Para quienes no sepan con claridad las funciones de la Asamblea de Extremadura o, incluso, qué es la Asamblea de Extremadura, se trata de una institución que en teoría representa al pueblo extremeño, y tiene encomendada, entre otras, la función legislativa (elaborar las leyes sobre materias de su competencia).
Quizás les llame a engaño el hecho de que la Asamblea de Extremadura no se llama así, sino Parlamento, lo mismo que la Junta de Extremadura no es tal, sino Gobierno de Extremadura. ¿A qué obedece este baile de nombres cuando tanto el Estatuto de Autonomía como el reglamento de la Asamblea las denominan, respectivamente, Asamblea y Junta? En mi opinión, además del escaso respeto que les tienen nuestros gobernantes a la Ley, a la necesidad del actual gobierno regional de imitar con afectación las denominaciones y estructuras de aquellos a quienes considera distinguidos o de una clase más alta, para aparentar ser igual que ellos.
Dicho de otra manera: Se trata de la expresión de un manifiesto complejo de inferioridad del que dimana la imperiosa necesidad de ser reconocidos al mismo nivel que el Gobierno de España. Vamos, paletos redefinidos. Y me pregunto: Si Extremadura tiene un Gobierno ¿no sería lo más coherente denominar gobernador a su presidente? ¿Se imaginan al gobernador de Extremadura corriendo por la dehesa con un chándal verde pistacho a juego con los cordones de las zapatilas? Impagable.
Desde el punto de vista de profesional jurídico, me gusta constatar el exquisito respeto con el que los letrados de la Junta de Extremadura se alejan de los complejos de sus dirigentes y encabezan sus escritos y los firman como lo que legalmente son: letrados de la Junta (no del Gobierno) de Extremadura, con pleno acatamiento al Estatuto de Autonomía y a la ley. Cierto es también, que si lo hicieran como letrados del Gobierno de Extremadura, la parte contraria podría impugnar sus escritos por falta de capacidad y legitimación, ya que el Gobierno de Extremadura, con la Ley en la mano, no existe…y sin la ley tampoco, para que nos vamos a engañar.
Hecho este necesario inciso, retomemos la función legislativa de la Asamblea de Extremadura. Resulta que desde hace casi cuatro años y con excepción de la Ley de Presupuestos que tiene que aprobarse anualmente, a los diputados extremeños se les había olvidado que pueden y deben legislar, de tal manera que en los últimos meses de la legislatura se han puesto a tramitar una docena de normas en tiempo record.
Conviene reseñar, porque lo he vivido en primera persona, que el proceso legislativo se basa habitualmente en el corta y pega de leyes de otras Comunidades Autónomas, con el añadido de alguna aportación del Consejo Consultivo. Por otra parte, la adición de enmiendas de otros grupos parlamentarios, a pesar de que pudieran mejorar el texto definitivo, es algo tan inusual como injustificable, olvidando que ley no pactada, ley derogada: Si se produce un cambio de gobierno en las siguientes elecciones, derogará con toda seguridad aquellas leyes que no recogieron sus enmiendas o sus propuestas.
Deberían saber nuestros políticos, que no lo saben porque están a años luz no ya de la excelencia, sino del conocimiento de nuestra Constitución, que existe un principio que se llama de “seguridad jurídica”: significa que todos, tanto los poderes públicos como los ciudadanos sepan a qué atenerse, lo cual supone por un lado un conocimiento cierto de las leyes vigentes y, por otro, una cierta estabilidad de las normas y de las situaciones que en ella se definen.
Como afirma la doctrina, dos problemas amenazan la seguridad jurídica: la mala técnica normativa y la inestabilidad exagerada del ordenamiento. La solución, menos leyes pero de mayor calidad técnica, y mayor atención a los principios y valores para hacer compatible la estabilidad del ordenamiento con el progreso y el cambio social.
Sin embargo, cuando se desatienden estos principios y se sustituyen por el apretón legislativo que padece la Asamblea de Extremadura en estos últimos meses, solo puede esperarse el mismo resultado que cuando se sufre otro tipo de apretones. Pues eso.