La segunda transición

En 2011, Fernández Vara, candidato a la reelección para la presidencia de la Junta, desarrolló una campaña electoral en la que introducir un mensaje que no llegó a calar entre la gente, ni en los medios; tal vez no era el momento o quién sabe por qué.

Venía a decir por entonces el candidato Vara, mayor de 2011, que había llegado el momento de hacer una segunda transición en Extremadura, que era necesario empezar a cambiar muchas cosas en esta región. Al final de la campaña, lo que cambió fue el PP por el PSOE y en lugar de una segunda transición hubo retroceso en servicios públicos y libertades, pero eso es otro cantar.

Luego llegó la dureza de la crisis, las protestas en las calles, el abismo de la desigualdad y el profundo foso entre muchos ciudadanos y sus representantes.

Tal vez ahora, en un escenario tan válido como otro cualquiera, pudiera ser el momento de replantear, con otras miras y con otras aspiraciones y experiencias esa segunda transición que verdaderamente necesita esta región tras un sistema político, económico y socio cultural que se mantiene más o menos inalterable desde hace cuatro décadas.

Ahora no hay mayorías absolutas en la Asamblea, hay vientos de cambio en diversos sectores sociales, y parece que se mueve cierto deseo de corregir viejos errores para que no nos persigan eternamente cual fantasmas de una tragedia de Shakespeare.

Es necesaria una segunda transición política, claro está, en las formas, en los objetivos, en la ley electoral, en relaciones de la política con los ciudadanos… Y tampoco vendría mal que una política remozada desde la normalidad y el sentido común se atreva también a abrir las ventanas de una segunda transición en otros ámbitos como la universidad, la magistratura, patronales, sindicatos, medios, banca… Hay compartimentos estancos tan cerrados, que agradecerían un poco de aire fresco.