incluso hoy.
Fui consciente de mi sexualidad desde niño, pero ya sabes que lo que no se verbaliza, no existe. Así que era un niño modélico: muy buen estudiante, siempre entre los primeros cinco de la clase, con un gran futuro por delante. Pero al contar mi verdad, todo cambió. Mi padre me echó de casa, lo que provocó un conflicto con mi madre, que siempre estuvo de mi lado, y terminaron separándose. Imagínate lo que supone para un adolescente tener que lidiar no solo con sus propios conflictos, sino también con los familiares, que parecen surgir de tus acciones.
A los 15 años, mientras me enfrentaba a todo esto y seguía estudiando, me hice consciente de que no era la única persona que sufría en el mundo.
¿Y cuándo llega AfroAtenAs?
En plena adolescencia, con todo esto en mi vida, me acerqué a las religiones afrocubanas. Hubo un paso que tuve que dar, una especie de sesión en la que te descubren tu ser más íntimo y te revelan lo que los orishas tienen preparado para ti. Yo estaba estudiando contabilidad y trabajaba como responsable de una cadena de tiendas, y estaba contento. Así que cuando me dijeron que mi vida iba más por lo social, aquello me pareció una locura. Pero al poco tiempo apareció la temida ansiedad laboral o necesidad de salir de donde estaba, y después de una baja médica, di un cambio radical.
Soy de Matanzas, conocida como “la Venecia cubana” o “la Atenas de Cuba”, por su gran cantidad de artistas. La ciudad no está en los circuitos turísticos, pero es muy hermosa, fundada por canarios y catalanes. Está asentada a orillas de una bahía tranquila y rodeada de colinas atravesadas por tres ríos: Yumurí, San Juan y Canímar, con más de 20 puentes.
Nuestra propuesta en un inicio era religiosa, enfocada en el estudio de aquellas religiones cubanas de origen africano como patrimonio cultural inmaterial. Todos éramos de la comunidad LGTBIQ+ e iniciados en esta práctica, pero un proyecto de este tipo no transitaba, debido al estado laico de la sociedad, entonces cambiamos a un escenario totalmente cultural
Entiendo que el conflicto con el Estado comienza en ese momento.
Sí. Lo chocante es que para el gobierno cubano, el activista es un contrarrevolucionario que amenaza al Estado. Pero tal como yo lo veo, un derecho sin garantías no es un derecho, y hay que trabajar para lograr esas garantías. Incluso te dicen que estás pagado por el Imperio (risas)... pero no te dicen cuál, así que aún no sé qué imperio me tiene que pagar (más risas).
En el año 2017 empecé una fuerte lucha para crear una ciudadanía consciente de la nueva constitución que se estaba redactando. Yo era el “pájaro” que había sufrido discriminación y tenía amigos que se prostituían para sobrevivir. Me dediqué a recorrer Cuba para informar y crear conciencia. En Cuba existen zonas de silencio, áreas rurales donde no llega Internet y donde ser homosexual o tener cualquier tipo de diversidad, ya sea funcional, física o mental, sigue siendo un problema. Y las zonas rurales son las más afectadas por el declive económico del archipiélago. A principios de 2006 y 2007, Cuba tenía una tasa de crecimiento bastante alta. Después, entre 2009 y 2013, hubo una caída y la economía se estancó. Desde 2019, la caída se ha intensificado hasta hoy. Y creo que eso ha sido determinante para el surgimiento de movimientos sociales que reclaman una mayor transparencia en la gestión del gobierno, y justicia social verdadera.
Llevas seis meses en España. ¿Cumple con tus expectativas?
La verdad es que, desde lejos, es inevitable idealizar. Desde Cuba miramos a España como el paradigma de la igualdad. Incluso usamos sus materiales para capacitar a las personas que se acercan a nosotras. Pero ahora que estoy aquí, me doy cuenta de que hay un problema con el fascismo, que está captando a la juventud. Una juventud que ha crecido en una época donde los derechos estaban conseguidos y no son conscientes de lo mucho que costó lograrlos. Me llama la atención el desconocimiento de la juventud española sobre las violencias del mundo, los derechos sexuales y reproductivos, los derechos humanos, y el ejercicio ciudadano. Estamos creando personas muy manipulables.
Me sorprende que los profesores no conozcan el Violentómetro, una herramienta para detectar violencia de género, obstétrica, infantil, o bullying. Necesitamos aprender a identificar cuándo comienza la violencia y cómo prevenirla.
¿Ahora mismo, además de tus estudios de economía y como promotor de la salud, tienes otras formaciones?
Jajaja… sí, he tenido que estudiar según surgían las causas. Me he formado como antropólogo, psicólogo y diseñador de jardines, entre tantas otras cosas
Has tenido encuentros con Fundación Triángulo y Extremadura Entiende, entre otras organizaciones. ¿De qué han hablado?
Hemos hablado de derechos, intercambios, de conexiones, de transformación y visibilidad, de como convertir el insulto y resignificarlo, hemos hablado de ser y estar presentes como un símbolo de resiliencia donde quiera que estem