Las mujeres aparecen muertas

Alicia Díaz

Nos debéis una respuesta. Han pasado varios meses desde que se aprobó el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, pero además de no estar aplicándose, bien por inacción del Gobierno del PP, por falta presupuestaria o voluntad política, lo que sí es cierto es que en este país siguen asesinando a mujeres, niñas y niños.

En lo que llevamos de año han sido quince las víctimas totales aniquiladas por el terrorismo machista. Un suma y sigue que parece no tener fin, una violencia que prolifera sin decoro ante los ojos de una sociedad que mira impasible y parece normalizar la práctica sádica de los crímenes por cuestión de sexo. En la última comparecencia en la Comisión de Igualdad del Congreso, Dolors Montserrat no especificaba la agenda, ni los planes para implementar el pacto y tampoco confirmó la solicitud de un crédito extraordinario para poder financiar las acciones acordadas en el Congreso por unanimidad el pasado mes de noviembre. 

Durante siglos se ha sometido a las mujeres a una terrorífica manipulación que a día de hoy no ha sido resuelta por el Estado. Millones de mujeres han sido utilizadas con el fin de producir a cambio de nada. El hombre ha podido aprovecharse de la capacidad reproductiva de sus mujeres, porque para ellos han sido, son y serán propiedad. Mujeres a las que no les ha quedado otro remedio que rendirse abnegadamente, obligadas a sacar a media docena de churumbeles adelante con el trabajo de los cuidados y la crianza. 

Mujeres que tuvieron que sacrificar hijos en situaciones de guerra por falta de alimentos, enfermedades y donde se practicaron  miles de infanticidios de los que jamás sabremos nada. Tuvieron que enterrarlos con las mismas manos que fueron arropados nada más nacer y conformarse con lo que sería algo innegociable en cualquier país con algo de decencia. Las mismas mujeres que tuvieron que soportar que dieran a sus maridos por desaparecidos mientras sus cuerpos yacen hacinados hoy en cunetas junto a otros desaparecidos a los que el Estado sigue queriendo no encontrar. Les denegaron las pagas de viudedad por no poder probar el fusilamiento a sangre fría quedando a las familias en situaciones de miseria y nadie se responsabilizó de la criminalidad burocrática. 

Las republicanas eran encarceladas embarazadas y tras dar a luz les quitaban a sus hijos de las manos, más de 300.000 niños que, durante la Guerra Civil Española y la posguerra, fueron robados o tutelados porque sus madres habían muerto a manos del propio ejército franquista. 

Este es el precio que ha tenido que pagar las mujeres en nuestro país y aún en pleno 2018 están siendo asesinadas. Un país que ha vejado a mujeres y a hombres de forma represiva durante décadas tiene la responsabilidad de dar respuesta a esa herencia fascista que sigue pesando como una losa en el conjunto de la sociedad donde las mujeres siguen siendo las máximas afectadas.

Lo tenemos delante con la osadía de algunos partidos políticos como Ciudadanos, intentando legislar sobre los úteros de las mujeres a través de los vientres de alquiler, de la misma forma que lo vemos con la naturalización de la industria prostituyente que consiente que miles de mujeres sean objeto y mercancía al servicio de los hombres bajo la permisividad del Estado. 

Millones de mujeres son víctimas de la precarización de los trabajos feminizados, lo que imposibilita la capacidad de emancipación e independencia. Un ejemplo de un buen trabajo de visibilización ha sido el de las Kellys reivindicando los Derechos de las trabajadoras exigiendo cambios necesarios en el sector del turismo, presionando para que se pueda garantizar la jubilación anticipada y establecer coeficientes reductores por unas pensiones decentes; el reconocimiento de trabajo penoso, al de las enfermedades profesionales directamente relacionadas con el aparato motor y músculo esquelético y el NO a la externalización con la modificación del art . 42 del Estatuto de los Trabajadores para garantizar la igualdad de contratación, o el incremento del número de inspectores laborales en todo el territorio español, entre otras propuestas.

El pasado jueves las Kellys se reunían con Mariano Rajoy, el cual ha prometido “seguir avanzando en la mejora de las condiciones laborales del colectivo” claro ofrecimiento producto del marco que engloba cualquier precampaña electoral. 

Denuncias por Violencia de Género 

Los juzgados españoles recibieron en 2017 166.620 denuncias por violencia machista, un 16,4% que en el año anterior, y el número de mujeres víctimas de esta lacra subió un 17,7% hasta las 158.217, las cifras más altas desde que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) las contabiliza. 

Un año, 2017, en el que el CGPJ destaca el incremento de los menores enjuiciados por violencia de género (que pasó de los 179 de 2016 a los 266, lo que supone un aumento de casi el 50%). 

Cómo respuesta a la masiva respuesta de la convocatoria de la huelga del 8 de marzo, el Partido Popular y Ciudadanos se unió a la proclama reivindicativa de las feministas mal y tarde, impúdicamente se prendían el lazo morado a la solapa, con discursos que fueron modificados a medida que se acercaba el día, incluida la señora Arrimadas, con su perfidia o desconocimiento, defendía la no participación de su partido al tratarse de una huelga anticapitalista, como si alguna huelga fuera lo contrario. 

Los juzgados de familia están repletos de mujeres que tienen que exigir que los mismos hombres que las han maltratado cumplan con los Derechos de Menores a ser alimentados para garantizar que estén cubiertos con las mínimas necesidades básicas. Esos hombres siguen ejerciendo violencia aún después de pedir protección en la justicia, los mismos hombres que han maltratado, golpeado y abusado de sus hijos y que luego solicitan la custodia compartida o, en el caso de los más miserables, pidiendo que directamente le retiren la custodia a esas madres que intenta defender a sus hijos. 

Estos juzgados, a su vez, son los que entregan a los menores a los violentos a través de los regímenes de visitas pese a que las criaturas les digan que no quieren estar con ellos. Menores que desde muy temprana edad son ignorados de forma cruel y tienen que volver a estar con la persona que los ha dañado. De esta manera desconfían de las instituciones y de la justicia, vuelven a entrar en el círculo de violencia incapaces de poder defenderse de lo que el Estado no ha sido capaz de hacer. Ese es el futuro que nos espera si no lo paramos ahora mismo: un futuro de más violencia con adultos machacados en la infancia. 

En este país aparecen las mujeres muertas por todas partes; en las carreteras, en el suelo de la cocina, en los ríos, en mares, en los pozos...

Luego hay quien se queja de la radicalidad del movimiento feminista porque el pasado 8 de marzo cinco millones de mujeres decidieron que no aguantaban más, ahítas de las promesas incumplidas de nuestros gobernantes, cansadas de que sus asuntos no se tomen como máxima prioridad en los debates y ante las cámaras.

Quizá piensen que estoy enfadada, pero si llegado a este punto de la lectura usted no lo está, comprenderá el motivo por el cual las mujeres siguen siendo asesinadas. 

Desde 2003, año en que empezaron a contabilizarse oficialmente, han sido asesinadas más de 1000 mujeres por sus parejas o exparejas. Al movimiento feminista le corresponde denunciar los crímenes machistas, ahora es el Estado el que tiene que saldar la deuda y dar respuestas.