Según una noticia aparecida en este diario hace apenas unos días, en la que se señalaba que uno de cada cuatro contribuyentes extremeños no marca la X solidaria del IRPF, yo debo de ser uno de esos insolidarios, dado que nunca la marco, a pesar de que la declaración me sale positiva, es decir, a pagar.
La noticia hace referencia a la rueda de prensa ofrecida por la delegada de Gobierno junto al presidente de la Plataforma del Tercer Sector en Extremadura, quienes no sólo piden que se marque la casilla destinada a los fines de interés social, sino también la de la Iglesia católica.
Entre mis razones para no marcar ni una casilla ni la otra se encuentran las argumentadas por organizaciones como Europa Laica, que propone suprimir ambas en la declaración de la renta. En cuanto a la razón para no marcar la de la Iglesia, cabe poco decir que no se haya dicho ya desde que esta organización se comprometiera a su autofinanciación progresiva mediante los acuerdos económicos firmados en 1979, acuerdos no cumplidos.
Como botón de muestra de la actitud de la Iglesia en estos asuntos, sirva recordar el año 2001, cuando supimos que Gescartera, una fraudulenta agencia de valores, desvalijó a cientos de familias españolas y a una treintena de organizaciones católicas que especulaban en bolsa con una inversión de 1.885 millones de las antiguas pesetas, el 10% de lo que la Iglesia recaudaba a través de la casilla del IRPF.
Cuando se le preguntó a la Iglesia que qué hacía invirtiendo en bolsa con el dinero recaudado por el IRPF en vez de ayudar a “los necesitados”, el obispo de Astorga contestó: “En estos días que corren, lo que no puede hacerse con estas cantidades es guardarlo en el cajón de la mesilla”. Después vino la crisis.
En cuanto a las razones para no marcar la casilla de fines sociales, existen varias: porque una parte de lo recaudado acaba en la Iglesia católica (que recibe así dinero a través de dos fuentes) o contribuye a realizar la labor de proselitismo de dicha Iglesia; porque, a pesar de que en la campaña a la que hace referencia la noticia se dice que es el contribuyente quien decide a dónde va su dinero, en realidad no se sabe a qué organización social concreta se está apoyando; porque los “fines de interés social” no deben depender, como se señala en la campaña de Europa Laica, de la voluntad anual de los contribuyentes, sino de un Plan de financiación estatal, aprobado por el Congreso de los Diputados, las cámaras de las comunidades autónomas y los ayuntamientos.
Y por último y no por ello menos importante: porque el dinero recaudado por Hacienda es de todos y de todas, tanto de quienes tienen espíritu solidario como de los que no, y el que quiera ser solidario debe hacerlo con el dinero de su propio bolsillo, no con el de la hucha común.
Hay muchas razones para no marcar ninguna de las casillas. Ello no significa que todos los que no la marcamos seamos unos insolidarios o unos inconscientes, como da a entender la campaña anunciada, ni que cuestionemos la labor social que puedan hacer las organizaciones que proponen lo contrario (lo que cuestionamos es su modelo de financiación).
En mi caso particular (y en el de mucha gente a la que conozco) trato de ejercer una asignación de mis ingresos por nómina superior al 0,7% anual en apoyo a determinados proyectos, ONGs, crowdfunding, campañas…, con fines sociales.
Algunas de estas aportaciones desgravan en mi declaración y otras no. Aún estamos esperando que el Estado, las comunidades autónomas y los municipios cumplan con su compromiso de destinar el 0,7% de sus presupuestos a fines sociales, un objetivo incumplido mientras se aumenta con respecto al año pasado un 32% el gasto militar asignado en los presupuestos generales del Estado.