No sólo salvaremos el Silo de Mérida, salvaremos también el patrimonio industrial de España de la codicia de los especuladores y de su derribo con piqueta. El ministro Guirao despierta y prepara una ley para salvar la memoria industrial.
Desde el 3 de enero de 2017 llevo defendiendo que el Silo de Mérida se debe salvar de la piqueta y la especulación urbanística. La resolución de 27 de julio de la Consejera de Cultura e Igualdad de la Junta de Extremadura ha colmado el vaso.
La opinión acomodaticia de un ex alcalde de Mérida (a quien he visto tantas veces en los periódicos de la hemeroteca municipal de Mérida como candidato de un partido y que al final llegó a ser alcalde en las listas de otro con más garra electoral, y no repitió como cabeza de lista al perder las elecciones siguientes) es inexplicable. Se jacta de que, cuando era oposición como concejal en el penúltimo partido en el que militó, defendió el valor cultural del Silo quedándose solo en su propuesta por aquel entonces. Repaso la hemeroteca y cuando era alcalde no movió ni un dedo para conseguirlo. En septiembre 2018 no defiende que se declare bien de interés cultural el Silo de Mérida en la categoría de monumento y se contenta con que se dedique, como tal vez desea el comprador in alegatione viva, en residencia de ancianos u hotel y el ex-edil solo se plantea un “nivel adecuado de protección” que “conserve su fachada y su estructura” a cambio de un plato de lentejas que consiste en los escasos empleos que puede producir esa posible industria hotelera como “factor de desarrollo económico”.
La fábrica antigua que pierde su función puede adquirir una nueva función: ser museo de lo que fue y ya no es. La Junta de Extremadura que declaró Bien de Interés Cultural A Fala, aunque no aparecía expresamente mencionada en ninguna ley de patrimonio, también salvará, ante la evidencia del sentido común, el Silo de Mérida, y con la razones expuestas por otros ex-ediles, asociaciones e intelectuales lo declarará Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento.
La oposición dialéctica a la revocación de la consejera Leire Iglesias Santiago ha despertado desde principios de septiembre a los responsables del Ministerio de Cultura, presidido por José Guirao. Como siempre la función crea el órgano. Ante la realidad especulativa en la que se están convirtiendo los edificios del patrimonio industrial abandonados surgen intelectuales, directores de museos e investigadores del patrimonio industrial español de todo el territorio nacional, que saben y ponen en su justo valor esos edificios.
Los silos diseñados en la última década de los cuarenta del siglo XX en España han cumplido una misión muy importante para la economía agro-industrial hasta la liberalización de la venta de los cereales. Ya no tienen función económica y comercial para la que se edificaron. La mayoría se conservan en excelentes condiciones de solidez. Los que están en el centro de las poblaciones son pieza muy codiciada por los especuladores, compran barato en subastas agotadas y si no están protegidos en unos años se convierten en zona urbanizable.
No entiendo cómo se puede empezar un artículo a favor del comprador del inmueble sin tener en cuenta las opiniones de los cronistas de la ciudad, de los informes favorables de la Real Academia de Extremadura, de la Universidad de Extremadura y la Comisión de Monumentos de la provincia de Badajoz, y del Director General de Patrimonio de la Junta de Extremadura.
Y menos entiendo que la consejera de Cultura, doña Leire Iglesias Santiago, tome como suyo un dictamen no vinculante de la abogacía de la Junta de Extremadura y en la resolución del DOE no se expongan ni las razones de los alegantes (empresa compradora y organismo vendedor) ni las razones expuestas en los numerosos informes del expediente.
Lo dice un periódico y debe ser noticia fiable: el ministro de Cultura, José Guirao, prepara, sospecho, por el procedimiento de urgencia una Ley para salvar el patrimonio industrial español.
Nosotros --los que luchamos por la conservación del patrimonio histórico cultural de Extremadura- haremos todo lo posible con las razones que impone el sentido común para salvar el Silo de Mérida de la especulación sin condiciones y de la posible piqueta de lucro rápido, porque vaya por delante no tenemos a ningún allegado en cargo nominado en la Junta de Extremadura y de un modo categórico afirmo que soy partidario de que el Silo de Mérida sea declarado Bien de Interés Cultural con la protección de monumento que permitirá conservar todo el edificio y su estructura: es un auténtico valor arquitectónico, paisajístico y lleno de afectos para los merideños, avencidados y transeúntes nacionales e internacionales.