Ante el debate de investidura: ¿Qué hacer?

Daniel Hierro Fresno, diputado electo de Podemos Extremadura

“No quiero ser el presidente autonómico que más gane, pero tampoco el que menos”: Guillermo Fernández Vara

Se acaba el tiempo de campaña para el PSOE y con él todo el tinglado de eslóganes prefabricados, promesas de redención y gestos cargados de simbolismo. El partido encabezado por Guillermo Fernández Vara se enfrenta de nuevo al timón del gobierno y a esos dos botones - rojo y verde - que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca ha popularizado como ejemplo pragmático de la disyuntiva ante la que se encuentran los diferentes gobiernos a la hora de implementar nuevas leyes: apretar el botón de las leyes que  ayudan a los de abajo a tener una vida digna, o ceder a las presiones de los de arriba y seguir legislando como hasta ahora. 

En ese contexto a Podemos Extremadura nos llega también la hora de hacernos mayores y empezar a desarrollar nuestra acción institucional. La primera de esas acciones es la votación de investidura del Gobierno Regional. No es un tema baladí, de hecho la propia formación de un gobierno del PSOE depende en parte del sentido de nuestro voto,  por eso en las siguientes líneas expondré las líneas fundamentales que a mi juicio deberían guiar el mismo. 

En Junio del 2011 el PSOE salía derrotado de la elecciones autonómicas. El Partido Socialista, liderado por Guillermo Fernández Vara, perdía el control de la Junta de Extremadura tras más de 28 años de gobierno monocolor. Los efectos de sus políticas de gestión de la crisis -con sus recortes de sueldos, derechos y coberturas sociales- pasaban factura al ejecutivo regional y abrían por primera vez en la historia del régimen del 78 la formación de un gobierno del Partido Popular. 

Pero el cambio de color en el gobierno, formado ahora por el Partido Popular de Monago, no trajo la buena nueva anunciada en la campaña electoral. El nuevo gobierno, ahondó aun más en los recortes y privatizaciones iniciadas por el anterior ejecutivo, al tiempo que desarrollaba una política comunicativa de corte demagógico en que los datos eran cogidos con pinzas y plantados en grandes vallas publicitarias para tratar de engañar a una población que sufría grandes dosis de cruda realidad diariamente. 

En 2015 de nuevo, y a pesar de haber perdido más de 30.000 votantes, el PSOE logra hacerse  con la victoria por minoría e intenta formar gobierno. Es el mismo PSOE, con una dirección política en la que apenas hay cambios, que en la anterior legislatura prefirió apretar el botón del beneficio a las grandes fortunas dejando con ello en graves dificultades a una parte muy importante de la población, que además era en su mayoría parte  de su propia base. 

La incredulidad de una gran parte de la población incluido nuestro propio partido es más que razonable. El mismo PSOE fundador del neocaciquismo en Extremadura, aquel que calló e  implementó sumiso los recortes de Zapatero  hace apenas cuatro años, se presenta con un discurso calcado del nuestro en importantes aspectos y una mochila tan llena de buenas intenciones como vacía de argumentos concretos. Y nos lo tenemos que creer. Tenemos que creernos que a partir de ahora se van a acabar el caciquismo y el enchufismo en la administración que ellos mismos moldearon; tenemos           que creernos que la repentina aparición de diputados y diputadas del PSOEx en algunas manifestaciones y luchas es algo más que una pose ante los micrófonos; que se van acabar los privilegios de las grandes fortunas y se va a financiar con ello las políticas sociales. ¿Tenemos que creerlo?. 

Más allá de los cantos al Sol, la intuición y el sentido común nos dicen que no. Estamos atravesando la mal llamada recuperación de la crisis con un aumento exponencial en la pérdida de derechos adquiridos por las generaciones que nos precedieron, y a las cuales debemos tanto. La ofensiva neoliberal - que hace años se adueñó de los aparatos de los partidos socialdemócratas- se encuentra fuerte en el plano económico y en una posición de ataque en el plano político. El ministro de Hacienda Cristóbal Montoro y el gobierno conservador del PP ya han dado un toque a las cuentas presentadas por Monago en el último ciclo, y a ello hay que añadir el paquete de recortes que tienen preparado en caso de ganar las elecciones. 

Por todo ello, solo un gobierno formado por y para la mayoría social de trabajadores, precarios, autónomos y pequeñas empresas -que son quienes sustentan nuestra actividad económica- puede enfrentarse al tsunami neoliberal y anteponer los intereses de la mayoría a los de las grandes empresas y los de arriba en general. Y el PSOE extremeño, más allá de algunos gestos de buena voluntad y otros simbolismos, se encuentra en las antípodas de ser ese gobierno. La intuición empírica nos lleva más por la lógica de que si son los mismos y no ha habido grandes cambios en sus ideas, el escenario más probable será el de un gobierno muy parecido al de la penúltima legislatura en el que siempre habrá un sujeto externo al que culpar de las políticas económicas, ya sea de ámbito estatal o europeo. Teniendo en cuenta que en cinco meses o antes quizás se celebrarán elecciones generales, quizás en los próximos meses seamos testigos de alguna medida de corte progresista que trate menguar esa debilidad, tras las elecciones, ni siquiera eso será necesario ya. 

Durante estos días, estamos abriendo de nuevo un proceso participativo para que nuestros inscritos decidan el sentido de nuestro voto en la investidura. Teniendo en cuenta este contexto, desde mi punto de vista el mismo está claro. En la primera sesión al menos deberíamos votar en contra. Los argumentos y garantías que se nos han dado no son en absoluto suficientes para justificar nuestro voto a favor.

Sólo en caso de que en siguientes votaciones el PP rompiera su promesa de abstenerse deberíamos cambiar nuestra posición hacia la abstención. Y con una advertencia clara: vigilaremos cada paso que den, cada nueva ley, en especial en los primeros tres meses, para asegurarnos de que el cambio prometido no es ficticio y que las mayorías sociales notan el efecto de cambio de gobierno. En el caso contrario los ciudadanos extremeños ya sabrán que hacer para las próximas elecciones. Y Podemos Extremadura estará ahí para recordárselo.