Desde Iraq, postales de compromiso y seguridad de los militares extremeños

Alberto Santacruz (Efe)

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A unos 5.000 kilómetros de distancia hay personas trabajando para que aquí, en Extremadura, haya más seguridad. La libertad de disfrutar de derechos o simplemente de un día de asueto se cose también en Iraq, donde un contingente de 489 extremeños participa en una misión internacional que estos días, en plenas Navidades, se hace algo más difícil de llevar.

Ser militar conlleva lo que es, profesionalidad, sacrificio y buen hacer, con independencia donde sea y cuando sea, pero cierto es que no es lo mismo estar desplegado en Líbano o Iraq a mediados de mayo que en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Reyes.

También es cierto que las condiciones diarias de las misiones internacionales de los soldados españoles ha mejorado mucho en los últimos años, pero allá no se dan las circunstancias para hacer una vida diaria normal, esa que disfrutan quienes en Extremadura estos días acuden a una feria navideña, salen a pasear, quedan con sus amistades o acompañan a sus hijos a recoger las notas.

La otra cara de estas misiones militares en el exterior es la de las familias de quienes se van. Madres, padres, hijas, esposas, esposos, hijos, novias, novios o simplemente amigos. “Todos ellos son quienes realmente soportan la carga de la misión”, han afirmado a EFE tres militares extremeños que desde hace más de un mes forman parte del contingente español en Iraq.

El cabo primero Gabriel Mateo Balsera, la soldado Alianne Rodríguez Aparicio y el cabo David Ruiz Huertas son tres de los 489 miembros del Ejercito español que conforman el personal extremeño en Iraq, donde España está presente en tres ubicaciones: Besmayah, Camp Taji y Bagdad. Ellos tres están en Besmayah, a unos 30 kilómetros al sureste de Bagdad.

Gracias al trabajo de Arialne Rodríguez, una de las dos mujeres extremeñas en esta misión, la conversación telefónica con EFE es posible, pues trabaja en el Área de Transmisiones y Comunicaciones. De hecho, merced a su buen hacer y al de sus compañeros de sección, los militares españoles puedan hablar diariamente con sus familias, ya sea por teléfono o por vídeo-conferencia.

Natural de Zafra (Badajoz) y con base en Badajoz, esta mujer vive su primera misión en el exterior “con mucha ilusión”. Arropada por sus compañeros y compañeras, Rodríguez se desvive para que esas comunicaciones, entre otras a nivel interno, “funcionen a la perfección”.

Son días de hablar mucho con las familias. En las conversaciones tanto los militares como las familias tratan de trasladar mensajes de “tranquilidad”, de “normalidad”. “Se intenta que las lágrimas no caigan. No podemos dar una apariencia de flojera, pues estaríamos trasladado preocupación”, explica el cabo David Ruiz, de 32 años, natural de Badajoz y perteneciente a la Brigada Extremadura XI.

“Somos militares y este es nuestro trabajo diario, hoy aquí y mañana allá, y a nuestras familias no les queda más remedio que acostumbrarse”, sostiene.

Para Ruiz, adscrito a la Unidad de Seguridad de la base y que también se estrena en misión internacional, las primeras semanas han sido “algo difíciles”, pero “entre todos lo llevamos bien”. “Hay mucho trabajo y estamos muy orgullosos de lo que hacemos”, remarca.

A juicio del cabo primero Balsera, emeritense y de 48 años, en estos días navideños “la familia militar” sustituye en cierta medida a la familia natural. Esta última “lo pasa mal” y “lleva la carga de la misión”. “Creo que la familia lo pasa peor que nosotros”, subraya.

Los tres, así como el resto del contingente español, extrañan a sus familiares, un sentimiento que se acentúa con la llegada de las Navidades. Por ello, en los pocos ratos libres de estos últimos días han decorado las habitaciones, el comedor y algunas zonas comunes con elementos propios de la Navidad.

Mañana, día de Nochebuena, habrá una cena algo especial, con embutidos, canapés y ahumados como entrantes, acompañados de un coctel de vieira, entrecot con patatas y un postre de chocolate. “Se echa de menos el jamón ibérico, el pestorejo y el cava extremeño”, apunta Ruiz.

Sin embargo, su verdadera cena es oír y ver a la familia a través de vídeo-llamadas, recibir postales escritas y remitidas desde centros educativos de Extremadura y sentir el abrazo de la compañera y compañero de misión. Tres extremeños, tres Reyes Magos, orgullosos de su trabajo y de que la sociedad se lo agradezca.