“Lo peor es no saber cuándo voy a salir”

Dos ataques en los últimos meses, el más reciente, hace algo más de una semana, con niños entre las víctimas mortales. Cortes de luz diarios de ocho horas. Miles de familias que perdieron el hogar durante los bombardeos de 2014 -la última guerra que han sufrido- y que no pueden volver a levantar sus casas porque todavía hay control sobre el material de construcción que entra y porque el precio del cemento es muy elevado, mucho más caro que en España.

Dolor y tristeza en la calle, pero también ganas de salir adelante. Es la imagen que nos traslada desde Gaza AdelNajjar, imán de la mezquita de Badajoz y portavoz de la Unión de Comunidades Islámicas de Extremadura.

Adel lleva ya siete meses retenido en esta ciudad (la más importante de toda la Franja), en la que él nació y vivió antes de venir a España, y en la que aún están sus cuatro hermanos y su madre de 84 años, a la que hacía cinco que no veía.

Precisamente fue ella quien motivó su visita, pero Adel, junto a su mujer y su hija, tenían previsto quedarse dos meses y volver a Badajoz. “El mismo día que llegué a Gaza fui a apuntarme en la lista para poder salir y todavía estoy a la espera de que abran las fronteras”.

Desde Extremadura se han llevado a cabo gestiones para intentar solucionar la situación del imán de Badajoz. El director general de Cooperación Internacional, Ángel Calle, solicitó a través del departamento de Asuntos Exteriores de la delegación del Gobierno acceder a la embajada de España en Israel. Recuperar Badajoz (Podemos) presentó una iniciativa al Pleno del Ayuntamiento -que aprobaron todos los partidos- para instar a la Junta y al Ministerio de Exteriores que mediaran en la vuelta del imán a la ciudad. Y el alcalde pacense, Francisco Javier Fragoso, aseguró que trataría de establecer contacto con el embajador israelí en España.

Adel agradece todo el apoyo que, afirma, está recibiendo de la Comunidad. “Ahora me siento mucho más cerca de los extremeños”, subraya. De momento, la única informaciónde que dispone es que el Ministerio de Asuntos Exteriores ha contactado con el presidente de la Comisión Islámica de España para pedir su documentación y tratar de acelerar su vuelta. “Pero aún sigo sin saber cuándo podré volver a casa, no hay una fecha ni siquiera aproximada”.

El imán de Badajoz es un vecino muy conocido y querido del Gurugú, donde su mezquita hace también las veces de centro social. De hecho, su comunidad recibió un premio de la Fundación Pluralismo y Convivencia. Este palestino con pasaporte español lleva casi 30 años en la capital pacense y es voz más en la lucha por mejorar la Margen Derecha.

Ahora permanece bloqueado en su tierra natal y muestra su rechazo absoluto a la situación en que se encuentra Gaza: “Hay muchas familias que se quedaron en la calle y que viven en colegios. Hay cortes diarios de luz, de gas… Viví muchos años aquí antes de irme a España y venía varias veces de visita, y nunca he visto Gaza como está ahora. Todo es muy difícil, no hay trabajo, y quien trabaja cobra la mitad del sueldo porque no hay dinero. Gaza no puede aguantar más. En estos mesesha habido dos bombardeos, pero han sido en zonas alejadas de la mía, sólo he escuchado las sirenas. Pero la gente me dice que eso no es nada en comparación con la terrible guerra de 2014, donde murieron más de dos mil personas”.

“Lo que sufrimos realmente es el bloqueo por parte de Israel -continua su relato Adel-, quien nos corta la luz, el gas, quien nos ocupa, es Israel. Aquí el que entra, no sale, porque cierran las fronteras. Atrapados como yo hay 20.000 personas, y algunas con situaciones muy complicadas: personas enfermas, estudiantes no pueden realizar su curso, trabajadores que han perdido su permiso de trabajo en el extranjero, mujeres que vinieron a ver a sus familias y han dejado a su marido y sus hijos en el país donde ahora residen…”.

Adel entró en Gaza a través de Egipto y es por este paso fronterizo por dónde tiene la esperanza de volver a salir. “En estos siete meses sólo se ha abierto dos veces y en total han sido cinco días. Cada día Egipto acepta sólo seis autobuses, unas 800 personas, de manera que es muy difícil salir. Es necesario que el paso abra ocho jornadas seguidas para poder hacerlo”.

“Lo que pido a la comunidad internacional es que se rompa el bloqueo sobre Gaza. Yo no estoy defendiendo a ninguna fuerza, es simplemente una cuestión moral. Es un derecho legítimo que tengamos libertad de movimiento”, insiste.

Este palestino cuenta la cara más amarga de lo que ahora mismo le rodea, pero también quiere destacar otras facetas de su ciudad natal: “Hemos sabido adaptarnos a todo desde 1948, cuando sufrimos la primera ocupación israelí”. “Gaza es la costa, la playa, la gente amable que se ayuda, la esperanza, la alegría… Es una ciudad bonita, tiene parques (como el de la foto) que me recuerdan a Badajoz”, añade.

Su hija de seis años ha empezado a ir allí a una escuela pública, “de manera que va aprender a leer y a escribir muy bien el árabe”. “Y lo mejor es que ha podido conocer a toda la familia”.

A pesar de su situación, Adel transmite mucha serenidad al hablar. “Me ayuda mucho la fe, me hace tener esperanza en que las cosas van a cambiar”, dice. Asegura que trata de no perder la paciencia, aunque reconoce que está muy cansado. “Lo peor es no saber cuándo voy a poder salir”.