Reivindicar y visibilizar las voces de las mujeres con distintas nacionalidades de origen que viven en pueblos de Extremadura, en cuyas historias de vida hay situaciones de dificultad, solidaridad y respeto. Es uno de los objetivos que persigue un proceso participativo y comunicacional impulsado por la agrupación ‘Feministas Cooperando’ iniciado en octubre y que este miércoles, 18 de diciembre, con motivo del Día Internacional del Migrante, se quiere mostrar a la sociedad.
En este proceso participan entidades y organizaciones relacionadas con la movilidad humana y las migraciones como la Asociación de Inmigrantes de las Vegas Bajas, Fundación Cepaim y Fundación Ruy López, y otras pertenecientes al Ámbito Estratégico de Feminismos y Desigualdades, del Plan de Cooperación Extremeña: Asociación de Derechos Humanos de Extremadura (ADHEX), Fundación Anas, Asociación Malvaluna, Fundación Mujeres, Mujeres en Zona de Conflicto (MZC),Mensajeros por la Paz y Soguiba, entre otras.
La intención de este proceso es exponer algunos de los desafíos sociales a los que se enfrentan las mujeres migrantes, las desplazadas y las refugiadas del mundo y cómo contribuyen de forma positiva al desarrollo de las zonas rurales de nuestra región.
Alexandrina, Liliam, Mariya y Edgalia Janeth, procedentes de Rumanía, Nicaragua, Ucraniay Venezuela, viven en la actualidad en Montijo y son algunas de las mujeres que están trabajando de forma grupal en el diseño de una campaña de comunicación que da voz a las mujeres rurales de nuestra región desde una perspectiva de movilidad humana.
Cuenta con el apoyo de entidades y personas como la Asociación Extremeña de Comunicación Social (AECOS), Harca Sostenible o la periodista nicaragüense Maryórit Guevara. El resultado de todo este proceso serán diversos artículos periodísticos, espacios radiofónicos, vídeo-creaciones y eventos que verán la luz en el 2020.
Con todo ello, además, se quiere denunciar las injusticias, las violaciones de derechos humanos y las dificultades a las que las mujeres inmigrantes asentadas en los territorios rurales extremeños se enfrentan para el libre ejercicio de su autonomía y derechos.
Coincidiendo con el Día Internacional del Migrante Mariya Bakhovsk, Edgalia Janeth González Malave, Alexandrina Dragosin y Liliam Cabrales relatan sus experiencias y vivencias. Es una ocasión para conocer algo sobre las vidas de estas cuatro vecinas de Montijo, pertenecientes a la Asociación de Inmigrantes de las Vegas Bajas.
“NOS CORRE LA MISMA SANGRE POR LAS VENAS”
En el caso de Alexandrina Dragosin, rumana, llegó a España –como acontece en muchas otras situaciones– en busca de mejores oportunidades. No oculta algunas de las dificultades que se encontró: el idioma, circunstancias por el hecho de ser extranjera o en el acceso a médicos especialistas en el sistema sanitario público.
No obstante percibe que Montijo es un pueblo diverso, multicultural, “con muchas actividades para las mujeres, para los niños, en la biblioteca municipal, con fiestas…”. “Es un pueblo tranquilo con gente buena, respetuosa y acogedora”, asegura.
Tiene claro lo que le diría a una persona racista y xenófoba: “A una persona que discrimina a otra por su nacionalidad u origen le digo que por las venas corre la misma sangre y hacer esas diferencias no es normal.Tenemos que aprender a agradecernos, querernos y no juzgar a nadie porque no sabemos la vida que tiene la otra persona, da igual el color... Todos tenemossentimientos, sufrimos… Y podemos tener una vida juntos, gentes de diferentesnacionalidades”.
MIGRANTE, LESBIANA Y CON CAPACIDADES DIVERSAS
Liliam Cabrales procede del oeste de Nicaragua, de una zona costera y turística, Corinto, y ahora vive también en Montijo, por lo que es “un cambio muy grande, de ver cruceros pasé a ver olivos”.
Se vino de Nicaragua porque no podía expresar sus sentimientos libremente al ser lesbiana, aunque reconoce que “hay una lucha muy grande para que se respeten nuestros derechos, como mujer y como LGTB”.
Algunos problemas detectados donde reside son la poca adecuación del sistema de transporte y el trabajo que en el medio rural “solo está enfocado a la temporada alta, en verano”, y todo esto “nos resulta más difícil a las mujeres discapacitadas”, como es su caso.
Montijo es una localidad que se está volviendo multicultural y diverso, admite, porque hay mujeres y hombres de diferentes nacionalidades; además de feminista, ya que “las mujeres tienen un gran empoderamiento y se están movilizando”. “Montijo es uno de los pueblos más feministas que conozco”, remata.
PARA LUCHAR CONTRA LA DISCRIMINACIÓN: Educación, respeto y empatía
Mariya Bakhovska llegó a España hace diecinueve años y decidió instalarse finalmente en Montijo, “porque aquí hay mejor calidad de vida”. Recuerda que fue muy duro dejar a su familia en Rumanía y llegar a España sin conocer el idioma, las costumbres de aquí. “Con el tiempo me acostumbré a las tradiciones de aquí, a los chistes…”, afirma entre tímidas risas.
“Educación, respeto y empatía” son los ejes, según Mariya, para acabar con las discriminaciones a cualquier persona. “He encontrado en Montijo verdaderos amigos y verdadera familia, por lo que estoy muy contenta de estar aquí”, concluye.
HUIR DE VENEZUELA POR DIVERSAS CAUSAS
El país de Edgalia Janeth González Malaves, Venezuela, vive momentos difíciles, por la economía y la situación política. Eso hace que haya pocas oportunidades: “Me gradué en Educación Especial y estuve trabajando allí pero no me alcanzaba el dinero, con dos niñas…”. Además sufrió violencia de género por parte de su anterior pareja. Por diferentes motivos tuvo que huir de allí.
Ya en España, y en un pueblo como Montijo, admite que hay obstáculos para que las mujeres puedan conseguir un trabajo. Así, indica, “no hay muchas empresas y es complicado trabajar en el sector de la belleza, dando masajes…”, algo que le interesa especialmente.
Galia Janeth se sincera: “No me vine aquí porque quisiera: dejé allí a mi familia, mi mundo… Y no es fácil dejar una vida y llegar a otro lugar, donde no conoces a nadie y tienes que empezar de nuevo. Se sufre mucho”.
Feministas cooperando
A la cabeza de este proceso participativo se encuentra la agrupación ‘Feministas Cooperando’, que se formó en 2017 para sensibilizar a la sociedad civil extremeña sobre temas fundamentales de los derechos humanos de las mujeres y que cuenta con la colaboración de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID).
Con testimonios como los de estas cuatro mujeres se pretenden romper falsos mitos y mostrar “esos pequeños gestos inclusivos que, diariamente, las mujeres del ámbito rural realizan hacia las mujeres migrantes y sus familias, cómo tejen redes y cómo suman a la construcción de nuestra realidad”, explican sus promotoras.
En tiempos como los actuales, y ante la amenaza de olas reaccionarias capaces de implantar recortes de derechos, discriminaciones, desigualdades y discursos de odio, es vital reafirmarnos en la necesidad de vivir en sociedades diversas y abiertas, que brinden oportunidades y aseguren una vida digna a todos los seres humanos, sin importar su origen ni ningún otro rasgo.