La hormiga Mayor se ocupaba cada mañana del reparto de las tareas en la granja, ordenaba a los caballos que fueron a los bancos a llevar los papeles, vigilaba si la producción de huevos de las gallinas se ajustaba a los planes quinquenales previstos y otras tareas similares.
Una mañana, hormiga Mayor reunió a la asamblea de animales y les contó: Dicen por ahí, unos malditos liliputienses que he traído a la granja un dromedario como animal de compañía, quienes eso dicen son unos miserables y voy a deciros toda la verdad.
Así hablaba hormiga Mayor y cotorras, cuervos, gallos, zorros, ardillas, loros y todos los demás animales de la granja se dieron prisa en acomodarse en el establo para escuchar las explicaciones. Debéis saber que la producción de remolacha, dijo hormiga Mayor, va muy bien, mejor que nunca, y digan lo que digan los antiguos cerdos y los malvados humanos, ahora tenemos más heno que antes, ya sabéis que eso es así, y además lo digo muy seriamente, y mi buena amiga la vaca lo puede atestiguar, que tenemos también un veterinario muy bueno, que es alto y rubicundo como manda la ley de la granja ¿Está claro?
Pero si el dromedario come mucho y no nos cabe en la granja, ¿por qué lo quieres tener aquí hormiga Mayor? ¿No será mejor dejarlo en el desierto?, dijo un gato que de pequeño había recibido la coz de un camello y por ello aborrecía a toda la familia de los camélidos.
A ver, lo voy a aclarar todo, y no me van a callar, dijo hormiga Mayor. Y así habló: No me ha gustado, señor gato, que insultes a mi abuelita, que está ya muy mayor, y tampoco ha estado bien que me digas que no veo bien de lejos, no me gusta nada ¿eh? Que lo sepas, y cuidado, que te he calado, dijo hormiga Mayor. Bien, bien, bien, dijeron las otras hormigas mientras loros, perros, caballos, cebras, burros, periquitos, gallos y el resto de habitantes de la granja movían la cabeza, pesarosos o cabreados, según su carácter y condición.
Así acabó la asamblea en la granja. Los gallos se fueron a kikirikeando, los gatos hacían gatuperios, los gansos hacían gansadas, las cotorras a lo suyo, y así, en este plan.
Y al otro día, hormiga Mayor convocó una nueva asamblea en la granja. Y les dijo: Ahora voy a deciros toda la verdad; en realidad el dromedario tiene solo dos patas y una joroba muy pequeñita, apenas se ve, es un animal de compañía, eso está muy claro, pero hay una conspiración planetaria que me tiene tirria porque tengo una moto guay y os digo, muy en serio, muy en serio, que el año próximo va a llover.
Y se disolvió la asamblea. Y al otro hubo otra, y más de lo mismo Y otra. Y al cabo de 34.000 días y otras tantas asambleas, algunos animales comenzaron a mosquearse con hormiga Mayor e hicieron cónclaves para hacer otra rebelión en la granja, como cuando entonces. Pero luego lo dejaron porque el grajo dijo que ya no estábamos en los orwelianos tiempos de 1.984.
Y al cabo de los días, ovejas, caballos, gallinas, perros, linces, burros, gatos, gansos, patos… estaban ya tan aburridos de tan asombroso debate, y tenían tantas ganas de irse a comer y ver un partido del Borussia Dormunt que creyeron que era mejor aceptar al dromedario como animal de compañía que seguir con tamaño rollo.
Y así lo hicieron. Pero mientras volvía cada mochuelo a su nido, el gato que ya no estaba triste y azul sino rojo y cabreado, movió la cola y recordando a Galileo Galilei sentenció, vale, aceptamos dromedario como animal de compañía, pero que conste que tiene cuatro patas y tiene joroba.