El imán de la mezquita de Badajoz lleva cinco meses retenido en la Franja de Gaza esperando su regreso
Fue hasta la ciudad de Jabaliya, al norte de la Franja de Gaza, para visitar a su madre y su familia. Cruzó en agosto el paso fronterizo de Rafah con Egipto. Allí permanece retenido junto a su mujer y su hija.
Hace ya cinco meses que el imán de la mezquita de Badajoz Adel Najjar intenta sin éxito regresar a Extremadura. Siente que su libertad y la de su familia han sido secuestradas, al igual que otros miles de ciudadanos. Todos permanecen dentro.
“No es un caso particular, es un bloqueo para más de 20.000 viajeros esperando salir, enfermos que aún no han sido atendidos, estudiantes de universidades europeas que han perdido el curso”, comenta.
Adel Najjar es un hombre muy conocido en Extremadura. Lleva 30 años en Badajoz y quienes le conocen destacan no solo su integración en esta ciudad, sino su trabajo incansable en el barrio del Gurugú de Badajoz --donde está la mezquita-- y de toda la margen derecha. En favor de los colectivos más marginales.
La comunidad musulmana de Badajoz recibió de hecho una distinción de la Fundación Pluralismo y Convivencia, como referente a nivel nacional, algo en lo que tuvo mucho que ver el imán.
Adel ya se ha puesto en contacto con el consulado español en Jerusalén, que le respondió vía correo que al haber entrado por un acceso cerrado en la actualidad su salida resulta “casi imposible” por Israel. El proceso, tras cinco meses de espera puede tardar en torno a medio año más, “con la negativa en la mayoría de los casos, aconsejándome esperar que se abra la frontera con Egipto”.
Siente una mezcla de incertidumbre e impotencia. El mismo sentimiento que según comenta sufren sus conciudadanos a diario. Y no de ahora, sino desde hace décadas. “Dos millones de palestinos sin capacidad de movimiento, en el interior de una franja”. Una situación que recuerda que comenzó en 1948, con el “ataque de Israel para un pueblo”.
Pero relata más cosas. Como constantes cortes de luz, falta de gas y un bloqueo que “nos está matando todos los días”. “Me pregunto si los dos millones de habitantes de Gaza tienen el derecho de gozar de los derechos marcados en la declaración universal de los Derechos Humanos”.
En cuanto a la comunidad internacional, critica que más allá de sus muestras de solidaridad, los países deberían de implicarse frente a un bloqueo “por mar, tierra y aire”. Pese a este estado de completo desasosiego no pierde la esperanza de pasar. Y lanza un mensaje a Egipto: “como país hermano”, tiene la esperanza de que abra la frontera pronto.