Jesús Carrasco: “Como seres humanos necesitamos que venga otro a poner las cartas del revés”

Efe

El escritor extremeño Jesús Carrasco aborda en su segunda novela, 'La tierra que pisamos', el concepto de resiliencia, la relación entre el hombre y la tierra, y la “necesidad” del ser humano de que otra persona venga “a poner las cartas del revés, a darle la vuelta a la vida”.

El autor en una entrevista a Efe explica que el argumento del libro se desarrolla a principios del siglo XX en España cuando un grupo de élites militares eligen un pueblo de Extremadura para vivir la pacificación y será entonces cuando Eva Holman, esposa del militar jubilado, Iosif Holman, recibe la visita inesperada de un indígena.

La esposa de Holman, apunta Carrasco, decide interactuar con el indígena Leva cuando las ordenanzas lo prohíben porque “básicamente lo necesita” al venir de una “creciente presión emocional” por la relación con su marido y la pérdida de su hijo en la guerra.

“No es que llegue un desconocido y ella decida ir hacia él, sino que de alguna manera ya está esperando una chispa que la incendiara, Eva nunca se ha sentido cómoda en los zapatos que su sociedad le ha dado”, indica Carrasco.

El autor considera que un ejemplo de la “chispa” que necesita el ser humano para que otro venga “a darle la vuelta a la vida” son los hijos.

“Cuando ya tenías una vida acomodada, llegan los hijos y te transforman todo, te dicen lo que no quieres oír, trastocan tu espacio, te quitan el tiempo que tenías; pero accedes a un mundo de conocimiento y amor que antes no tenías”, remarca.

Capacidad para aguantar

El extremeño apuesta por desarrollar la resiliencia, una cuestión que en el ser humano la reconoce en las madres en el sentido de “la capacidad para aguantar, para sobreponerse, no desfallecer, confiar, ir siempre hacia adelante contra viento y marea”.

Carrasco incide en que la resiliencia es el atributo necesario para Leva, que ha sido prisionero en un campo de concentración y al que se le “ha desprovisto de todo aquello que le sustenta como persona: su familia, sus afectos, su tierra”.

El autor destaca que hay una cosa de la que Leva no ha sido desposeído y es su pertenencia a la tierra, se trata de un hombre que ha tocado fondo; pero no ha sido derrotado, una cuestión que funciona como “motor” de la obra.

“Hay una búsqueda de calma, de paz, de equilibrio en la tierra por parte de Leva ya que los que habitan la tierra le han maltratado y él busca una reconciliación, tiene como misión volver a nacer o reencontrarse”, indica.

Carrasco señala al respecto que, a su juicio, la naturaleza no es bonita ni fea, ni alegre ni triste, es simplemente indiferente y Leva se acoge a esa indiferencia porque no le lesiona como los hombres.

Explica, respecto a la guerra, que Eva Holman también ha ido de alguna manera a un conflicto bélico ya que ha perdido a su hijo en ella, pero que por su condición de mujer tiene la “capacidad para ver al otro, dejarse contaminar por el otro, para ayudar y comprender”.

Para Carrasco, esa interacción entre personas desconocidas en un principio, como la relación entre Eva Holman y Leva, es una experiencia “muy humana” ya que supone “darte cuenta en un momento de tu vida que lo que has aprendido es algo que tú no querías haber aprendido”. “A veces la vida es un desaprendizaje más que otra cosa”, resume.