A Monago le está costando bajarse del coche, bajarse del cargo. Posiblemente, no debe ser sencillo deshacerse de tanto oropel de escoltas, asesores, vehículos y demás atributos del poder … e incluso debe resultar complicado desprenderse de las palabras, gestos y actitudes que durante los últimos cuatro años incorporó a su repertorio político y vital.
También ahora, en el debate de investidura, cuando ya no era el eje al que iluminaban los focos, quiso seguir siéndolo y en algún momento tuvo que escuchar que este debate de investidura ya no era el suyo, no era su tiempo, que ya no era la estrella. Es verdad que estaban en la cámara, Vara y Monago, y muchos rostros de anteriores etapas, pero ni siquiera nosotros, los entonces, éramos ya los mismo.
En esa difícil pendiente, Monago le espetó al presidente electo que le hablará de presidente a presidente, y también dijo que a partir de ahora habrá dos gobiernos, uno, el de Vara, otro, el de Monago, en la sombra, aclaró. De manera que si hasta ahora con un gobierno íbamos apretados, ahora con dos habrá que echar a correr, por si acaso.
Y siguiendo en esa nube de la que tanto cuesta bajar Monago planteó nueve medidas, nueve exigencias, nueve proyectos de gobierno. Quiere que gobierne la lista más votado, que haya dinero para la educación concertada, que no haya un plan de ajuste al que obliga su colega Montoro, que Vara haga esto y haga aquello… pero ay, ay¡¡ que ni siquiera este Vara es el de entonces, y le ha dicho muy clarito que nunca más, nunca más, le pondrá la otra mejilla.
Así, viendo como está el mundo terrenal es comprensible que a Monago le cueste tanto bajarse del coche. Pues normal ¿no?.