Uno de mis propósitos para este 2023 que acabamos de estrenar va a ser darle color a Extremadura. Dejar atrás las concepciones y políticas que nos condenan a ser una tierra en blanco y negro y abrirnos a otras realidades cromáticas, que no solo aportan luz y color, sino que sobre todo generan riqueza, bienestar, igualdad, garantizan los servicios públicos básicos y respetan los derechos humanos. Por eso, hemos comenzado una serie de foros temáticos participativos para escuchar a personas expertas, colectivos y organizaciones que están luchando para transformar esta tierra.
El primero de ellos lo hemos celebrado precisamente esta semana y ha estado centrado en la Educación. Y en Educación no porque sí, sino porque estamos seriamente preocupadas por la situación en la que se encuentra el sistema educativo extremeño, tras cuatro años de recortes perpetrados por el gobierno de Fernández Vara. Y es que en esta cuestión hay que decir que lo han hecho rematadamente mal, ya que están desaprovechando la oportunidad de tener una Educación de excelencia.
La baja natalidad que condena nuestra región puede convertirse en un motor para mejorar la Educación que ofrecemos a la juventud, ya que reduciendo las ratios, dejando de tener aulas hacinadas, podremos lograr una Educación cuasi individualizada que permita a los menores, no sólo adquirir los conocimientos necesarios para incorporarse en un futuro al mercado laboral, sino también, y sobre todo, para educar ciudadanos libres, responsables, con pensamiento crítico y respetuosos con los derechos humanos.
Sin embargo, esto no está siendo así. En vez de reforzar la Educación pública, que es además un ascensor social, que garantiza que cualquier persona pueda llegar a ser lo que ella quiera ser sin atender a sus condiciones socioeconómicas, están desmantelándola. Y a los hechos me remito. Durante estos 4 años no solo se han cerrado líneas educativas, se han cerrado 5 colegios públicos. El último, el CEIP Juan XXIII de Mérida, mientras se mantiene la dotación económica para centros concertados ubicados en los mismos barrios y pueblos donde se han clausurado las aulas públicas.
Esto no lo podemos consentir. Como tampoco podemos consentir que, por ejemplo, este curso escolar tengamos 300 docentes menos o que el profesorado esté saturado con trámites burocráticos por no contar con suficiente personal administrativo o que los coles e institutos no reciban la financiación suficiente para poder funcionar con normalidad.
Todo esto, y mucho más, se expuso esta semana en el primero de nuestros encuentros de Dando Color a Extremadura. De hecho, uno de los ponentes, un experto en Educación con una reconocida trayectoria en defensa de la escuela pública, Raúl Gijón, llegó a decir que nos encontramos ante una situación de emergencia educativa. No puedo estar más de acuerdo con él.
Y ante las emergencias hay que poner medidas encima de la mesa. Son muchas las políticas que se pueden adoptar en la región para lograr esa excelencia en la Educación de la que hablaba, desde la bajada de ratios, el incremento del personal docente, administrativo y de servicio en los centros públicos, atender y escuchar las necesidades de la comunidad educativa, y en especial, las de los estudiantes o la apuesta por la escuela rural como revulsivo para luchar contra la despoblación, entre otras. Pero para ello, hay que tener ambición. Pero ambición de verdad, no esa que aparece en los eslogan de precampaña electoral para que luego nos planteen las mismas recetas de siempre.
Nosotras sí que tenemos esa ambición para lograr la Educación pública que nos mereceremos. Y un ejemplo de ello es la gratuidad de los comedores escolares y aulas matinales que hemos logrado arrancarle al PSOE en la negociación presupuestaria. Una medida que beneficiará a las familias en este contexto de escalada de precios, pero que para nosotros es simplemente el primer paso para cambiar la concepción que se tiene de estos espacios. Tienen que dejar de ser meros comederos de niños y niñas para convertirse en espacios universales, gratuítos y saludables, que apuesten por las cocinas tradicionales y por alimentos cocinados en el día con productos de cercanía, ya que no solo son beneficiosos para la salud de los menores, sino que también crean dinamismo económico en nuestros pueblos y barrios.
En Educación hay que cambiar muchas de las políticas que se han llevado a cabo en los últimos años. También en otros sectores de nuestra región. Por eso, os invitamos a que dejéis a un lado el blanco y negro y os unáis a nosotras para darle color a Extremadura.