Rutas del Exilio, tres propuestas senderistas en Cáceres para seguir los pasos de los exiliados de la Guerra Civil

La Asociación Natura 2000, con la colaboración de la Diputación de Cáceres, ha organizado tres rutas senderistas que seguirán los pasos de los exiliados republicanos de la Guerra Civil, que buscaron una salida de España a través de la vecina Portugal.

La primera de las 'Rutas del exilio' tendrá lugar el 28 septiembre, con un recorrido circular de 15 kilómetros desde Zarza La Mayor a Salvaterra do Extremo y regreso, con un desnivel de 431 metros y dificultad moderada.

La segunda marcha se celebrará el 5 de octubre y partirá de Cedillo hasta la localidad portuguesa de Montalvao, con una distancia de 20 kilómetros, dificultad moderada y un tiempo estimado de siete horas.

La tercera ruta se realizará el 12 de octubre y partirá de Valencia de Alcántara a la localidad portuguesa de Marvao, con un recorrido de 20 kilómetros, un desnivel de 659 metros y dificultad moderada.

Todas las rutas partirán a las ocho de la mañana de la Plaza de Toros de Cáceres y su inscripción es gratuita.

Según los organizadores, “pese a que normalmente no ha sido suficientemente tenido en cuenta por la historiografía, Portugal jugó un relevante papel como estación de paso en el camino al exilio de numerosos republicanos españoles durante y tras la Guerra Civil”.

Dada su proximidad geográfica, Portugal era el destino natural de aquellas personas que, desde las zonas fronterizas cruzaron la Raya “huyendo de la maquinaria de represión franquista”. No obstante, la situación en el país vecino para estas personas “no fue nada sencilla, pues el régimen de Antonio Oliveira de Salazar, aliado de Franco, no les reconocía como refugiados políticos”. Por lo que, como inmigrantes ilegales, eran devueltos a España, lo que “para muchos tuvo catastróficas consecuencias”, según la Diputación de Cáceres.

Pasados los primeros momentos de la Guerra Civil, la situación para los españoles antifranquistas en Portugal continuó siendo “compleja”.

A finales de 1936, la representación oficiosa de los sublevados en Lisboa decidió que debía tomar medidas para controlar a la población española residente en Portugal, “ante la falta de patriotismo de algunos españoles en situación de reemplazos llamados a filas”.