Extremadura pierde jóvenes. Nos pierde físicamente (más de dos mil salidas oficiales al año, probablemente el doble si contáramos a los que no cambian el padrón). Pero también nos pierde psicológicamente. Más de 20.000 jóvenes llevan más de un año buscando trabajo... y eso tiene un coste elevado para la autoestima, proyecto vital, confianza social... y democracia.
Una juventud precarizada es la antesala de una ciudadanía precaria. En pocos años la economía será insostenible: ¿es posible invertir más del 70% de los ingresos de los salarios al pago de pensiones? Esto podemos deducir que pasará en 2025, desde datos de la ONU, si no hay un verdadero cambio de estrategia política hacia jóvenes.
¿Que suben las contrataciones? Al tiempo baja la tasa de actividad, se abandonan los servicios de empleo, se dispara la subocupación (trabajar menos horas de las necesarias para ingresar lo suficiente con que cubrir necesidades vitales) y crece la temporalidad hasta superar el 98%.
Más de la mitad de los contratos para jóvenes no duran ni un año. Todo esto son datos oficiales sobre Extremadura recogidos en el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España. Según el Informe FOESSA, ser joven en Extremadura conlleva un riesgo de exclusión social de aproximadamente el 40%. Solo por ser joven... y lo que implica.
Trabajar ya no garantiza los ingresos necesarios para las necesidades básicas. Otras investigaciones científicas han demostrado que las personas jóvenes pagan más impuestos de los que les corresponden según su capacidad económica, en comparación al resto de población adulta: nuestro sistema tributario ignora en la práctica a nuestro colectivo y nuestra situación socioeconómica inevitable. He escuchado decir a representantes públicos como respuesta a esto que estemos “tranquilos... la juventud se cura con el tiempo”. Puede, pero la precariedad se está haciendo crónica. Y además esa frase es una absoluta falta de respeto: ¿nos ofrecen la paciencia como solución a una situación deliberadamente injusta? Me parece intolerable. Hay razones objetivas para pensar que no somos más que una anécdota en los asuntos públicos.
Llevamos ya ocho años de crisis económica declarada, y no es difícil imaginar otra prórroga. Ocho años es la vida laboral completa de una persona de unos 30 años. Hay quienes no han podido desarrollar su proyecto de vida fuera del periodo de crisis. Estar en paro mucho tiempo reduce encima tus ingresos futuros, la natalidad, la cotización social... no sólo afecta al presente. Quienes ahora tienen algún salario (solo el 33% de jóvenes), reciben una media de 830 euros mensuales, y bajando. ¿Qué fue de aquella gente mileurista? Presente y futuro como si no existiéramos. ¿Alguien olvidó que la juventud es necesaria? No sólo somos el futuro, si no la parte del presente que puede desde ahora cambiar algo.
¿Por qué me atrevo a decir que esto es deliberado? Porque no es inevitable ni accidental. Tenemos el resultado de una forma de hacer las cosas que podría (y debería) ser distinta. España pierde según la UE cerca de 20.000 millones de euros anuales por culpa del paro juvenil. Y la solución se busca con unos 2.000 millones para seis años. Eso es falta de compromiso. Que Europa invierta más en vacas que en jóvenes es falta de compromiso. Que con el dinero nuevo se hagan medidas viejas es falta de compromiso. Que se mienta diciendo que se cuenta con las organizaciones de jóvenes es falta de compromiso. Pero además es falta de inteligencia política.
¿Hay esperanza de que esto mejore? Por supuesto que sí. Si no creyera que hay argumentos para ello me iría a mi casa y abandonaría el CJEx. La falta de compromiso público se corregirá con más y mejor democracia. En eso andamos, por eso existe desde hace 30 años el CJEx, con nuestros fallos y aciertos. Pero esperamos que los agentes políticos, de todos los colores, se tomen más en serio que existimos y nos necesitan. Falta diálogo y sobran monólogos. Sobran fotos y falta autocrítica. No somos un objetivo de marketing, somos sociedad civil capaz de organizarnos para cogestionar y codecidir. Como dice el Consejo de la Juventud de España: el presente y el futuro será de la juventud, o no será.