Adquirir un medicamento suele ser algo tan sencillo como acudir a una farmacia y presentar una receta, pero tras este gesto se esconden años de investigación, también en Extremadura. Casi 2.000 pacientes han participado en los 265 ensayos clínicos concluidos en la región desde 2010 para probar nuevos fármacos.
El Servicio Extremeño de Salud (SES) ha invertido 5,3 millones de euros en estas evaluaciones experimentales, además de poner sus medios e infraestructuras al servicio de la investigación, que se desarrolla en colaboración con la industria farmacéutica.
No por ello hay que “demonizar” estas prácticas, sino todo lo contrario, afirma el director general de Planificación, Formación y Calidad Sanitaria y Sociosanitaria del SES, Luis Tobajas Belvís, al ser preguntado por las posibles suspicacias que pudieran surgir al respecto.
“Si un prospecto tenía 10 líneas hace 30 años, hoy día puede 10 páginas”, ejemplifica este alto cargo del SES, al valorar esta labor investigadora que se prolonga más allá de la comercialización de los nuevos fármacos.
En la actualidad, 57 profesionales de la sanidad pública extremeña trabajan en 173 ensayos clínicos de esta tipología, concebidos como investigaciones efectuadas sobre seres humanos -una vez superadas las pruebas en laboratorio y animales- para analizar la efectividad y seguridad de nuevos medicamentos antes de su puesta en el mercado.
De ellos, la mayoría, en concreto 73, se desarrollan en el ámbito de la oncología, aunque también se trabaja en especialidades como la cardiología (17), reumatología (17), hematología (15), respiratorio (9), neurología (8) y neumología (7), entre otras, según los datos facilitados a Efe por la Consejería de Sanidad y Políticas Sociales.
Son procesos “muy complejos”, “muy protocolorizados” y de mucha dedicación, pues suelen pasar años hasta que el nuevo medicamento está disponible en la farmacia.
Visto bueno ético
Existen también otra serie de connotaciones, dado que uno de los primeros pasos que debe superar cualquier ensayo clínico es recibir el visto bueno de un comité ético de investigación clínica, que en Extremadura se localiza en Badajoz y Cáceres.
“Es muy difícil que haya errores”, pues se siguen protocolos “muy rigurosos” y controles “muy estrictos”, aunque el riesgo cero no existe, señala el director general al ser preguntado por el fallecimiento el pasado enero de un participante en Francia.
Y es que para desarrollar estos ensayos se necesita algo tan evidente, como en ocasiones complicado: personas que quieran participar. Un total de 1.986 pacientes con enfermedades asociadas la investigación lo hicieron en el periodo 2010-2015 en Extremadura.
No obstante, también se cuenta con la participación de personas sanas para los denominados ensayos clínicos en fase I, de los que el SES desarrolla en la actualidad siete.
Tobajas ha insistido en la importancia de los condicionantes éticos asociados a este proceso pues, en su opinión, no deben ser concebidos como oportunidades para pacientes en situaciones extremas.
De hecho, cuando se está administrando un nuevo fármaco a un grupo pacientes enfermos y un placebo a otro grupo de control, y se comprueba que el medicamento está funcionando, hay que parar. En ese momento “tienes un problema ético con el grupo al que no se lo estás dando” y hay que rediseñar el ensayo, ha advertido.
Respecto al futuro, apunta que se avanza hacia una medicina personalizada, pues puede ocurrir que un fármaco como un ibuprofeno pueda producir un daño fatal a una persona “pese a llevar años en el mercado y tener una seguridad tremenda”. El motivo, la genética de cada individuo.
Esta “medicina a la carta” también se investiga en Extremadura de la mano de un proyecto europeo que lidera la Fundación para la Formación e Investigación de los Profesionales de la Salud, FundeSalud.