El alcornoque, al borde de la extinción en Extremadura en las próximas décadas por el cambio climático

Los efectos del cambio climático pueden provocar un aumento de temperaturas de entre 2,5 y cuatro grados en las próximas décadas en Extremadura. Algo que afectará a las especies arbóreas, especialmente al alcornoque, que puede entrar en riesgo de extinción local.

Son las conclusiones del equipo liderado por el catedrático de la Universidad de Extremadura Ángel Felicísimo, dentro de un estudio encargado por la Oficina Española de Cambio Climático.

Los mapas de previsiones elaborados por los expertos sitúan a Extremadura, junto a la cuenca del Guadalquivir, como los territorios donde más podrán notarse los efectos del calentamiento global.

Todos los modelos coinciden en un aumento de las temperaturas y un cambio de las condiciones ambientales, sobre todo en verano, que pueden llevar al declive del alcornoque. 

Modelos de estudio

En la elaboración de este estudio tuvieron en cuenta varios modelos predictivos y varios escenarios. Todos concluyen que el alcornoque prácticamente desaparece. A las temperaturas le puede acompañar un aumento de la aridez que someta a esta especie a un importante estrés hídrico y su declive. “Si la media de temperaturas en agosto es de 38 grados, y sube hasta los 41, estamos fuera de límite. Hay que tener en cuenta además los efectos combinados, como puede ser una consecución de varios meses muy cálidos”.

La encina soportaría más, aunque también presenta una vulnerabilidad media-alta. Mientras que las previsiones del melojo, de una zona más húmeda, son malas.

Cambio climático en la Península

Felicísimo coordinó el proyecto de flora del estudio “Impactos, Vulnerabilidad y Adaptación de la Biodiversidad Española frente al Cambio Climático”, que concluyó que hasta el 20 por ciento de las especies forestales en España se pueden ver afectadas por el calentamiento global. Las especies más amenazadas serían según sus conclusiones pinsapos, abetos, encinas, alcornoques y los robles albar.

El experto expuso las conclusiones días atrás en las jornadas ‘El cambio climático en Extremadura’, organizadas por la plataforma Alianza por el Clima, de la que forma parte Ecologistas en Acción Extremadura y otras organizaciones conservacionistas.

Periodo 2040-2070

Trabajaron en tres horizontes temporales, el primero de ellos en el periodo 2011-2040, seguido de los periodos 2040-2070 y 2070 y 2100. Se fijaron en el modelo 2040 y 2070, con vistas a una planificación que pueda paliar los efectos del calentamiento global.

Son unos datos preocupantes para una comunidad que tiene en la industria corchera una importante fuente de ingresos. Un incremento de la aridez tendría un efecto directo en la bajada de la producción.

Advierte de otros efectos, por ejemplo en los cultivos. A su juicio sería necesaria más agua y una racionalización de los riegos desde los regadíos. Aunque en la actualidad existen grandes embalses “hay que tener en cuenta qué ocurrirá cuando las lluvias bajen durante varios años, suban las temperaturas y la evaporación sea enorme. Algo que puede obligar a hacer una selección muy estricta de qué regar y qué no”, advierte. 

El estudio de investigación

La investigación de este catedrático, que imparte clases en el centro universitario de la Universidad de Extremadura en Mérida, parte de los denominados ‘modelos predictivos’. Consiste en analizar cómo puede verse afectada una planta que tiene, por ejemplo, unos límites de agua en verano de 200 litros por metros cuadrados ante un aumento de las temperaturas que no le permita disponer de esa cantidad en verano.

Elaboraron los datos del clima reciente a partir de la información facilitada por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Se hicieron unas tablas con mapas futuro del clima de la España peninsular con tres modelos de cambio climático y dos escenarios diferentes: un modelo más ‘optimista’, que señalaba que se podían reducir los gases, y otro más drástico que entendía que no se iban a reducir. 

Se analizaron 75 especies que forman parte de las formaciones de bosque y arbustos de la España peninsular. Las conclusiones apuntan a un incremento general de las temperaturas en la Península, más acentuada en la mitad sur, y una reducción de las especies arbóreas de forma generalizada. La reducción de las precipitaciones sólo se constata según sus tablas en la España Atlántica (Galicia, Cantabria, País Vasco).

“En el caso de Extremadura las predicciones de la lluvia son muy erráticas, no hay una tendencia clara, aunque las estadísticas sí coinciden en el aumento de las temperaturas en verano”.

Cambio climático y seca de la encina

Una de las consecuencias de la subida de las temperaturas a nivel general es la colonización de nuevas especies a zonas más frías, algo que ya está ocurriendo con algunos arbustos de alta montaña.

El clima también afecta a las plagas de la dehesa y tendría sus efectos en la seca de la encima. La produce un hongo microscópico, fitóftora, que provoca la pudrición de las raíces e impide la absorción del agua y de sales minerales del suelo. Ya coloniza diferentes focos de la región, aunque también en Andalucía, Castilla-La Mancha o Portugal.

El catedrátrico Ángel Felicísimo apunta a las últimas investigaciones lideradas por la Universidad de Córdoba, centradas en los efectos del calentamiento global en la seca de la encina y los insectos sirófagos que devoran la madera. La universidad andaluza predice un agravamiento del caso de estos insectos, con la extensión de la plaga, mientras que en el caso de la seca concluye una reducción del problema en este escenario.

Soluciones

Como soluciones apunta a la necesidad de reducir los efectos de gases contaminantes a nivel global. Las estadísticas muestran que se han emitido más, pese a los convenios y acuerdos para controlarlo. “Si no se dejan de emitir no parece que haya una buena solución”.

“Es un problema que se escapa, porque las actuaciones locales, como las que planteas los grupos ecologistas en cuanto al ahorro de agua personal, no es nada respecto al problema general. El problema está mucho más arriba, con la actitud de EEUU en torno a este tema todo se ha retrasado unos años. Desconocemos dónde está el punto de no retorno”.

Ha propuesto en su trabajo soluciones 'paliativas', como la reducción de la fragmentación del bosque. Aboga por recuperar el bosque y todas aquellas zonas que fueron usadas para el pastoreo y que ahora están abandonadas. Señala que el bosque extenso puede ser más resistente a cambios ambientales que uno disperso, “algo que exige hacer planes de repoblación y forestales con esta intención, con el objetivo de recuperar amplias extensiones”.

Una medida importante según comenta es la lucha contra incendios y más recursos para una detección temprana, con la gestión correcta de los montes para reducir el combustible. También un acopio de semillas, lo que se conoce como 'germoplasma', una medida que se hace en todo el mundo y que supone guardar variedades a modo de reserva.