¿Por qué reciclamos tapones de plástico?
Cuando donamos un kilo de comida para una campaña benéfica sabemos que nuestra aportación acabará alimentando a alguien que lo necesita ya que, por norma general, el producto que donamos acaba directamente en manos del beneficiado, pero, ¿de qué forma ayuda la recogida de tapones de plástico?, ¿qué tienen de especial respecto al resto de materiales plásticos?, ¿Cómo se transforma un tapón en dinero?
Los motivos del valor de los tapones de plástico son varios. En primer lugar, el material del que están hechos es polietileno de alta densidad, un tipo de plástico de bastante calidad y muy valioso en el mercado. Por otro lado es un material que llega muy limpio a las plantas de reciclaje, además ocupa poco espacio y ofrece muchas posibilidades de almacenaje. En definitiva se dan todas las condiciones para que la recolección de los tapones sea rentable, aunque sería imposible llevarlo a cabo sin la labor de las asociaciones benéficas.
Según José Antonio Blanco, responsable de compra de materias primas en la única planta que gestiona el reciclaje de tapones en Extremadura hasta hace unos años, los tapones no se aprovechaban para nada. “Antes de que las asociaciones empezaran a recogerlos, los tapones iban al vertedero, los geoparques no tenían capacidad técnica para recuperar ese material tan pequeño”.
Sin duda la labor de las asociaciones es un elemento clave en todo este proceso, la única forma de poner a tanta gente de acuerdo es por una buena causa. “Es inviable recogerlo a nivel particular, pero las asociaciones consiguen recopilar tapones de mucha gente, por eso la recogida de tapones no se entiende si no es para causas solidarias”, asegura José Antonio.
400 euros/tonelada precio de venta
Cada tonelada de tapones (alrededor de 500.000 unidades) se paga a 200 euros de media. Las asociaciones recolectan la mayor cantidad posible y los venden a las plantas de reciclaje, así convierten los tapones en dinero. Una vez allí, después del proceso de lavado, clasificación, trituración y fundición, el precio de la granza, que es como se denomina al material resultante, asciende a 400 euros por tonelada.
Por eso para las empresas el carácter benéfico de estas campañas no es lo único que importa, teniendo en cuenta que no tienen que pagar la “mano de obra” de la separación de los tapones (porque sería inviable) y que obtienen un producto “limpio” y listo para ser transformado, el coste de la materia prima es bastante barato.
Finalmente, casi todos los tapones que reciclamos acaban convertidos en cajas para transportar la fruta, por ejemplo, aunque lo realmente importante es que por el camino, antes de convertirse en cajas, han facilitado la vida a personas que lo necesitan.