Mérida prohíbe a sus concejales y funcionarios aceptar regalos de empresas, o comer con ellas

Antonio Rodríguez Osuna, alcalde socialista de Mérida, estuvo días atrás en Ávila en una reunión del grupo de ciudades Patrimonio de la Humanidad. El alcalde anfitrión le obsequió, como a los demás asistentes, con unas judías del Barco de Ávila y una botella de vino, algo que se podrá tomar tranquilamente en su casa porque no entraría en las prohibiciones del ‘Reglamento de regalos’ que Osuna y su equipo de gobierno prepara.

Se trata de que nadie pueda poner en entredicho a un concejal, o a un funcionario, por contratar con una empresa “que nos haya regalado algo”. El reglamento en tramitación, que creen el primero de sus características en la región, prohíbe a los 25 concejales de la Corporación, por lo tanto también a los de la oposición, y a todos los empleados, aceptar regalos procedentes de empresas privadas, contraten o no con el Ayuntamiento.

Aunque no se recoge en ese reglamento, que ya tiene informe jurídico favorable y pasará ahora por la junta de gobierno y comisión municipal de hacienda, el alcalde Rodríguez Osuna ha prohibido a los concejales de su grupo, y a los funcionarios, aceptar comidas con representantes de empresas.

“Los funcionarios ya tienen un horario suficiente, de ocho de la mañana a tres de la tarde, para reunirse con las empresas, y nosotros los miembros del equipo de gobierno tenemos todo el día para recibirlas en nuestros despachos”.

A pesar de que transmitió esa indicación desde el principio, tuvo que repetirla luego porque “me enteré de que algún funcionario lo había hecho”.

Oficiales o personales

El reglamento de regalos distingue entre los institucionales, que son los recibidos en actos oficiales o por razón del cargo político o funcionarial, y que deben pasar al patrimonio municipal, y los personales que son obsequios recibidos de escaso valor y no pueden proceder nunca, a diferencia de los institucionales, de entidades privadas.

Los que sean perecederos se donarán a organizaciones benéficas, salvo que sean de escaso valor, y todos los demás regalos serán entregados al Ayuntamiento para su depósito en el lugar habilitado al efecto; habrá un registro oficial obsequios recibidos, en el que quede constancia de su carácter, del remitente, de la fecha de la entrega, de su motivo, de la descripción de su contenido así como del lugar de su depósito.

Cada objeto además se publicará en el Portal de Transparencia Ayuntamiento de Mérida, con acceso para cualquier ciudadano sobre la procedencia, descripción y destino del regalo recibido.

Todo esto responde según el alcalde Rodríguez Osuna al deseo de asentar la decencia en la política, cambiar su formas, devolver la dignidad a la actividad pública e instituciones.

Aunque la ley nacional de transparencia, y el estatuto del empleado público, regulan ya la aceptación de regalos, y existen otros reglamentos en los que se ha inspirado, Mérida quiere sacar el suyo propio para definir mejor el problema y su aplicación a todos los que sean parte de la función pública en su sentido más amplio.