Lo dice la Junta, o sea eso que tan pomposamente ahora han dado en llamar Gobex. Uno de cada tres hogares extremeños se mantiene a flote, o sobrevive, gracias a la paga del abuelo.
Eso es el retrato, colegas, en blanco y negro de un tiempo y de una época triste.
Día a día, la propaganda del régimen propagandístico repite cansinamente palabras rimbombantes, pero la realidad tiene la cara curtida de un viejo que paga el pan de sus hijos y los libros de texto de sus nietos.
Es verdad que ni el PP ni Monago han provocado esta crisis. Pero también es cierto que no han hecho nada para arreglarla, aunque ponen mucho interés en pintarla de colorines, en disimular sus consecuencias. A esa tarea dedican mucho tiempo, energía y mucho dinero.
Pero no cuela. La gente está un pelín harta de tanto teatro cuando la olla se ha quedado sin carne, ni patatas, ni garbanzos, ni leches. En el fondo solo queda ya un rumor sordo, creciente, indignado y rabioso que amenaza con romper las viejas cadenas e inundar las calles de esa energía pura que tienen los pueblos que quieren cambiar su destino.
Ahora se habla mucho de la corrupción. Y se preparan deprisa y corriendo leyes anti soborno. Falta hacen, por supuesto. Pero aún se habla poco de la gran corrupción que supone el desigual reparto de la riqueza.
Hay 20 personas en este país que tienen tanta pasta como otros 14 millones de españoles. Hay un centenar de familias que son los dueños de medio país desde hace un siglo y les da igual mande quién mande, en realidad siempre mandan ellos.
Y aquí, en octubre 141.631 parados en unas oficinas de empleo que no emplean a nadie.
Y casi en la mitad de los hogares extremeños todo el mundo en paro, esperando a que llegue otro mes la paga del abuelo. Para seguir tirando.