Por qué Olivenza es extremeña, española

Olivenza es española, por tanto extremeña, desde que en 1801 y tras la Guerra de las Naranjas que Portugal perdió con España, se firmó en junio y tras apenas 18 días de combates el Tratado de Badajoz por el que la plaza oliventina, arrebatada por las tropas españolas a las lusas, se quedaría en manos de la Corona hispánica pero no así otras entre ellas Portalegre, Campomayor o Castelo de Vide que fueron devueltas.

Días atrás, en un lugar tan significativo para ello como es Estremoz, por la razón de que fue la última sede histórica del regimiento militar portugués Dragones de Olivenza, que tras la pérdida de esa plaza anduvo errante durante décadas por varias localidades lusas cercanas a la frontera, el ministro de Defensa del vecino país, Nuno Melo, fue preguntado por un periodista sobre la pertenencia jurídica de Olivenza a una u otra nación.

Melo, que ya en su época de europarlamentario por el partido de derechas CSD-PP realizó también iniciativas a favor de la “devolución” de la localidad oliventina, volvió a reclamarlo alegando la razón jurídica del tratado de Alcañices entre los reinos de Castilla y Portugal que en el siglo XIII (1297) acordó las fronteras y dejó Olivenza, que habia sido fundada previamente por el reino de León, dentro de los límites lusos.

Nuevos ríos de textos digitales, además de los clásicos de tinta en periódicos de papel, ha traído este último episodio de una polémica cada vez más apagada y de la que el propio ministro Melo tuvo que zafarse políticamente al día siguiente señalando que era una opinión a título personal, que no vinculaba al Gobierno de Luis Montenegro, y que por tanto se había equivocado al formularla en un acto oficial como ministro visitando el Regimiento de Caballería 3 de Estremoz.

Si bien es cierto que hace 727 años por el tratado firmado en la localidad zamorana de Alcañices, Olivenza quedó dentro de los límites fronterizos de Portugal, un tratado bastante más reciente, el de Badajoz de 1801, firmado también por ambas partes, asignó a España tanto esa villa extremeña como otra en la provincia pacense que es Táliga.

Por tales acuerdos y de hecho la frontera se movía hacia el oeste y quedaba marcada por el río Guadiana.

En cambio tras esa Guerra de las Naranjas, mantenida por la rivalidad de fondo con Inglaterra, en la que Francia era aliada de España pero cuyos soldados se mantuvieron en retaguardia y no entraron en territorio luso, la monarquía de Carlos IV y su gobierno encabezado por el extremeño Manuel Godoy, sí restituyeron al vecino país otras plazas tomadas en la breve contienda como Arronches, Castelo de Vide, Barbacena, Campomayor, Juromeña, Portalegre y Ouguela.

Las aspiraciones lusas de recuperar Olivenza invocando antiguos derechos de tratado, y la firma del de Badajoz, no impidieron al reino luso romper este último al restablecer en 1805 la alianza militar con Inglaterra aprovechando la debilidad de la entente franco-española que perdió en 1805 contra Trafalgar la conocida batalla naval.

En la conferencia de paz de Viena, 1815, y tras la derrota de la Francia de Napoleón, se estableció la conveniencia de mediante negociaciones realizar la restitucíón de Olivenza a soberanía lusa, algo que quedó definitivamente descartado -España previamente ya no tenía intención alguna de volver a mover la frontera hacia el este del Guadiana- cuando en 1816 tropas portuguesas ocuparon desde Brasil los territorios españoles de Misiones Orientales en el actual Uruguay, que nunca fueron devueltos a la Monarquía hispánica.

La posterior conferencia internacional de París 1817-1819 por eso ya ni entró a considerar la cuestión oliventina.