La jura de bandera del muchacho… ¡Ay Macarena!

David Zambrano Barrios

El pasado domingo en Fuente del Maestre (Badajoz) tuvo lugar la celebración de una jura de bandera civil, con beso, paseíllo y banda. Todo muy moderno. Esto, que en sí ya podría erigirse como noticia, parece que no se ha percibido así en muchos sectores de la población fontanesa. Hasta aquí podría ser, incluso, algo normal en nuestros días.

La problemática apareció cuando el reclamo oficial del cartel era una chica: caucásica, de ideales proporciones, según el canon de belleza,  modelo… de quien, además, se ha tomado la imagen sin su consentimiento.

Obviamente, la delegación del gobierno prohibió el cartel por sexista y machista. Lo han cambiado, a medias, pues por las redes ha seguido pululando. Como podréis intuir, todo muy elegante y sencillo. No obstante, la visión oficialista – y los lacayos, pues los hay- defienden la imagen de la mujer y se preguntan, estoica y cínicamente, el porqué de la prohibición; y qué hay de malo en tal acto y en la presencia de la mujer: “con lo guapa que es”. Esto me recuerda, inevitablemente, a cuando invitan a las chicas gratis a la discoteca, o a las consumiciones, solo por serlo, de manera que se convierten en el producto por el que otros pagan. Siglo XXI…

De tal acto poco se puede argumentar a favor o en contra, ya está hecho. Una parte importante del pueblo la siente como vergüenza ajena, como acto obsoleto y que rememora a otros tiempos más triunfalistas en los que solo había una opción que lo pudiera ser; y otra parte de la población la encuentra necesaria y válida, la siente como suya-incluso como suya propia de ellos… No sé si caben ya más posesivos- como si el hecho de ser español se pudiera elegir o le correspondiese solo a dicho segmento social… Ya saben, conceptos del tipo: mi patria, mi bandera, mi país, nuestro orgullo, nuestra España- con una “Ñ” mayúscula, qué digo mayúscula, supina. Ya veis, un uso de la primera persona del singular y del plural y de los determinantes posesivos que sorprende, propio de un banquero/a o de un niño/a. Como el acto en sí mismo, que rezuma puerilidad y opulencia.

Con todo esto, como digo, poco podemos hacer, salvo rescatar una serie de preguntas que – como afirma el poeta- son “las mejores respuestas que puedo darte”:

  • - ¿Por qué este acto en etapa electoral?
  • - ¿Por qué en este momento histórico?
  • - ¿Por qué sacar una discusión que el pueblo no tenía entre sus debates?
  • - ¿Por qué son tan cutres en su manera de publicitar y proceder? ¿Hay voluntariedad?
  • - ¿Es tal la seguridad del alcalde fontanéscon respecto a las elecciones que se permite el lujo de no mantener el decoro y hacer un acto político y público (con lo que implica esta última palabra)?
  • - ¿Es cierto que tenemos los gobernantes que nos merecemos?
  • - ¿Sacará Camela otro disco?
  • - ¿Es el pueblo el culpable de muchas de sus desventuras?

Como digo, muchas preguntas… y una respuesta abrumadora: división tajante en la población de Fuente de Maestre. La gente canta por las esquinas: “y en la jura de bandera del muchacho/ se la dio con los amigos”. Yo me acuerdo del pasodoble de Calle de la mar, de Martínez Ares… Ojalá se viera todo como una broma burda, un tanto macabra, y extemporánea, como la canción. Ojalá todo terminara así, sumido por el silencio de los años y nos dé vergüenza ajena cuando lo veamos con cierta perspectiva histórica. De momento, la sociedad y la canción han caído en desgracia. Esa es nuestra única certeza… Ay, Macarena.