- ¿Qué pinta una juez dirimiendo si Asensio merece o no una calle? ¿Acaso la decisión de dedicársela fue también judicial?
Leemos en la prensa que, en respuesta a un recurso presentado, la magistrada sustituta del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 24 de Madrid, Ana Monreal Díaz, ha decidido que no desaparezca del callejero la calle dedicada al militar africanista Carlos Asensio Cabanillas. Cree que “no existen dato ni prueba que dé razón concreta y motivada a la retirada de la calle y que por ello encaje en la Ley de Memoria Histórica”. Afirma, además, que “no se puede determinar un solo acto concreto de represión en el que haya participado el general Asensio Cabanillas, ya que en su condición de teniente coronel estaba bajo el mando del coronel Yagüe”. Y concluye: “Es más, se acredita que el día después de la toma de Badajoz, en los actos de represión que se produjeron, Asensio Cabanillas no participó, ya que se marchó a Talavera” (ABC, 31 de mayo).
Ignoraba que el mundo judicial contara con una especialista en aquella etapa crucial del golpe militar del 18 de julio de 1936. Resulta lamentable no haber podido contar con ella cuando investigué las andanzas de las columnas facciosas que partieron de Sevilla el día 2 de agosto en dirección a Extremadura con el objetivo último de ocupar Madrid y acabar con la democracia en España. Deseo de todas formas aportarle algunos datos que cuentan con respaldo documental. Asensio fue uno de los militares africanistas que protagonizaron el golpe de estado contra la República situándose así desde ese mismo momento fuera de ley. Fue el jefe de la primera columna que partió de Sevilla el 2 de agosto hacia Extremadura al frente de un importante contingente militar en el que destacaban en vanguardia moros y legionarios. Mientras la columna de la muerte avanzaba por la ruta principal, Castejón iba asegurando los flancos. ¿Y qué hacía Asensio?
Con la ayuda de la aviación de Tablada, que realizó bombardeos sobre las poblaciones a lo largo de la ruta, fue ocupando pueblos a sangre y fuego: El Ronquillo, Santa Olalla, Monesterio, Fuente de Cantos, Los Santos de Maimona, Villafranca, Almendralejo y Mérida. Asesorado por las élites locales destituyó corporaciones municipales y colocó en su lugar a representantes de los sectores más reaccionarios.
Mientras tanto, aparte de las tareas represivas, moros y legionarios se dedicaban a registrar y saquear cuanto se les antojaba. Antes de abandonar los pueblos y a lo largo del camino realizaban siempre algunos asesinatos públicos de carácter ejemplarizante. Es el propio Asensio quien en sus comunicados diarios escribía a Franco que iban realizando “operaciones de limpieza” pueblo a pueblo. Debía quedar asegurado que no hubiera marcha atrás, aun a costa de dejar un territorio sembrado de cadáveres.
La operación sobre Mérida, un ejercicio supremo de violencia y terror en el que también intervinieron las fuerzas de Castejón, la dirigió personalmente Asensio. Y cuatro días después, ya con Yagüe al frente de las tres columnas (Asensio, Castejón y Tella), participará en la toma de la ciudad y en la terrible represión consiguiente, sobre la que ya sabemos bastante. Dice la magistrada Monreal que Asensio no participó en la represión porque se marchó a Talavera. ¿A qué Talavera? La más cercana, Talavera la Real, ya había sido ocupada en la ruta de Mérida a Badajoz, y la otra, Talavera de la Reina (entonces Talavera del Tajo), no lo sería hasta el 20 de septiembre. Por otro lado, son los propios partes de Asensio los que nos aclaran que permaneció en Badajoz desde el 14 al 21 de agosto, en que partió para hacia La Roca de la Sierra y otras localidades extremeñas. La semana que permaneció en Badajoz –Yagüe se fue el 18– fueron los días de la represión salvaje contra civiles y militares, si bien entre los días 19 y 21 sabemos que estuvo dirigiendo batidas para cazar a los que intentaban pasar a Portugal. Finalmente hay que señalar que, frente a la teoría de la magistrada de que Asensio estuvo siempre a las órdenes de Yagüe, Asensio volvió a tener el mando de las columnas el 20 de septiembre con motivo de la marcha de Yagüe. En realidad fue jefe de las columnas entre el 2 (salida de Sevilla) y el 11 de agosto (toma de Mérida) y de nuevo el 20 de septiembre hasta su sustitución por Varela.
¿Dónde queda pues aquello de que no se le puede adjudicar ni “un solo acto concreto de represión”, o que estuvo siempre a las órdenes de Yagüe, o que el día 15 se fue a Talavera? Nada de esto se ajusta a la realidad. En última instancia, ¿qué más da que mandara uno u otro? Todos fueron golpistas y todos fueron criminales de guerra con miles de crímenes en su haber que nunca pasaron por la justicia. Y ahora, cuando se pretende eliminar sus nombres del callejero por pura higiene democrática, resulta que la justicia, en este caso la ejercida por la juez-historiadora, los exime de responsabilidad y decide que sus nombres sigan siendo referencia en nuestras ciudades. Y lo mismo ha hecho ya previamente con otras calles, la última dedicada a “El Algabeño”. Sería interesante saber cómo se documenta la magistrada Monreal Díaz para tomar las decisiones que toma. Lo digo porque existe bibliografía suficiente como para saber quiénes eran y qué hicieron individuos como García Carranza “El Algabeño” o Asensio Cabanillas. ¿Qué pinta una juez dirimiendo si Asensio merece o no una calle? ¿Acaso la decisión de dedicársela fue también judicial?
A veces da la sensación de que algunos de los reductos más sólidos del pensamiento reaccionario procedente del franquismo, y digo lo de sólidos por el enorme poder que tienen, se encuentran en el mundo judicial.