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OPINIÓN

25 de Marzo, el día de la dignidad extremeña

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La historia de Extremadura es una historia que en muchas ocasiones ha sido ocultada por quienes, durante décadas, han creído que la región era su cortijo y que podían ordenar cómo contar y a qué figuras históricas ensalzar, en función de sus intereses.

Es el modus operandi habitual de los dirigentes que de forma caciquil han gobernado esta tierra. Y el más claro ejemplo es que hace escasas semanas el propio ex presidente de la Junta, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, reconoció públicamente en una entrevista que la designación del 8 de Septiembre como Día de Extremadura fue una cacicada suya.

Una elección que no es un hecho baladí porque con ella se consagró el Día de Extremadura a una figura religiosa en una comunidad que aparentemente es laica y se invisibilizó el hecho histórico más importante de nuestra historia reciente, como fue la revolución campesina del 25 de Marzo, que debería ser el verdadero Día de Extremadura.

Se invisibilizó a propósito, que hace 87 años más de 80.000 yunteros se alzaron para reclamar que la tierra fuera para quien la trabajara. Este es el mayor ejemplo, en nuestra historia reciente, de la lucha de los extremeños por labrarse un futuro mejor en esta tierra.

Y no, no es una historia de una derrota, como dijo en esa misma entrevista Ibarra. Es una historia de dignidad. La dignidad del pueblo extremeño, que se sigue constatando en la actualidad en las múltiples batallas que se están librando estos días. Esa dignidad la vemos, por ejemplo, en la movilización contra el macrovertedero; en la oposición a los proyectos mineros; en la reivindicación de un tren digno; en la defensa de los servicios públicos o en la exigencia de una atención sanitaria decente. Estas, al igual que el 25 de Marzo del 36, no son historias tampoco de derrotas. Son ejemplos de lucha, de fuerza, de dignidad y de que Extremadura no se resigna.

Por eso, es tan lamentable que se haya querido ocultar esta fecha. Tuvo que ser mi grupo parlamentario el que, a través de una iniciativa que logramos aprobar en la Asamblea, consiguiera que este hecho histórico entrara en las escuelas porque hasta entonces ni se estudiaba ni se nombraba.

Y sigue siendo lamentable que, precisamente estos días, el máximo dirigente regional, el señor Fernández Vara, no haya nombrado ni una sola vez esta gesta en ninguna de las numerosas intervenciones públicas que ha tenido. Es necesario conocer nuestra historia, reconocerla públicamente y rendirle el homenaje debido.

Sigo sin poder entender por qué el PSOE le molesta tanto el 25 de Marzo. No entiendo, o quizás sí, por qué sigue teniendo tan olvidado este ejemplo de dignidad. Puede ser porque les sobren las reivindicaciones ciudadanas o porque lleven tanto tiempo acostumbrados a hacer de esta región su cortijo particular, como se está demostrando estos días con el caso del alcalde de Mérida, que todo lo que se escape fuera de su control les genera urticaria.

Pero el 25 de Marzo está más vivo que nunca, aunque les pese. Y las figuras históricas del regionalismo que han intentado ocultar, también. Y me estoy refiriendo, por ejemplo, a Antonio Elviro, padre del extremeñismo, que ha estado sometido al más absoluto silencio institucional, y que muchos estamos intentando rescatar del olvido.

Elviro apoyó firmemente las ocupaciones de tierra por parte de campesinos y yunteros y fue uno de los mayores fustigadores de caciques y terratenientes. Muchos historiadores equiparan su figura a la de Blas Infante en Andalucía, pero mientras en la comunidad vecina se le homenajea cada año, aquí en Extremadura, tuvimos que ser de nuevo nosotras quienes lleváramos a Elviro a la Asamblea para reconocer su legado.

Seguiremos haciéndolo. Seguiremos luchando por rescatar del olvido nuestro pasado más reciente. Porque fuimos, somos. Porque somos, serán.

Irene de Miguel, Portavoz de Unidas por Extremadura