Han sido siete toneladas de comida. Legumbres, leche, galletas, latas... Productos de primera necesidad que para muchas familias suponen todo un lujo, y este sábado han recibido como reparto organizado por el Campamento Dignidad de Mérida.
Son víveres procedentes del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) y facilitados por Cruz Roja. Los ha distribuído entre más de 300 familias, en su local de la Urbanización Los Álamos de Mérida. Calculan que con este reparto se cubrirán las necesidades básicas alimentarias de un millar de emeritenses.
Las familias han esperado tranquilas, haciendo una cola y aguardando a que les llegara tu turno --todos tenían un número previo--. Para coger los alimentos han entregado su documentación personal y la cartilla del paro, que acredita que se trata de personas con problemas reales para acceder a los alimentos de primera necesidad. Una documentación que posteriormente se transmite a la institución emisora de los productos.
Uno de los miembros del Campamento Dignidad, Jesús Oliva, ha alertado del incremento de familias que acuden a ellos en busca de ayuda. En este último reparto, por ejemplo, han venido 50 nuevas que no estaban inscritas en la lista de beneficiarios. “Pero es que no paran de llegar. Constantemente hay nuevos casos”.
También tienen alimentos de donaciones privadas
Para dar respuesta a las nuevas necesidades, y al resto de beneficiarios fuera de los repartos trimestrales, el campamento dispone de una despensa conformada por donaciones privadas.
Reciben alimentos de supermercados y cooperativas que de manera desinteresada hacen donaciones. También de particulares y de las campañas de recogida de comida que los activistas del Campamento hacen a las puertas de los supermercados.
Los campamentos reprochan las trabas burocráticas que desde la Delegación del Gobierno se ha puesto para que no se hagan cargo del reparto de alimentos. “Nos amedrenta con llevar a la inspección a los repartos, con el objetivo de quitárnoslos”.
“Pero se equivocan, la comida no se la quitan al Campamento, sino a los miles de emeritenses a los que hacemos llegar la comida”.
A este respecto Manuel Cañada, otro de los miembros del colectivo, ha destacado que lo que les molesta a los gobiernos regional y central del PP, es que un movimiento de lucha social tenga la capacidad al mismo tiempo de organizarse y repartir alimentos a cientos de personas. Y además preparar un banco de tierras y una escuela de formación.
“Les molesta nuestro trabajo. Somos el movimiento ‘Viet Cong’ que le planta cara a su poder. Porque nos mueve la dignidad”.