La oscuridad en el entorno urbano aumenta el peligro de las mujeres de sufrir una agresión por las noches. No es una leyenda, sino un estudio del Colectivo de Mujeres Malvaluna que muestra a modo de mapa que los espacios públicos de Mérida mal iluminados ponen en riesgo la seguridad de ellas.
Pueden ponerse muchos ejemplos, el último de esta misma semana. Una mujer ha denunciado haber sido víctima de un intento de agresión en las traseras del parque de La Argentina de Mérida, en el paseo de Artes y Oficios. Una zona efectivamente mal iluminada donde esta mujer fue abordada por un hombre en plena oscuridad, aunque logró escapar según ha denunciado.
Gloria Angulo, de Malvaluna, pone de manifiesto que los planes urbanísticos no se han desarrollado pensando precisamente en la seguridad de las mujeres, lo supone uno de los elementos que tiene que reforzarse con urgencia.
Agresiones sexuales
Existe una realidad que solo las mujeres sienten. Ellas, por el simple hecho de ser mujeres tienen miedo, o lo han sentido en algún momento. Cuando andan solas por la calle de noche se enfrentan a un estado inconsciente de pánico, permanecen en alerta. Hay una frase que repiten: “La calle sigue sin ser nuestra”. Y una evidencia: a todas les une la posibilidad de ser víctimas de una agresión.
“Siempre vamos alerta, y no por lo que oigamos, sino porque a casi todas alguna vez nos ha pasado, incluso aquí en Mérida. Hace 5 años a dos de nosotras nos dieron un buen susto de noche un grupo de 3 tíos en un coche, nosotras pensábamos que Mérida era una ciudad tranquila y no íbamos con miedo. Desde entonces vamos más en alerta”. Esta es la experiencia que traslada el grupo de mujeres libres de Salamandras Sincréticas. Comentan que en una sociedad patriarcal las mujeres “estamos siempre en riesgo, pues se nos considera inferiores para todo, y como objetos sexuales para usar cuando ‘uno’ quiere”.
Un concepto que comparte Mujeres Maquinando, también de Mérida. “Violencia machista también es que una mujer tenga que tener la sensación del miedo continuo cuando camina por una ciudad supuestamente segura, por el hecho de ser mujer”.
En cuanto al último intento de agresión en la capital extremeña, Mujeres Maquinando comenta que “los atacantes optan por las zonas en las que se sienten más seguros, como los entornos oscuros”. Reclaman al ayuntamiento que tome cartas en el asunto, “y por supuesto darle importancia a las cosas”. “No restarle importancia al caso, aduciendo que solo ha sido ‘un intenso de’. Lo que esta chica sufrió es un aspecto más de la violencia machista”, comenta este colectivo.
¿Sufren violencia mujeres y hombres por igual?
Las Salamandras no comparten las tesis de quienes piensan que los hombres también sufren violencia, que pueden ser violados al igual que ellas: “el índice es infinitamente menor, son casos de violencia aislados, que cualquier persona puede sufrir, pero aquí estamos hablando de que todas las mujeres tenemos un alto riesgo de violación”.
Intento de violación, abusos en la infancia, una violación consumada o simplemente toparse ante exhibicionista. Son situaciones que los hombres no sufren. “No tenemos los mismos peligros, no es comparable. Por ejemplo, en nuestro grupo a todas nos ha pasado algún episodio de este tipo, y estas cosas no las contamos abiertamente, no hablamos de ello, parece que hay que esconder que nos hayan intentando violar, que nos hayan forzado a tener una relación, que hayan abusado de nosotras, que nos haya salido un exhibicionista, etc. Pues esto pasa, es real, mucho más común de lo que se cree”.
Uno de los conceptos en los que coinciden todas las feministas es que las mujeres no deben avergonzarse por haber sufrido algún tipo de agresión, del tipo que sea, porque “es la sociedad en general y los hombres en particular” quienes deberían de avergonzarse, “pues con las bromas, actitudes y ciertos comentarios machistas, se permiten este tipo de actos violentos”.
¿Por qué no se defiende una mujer?
Tanto las Salamandras como Mujeres Maquinando piensan que a ellas se las enseña a tener miedo desde pequeñas, porque el miedo ‘paraliza’.
“Y lo que interesa es que las personas estemos lo más quietas posibles a todos los niveles. Nosotras creemos que debemos aprender a defendernos, con autodefensa, en grupos, con sprays antivioladores y sobre todo dando la cara y tomando las calles de noche, no quedándonos en casa, pero para eso tenemos que estar unidas y ser conscientes de los peligros”.
“Si tenemos miedo, pues tampoco pasa nada, es que es para tenerlo, la ayuda mutua y buscar estrategias juntas nos ayudará a superarlo”. El mensaje que lanzan es que hay que 'empoderarse' y no sentir miedo, salir solas, a cualquier hora, “porque en caso contrario le estás dando la razón al agresor”.
A este respecto la representante de Malvaluna explica que ellas como colectivo no apuestan por hacer uso de la violencia explícita por parte de las mujeres, sino a desarrollar otras armas –dice—como el modo de caminar, las miradas que una mujer devuelve o simplemente la actitud.
Tanto para Malvaluna, como para Salamacras y Mujeres Maquinando, no cabe la menor duda de que sí.
Aunque existen mujeres a las que les puede gustar el piropo de un desconocido, insisten en que habla de ellas como seres sexuales, y no como seres pensantes. “A algunas mujeres les puede gustar, quizás porque no las han enseñado a valorarse por sí mismas, algo muy normal que suceda en una sociedad donde priman los valores patriarcales, donde las mujeres son consideradas personas de segunda”.
En este sentido apuntan a que son juicios de valor constantes, que no siempre tienen por qué producirse bajo el prisma adulador. Comentan por ejemplo que cuando una mujer no cumple el canon socialmente marcado “se produce el insulto de fea, gorda, vieja”. “Ojo, que estamos hablando de una agresión verbal”, advierten Mujeres Maquinando.