El valor de la Dehesa (nótese la mayúscula)
Vivimos en Extremadura, de modo que no hay que explicarle a nadie lo que es la Dehesa, sin embargo creo que aún a día de hoy es necesario explicar a la gente, también a nuestra gente, el valor de un ecosistema único, que es la síntesis perfecta de la convivencia entre Naturaleza y ser humano, ese animal que ha olvidado que lo es. En la nomenclatura europea la dehesa entra en la categoría de los sistemas agrícolas de “alto valor natural” (sistemas agrícolas HNV). Este tipo de sistemas agrícolas generalmente van de la mano de una larga historia muy arraigada en la cultura humana, del uso de la tierra y las prácticas que le han dado forma y la mantienen. La dehesa, nuestra dehesa, dentro del sistema de clasificación HNV, es el territorio más grande de Europa.
La dehesa aparte de sus valores tradicionales y evidentes, ha generado interés debido a los servicios ecosistémicos que brinda, entre los que se incluye algo tan primordial en este momento de emergencia climática, como es el almacenamiento de carbono, la protección contra incendios forestales, y por qué no decirlo, su valor estético y emocional, su capacidad para darnos sentido de pertenencia, y todo a cambio de una casi inapreciable dependencia de insumos externos.
Para una persona antiespecista, la dehesa es un sistema ejemplar de convivencia como pocos, ya que soporta niveles sobresalientes de biodiversidad, lo que hace que se la incluya en la Directiva de Hábitats de la UE, como un hábitat natural de interés comunitario Natura 2000.
Coexisten más de 140 especies de interés para la conservación, que engloban vertebrados, plantas y unas 264 clases de hongos, además de briófitos ( las plantas terrestres no vasculares, descendientes de las algas verdes y que fueron las primeras en evolucionar hace 500 millones de años tras colonizar los espacios terrestres), más de 140 clases de abejas, 161 de arañas y una gran variedad de lombrices de tierra y mariposas.
Desde lo que es apreciable a simple vista como extraordinario, como son los buitres negros o las grullas comunes y lince ibérico, hasta lo más pequeño, las dehesas por sí solas mantienen una gran proporción de especies en peligro crítico.
Por lo tanto, para definir y defender la dehesa no podemos quedarnos con un único enfoque, debemos entender que es un sistema socioecológico, y que entrelaza a actores diversos, prácticas diversas, biodiversidad, y también servicios ecosistémicos. Y es por ello que la dehesa suscita interés en Europa y en el mundo.
He encontrado un estudio que analiza 128 estudios publicados sobre los problemas de conservación de la naturaleza en la dehesa. Lo pueden leer ustedes en este enlace:
https://ecologyandsociety.org/vol26/iss3/art23/
Este estudio de estudios señala como el primer problema la investigación segmentada, el acercamiento a este sistema integrado de un modo no integrado, estudiando la regeneración del bosque, o la productividad de los pastos, o la conservación de especies amenazadas, o la situación económica como factores independientes, cuando en realidad están altamente interconectados y son interdependientes.
El segundo problema para la supervivencia de un sistema, que es la respuesta de futuro en un escenario de colapso medioambiental (https://www.eldiario.es/ultima-llamada/fridaysforfuture-generacion-colapso-ecologico-postsosteniblidad_132_1341789.html), es el sistema económico del beneficio inmediato. Un sistema altamente irracional, con sus dinámicas expresadas en precios de mercado. Los precios del mercado actual, enemigos acérrimos del futuro planetario, se traducen en presiones que actúan sobre las dehesas, como la intensificación de la ganadería, el abandono de la silvicultura y los cultivos, y la simplificación del uso de la tierra.
Basta con ver que el destino de la dehesa ha estado fuertemente influido por la Política Agraria Común (PAC) que ha creado reglas complejas, y a mi juicio contraproducentes, al categorizar y separa los componentes de este sistema que es un todo complejo, pero un todo, un organismo. Seguramente por ello, este tipo de política que se ha pensado para la conservación está conduciendo al declive de los valores socioecológicos del sistema de dehesa.
Además, ahora mismo, nuestra riqueza de futuro está amenazada por proyectos mineros de extracción. Desde Europa se ha catalogado a Extremadura dentro de las llamadas zonas de sacrificio por el bien general, algo que viene a ser como el equivalente al mensaje manipulador de un maltratador, porque esta región lleva siglos funcionando en aras del interés general de otros. Son las personas de Extremadura las que migran para engrandecer otros territorios, y se llevan con ellas su educación cimentada en la fortaleza de carácter y el trabajo duro, su cultura de amabilidad recíproca, y su capacidad de imaginar nuevos mundos.
Pero parece que esos valores no son los valores de nuestros políticos, criados al amparo de una oligarquía que se debe más a sus lealtades de clase, que a sus obligaciones con la gente corriente. Tendríamos que estar trabajando con los cinco sentidos en tener un futuro sostenible que dejar a las siguientes generaciones. Pende siempre sobre nuestra región la amenaza expresada en el libro de 2019 “Extremadura un futuro sin jóvenes sin futuro. ¿Qué le depara a la juventud extremeña?” (https://www.eldiario.es/extremadura/cuarenta-jovenes-extremadura-estudio-universitario_1_1241306.html), y sería tiempo, ayer ya lo era, de aparcar los megaproyectos que favorecen a las minorías, y dar paso a microproyectos sustentables a largo plazo. Insisto, cualquier acción económica debe garantizar el mantenimiento y la restauración de estos componentes esenciales, y las interacciones entre los componentes tal como nos enseña el sistema de dehesa.
Hay dos grandes verdades innegables en nuestra región, tenemos la tasa de pobreza más alta de todo el estado, y la renta media más baja. Llevamos desde 1986 esperando que la entrada en la Unión Europea, y yo me considero europeísta de la primera ola, logré cambiar estas dos realidades. Llevamos treinta y seis años esperando, pero no sucede porque nuestros gobernantes continúan anclados en dar las mismas respuestas a los problemas, y ya nos advirtió la escritora Rita Mae Brown, en su novela “Sudden Death”: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”.
En todo el mundo, pero notablemente en nuestra Europa densamente poblada, una parte sustancial de la biodiversidad depende de los sistemas agrícolas HNV. Parece que la conciencia social sobre las bondades de la agricultura de alto valor natural está aumentando, ojalá sea así y dejemos a los proyectos de macro minería acumulando polvo en sus carpetas.
Si te apetece apoyar la dehesa, desde la Plataforma de No a la mina de Cañaveral, nos proponen un plan de día completo el 16 de abril de 2022 en la Ermita de San Isidro, en Holguera (Cáceres), comenzando con una ruta senderista de baja dificultad. Después charlas varias y tras la comida, música y cuentos. Tal como hice para la Plataforma Salvemos la Montaña de Cáceres, estoy creando una historia, un cuento, que ayude a dar voz a esta causa… ya saben Ut queant laxis / Resonare fibris / Mira gestorum.
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