“Nos hemos equivocado en la designación del Comité de expertos…”. Estas o similares palabras han sido las pronunciadas en la comparecencia realizada por los alcaldes de Don Benito y Villanueva de la Serena ante los medios de comunicación, cuando se ha anunciado que los nombres propuestos por el Comité para la unión de ambas ciudades eran rechazados. No he sabido cómo interpretar dicha afirmación: si se refería a la propia creación de un Comité de expertos, si se hacía mención de la composición de la misma (catorce miembros) o (descarto esta última hipótesis) si se entraba en la índole o capacidad de cada uno de los miembros. Mucho menos quiero pensar que el nombramiento de un “Comité de expertos” haya sido un desplazamiento de responsabilidades a un órgano ajeno al ámbito de la política. Sea como fuere, el caso es que la sorpresa y el rechazo populares a los nombres propuestos han sido masivos; ante ello, los alcaldes de ambos municipios han decidido, a las veinticuatro horas tan solo, desestimar las propuestas hechas por el Comité.
Acepté formar parte de ese Comité, de forma totalmente altruista (como el resto de sus miembros), convencido de poder ser útil, aunque escéptico ante el número, en mi opinión, elevado de componentes del mismo. No voy a revelar ningún secreto del desarrollo de las sesiones. Ahí están las actas de cada una de ellas, que son las que expresan fielmente lo que ha sucedido: intervenciones, propuestas, resoluciones de la presidencia, votaciones y acuerdos. Ahí está todo, para que quien esté legitimado para hacerlo pueda consultarlas y sacar las conclusiones pertinentes.
Nunca pasó por mi imaginación que, desde el Comité, se pudiese hacer una propuesta, con visos de aceptación popular, de espaldas a la opinión de los ciudadanos. Por ello, en los inicios de la andadura del Comité, planteé habilitar un portal web de audiencia pública, bajo la responsabilidad del propio Comité, durante tres o cuatro semanas, para que el vecindario de ambas ciudades manifestase sus preferencias. Estaba, y sigo estando, convencido de que, en la elección del nombre identificativo de la nueva ciudad, los ciudadanos tenían que mostrar sus opciones y preferencias. Por supuesto, el resultado de la consulta no sería de obligado seguimiento por parte del Comité, autónomo e independiente en todo momento.
Como tampoco llegué a comprender, en su momento, la razón de ser del párrafo aprobado por los Plenos de los Ayuntamientos, que dice textualmente “los nuevos nombres deben ser diferentes y diferenciadores de las actuales denominaciones y deben buscar elementos comunes de arraigo que representen a los vecinos de ambas localidades”, ya que ello podría suponer un rompimiento con una marca ya institucionalizada desde hace años y, desde luego, era interpretado por algunos miembros del Comité como una restricción real en la presentación de las propuestas, al coartar en cierta medida la libertad y autonomía en la expresión de sus preferencias.
No voy a desvelar los argumentos dados para el rechazo de la propuesta realizada por mí, sin desvelar, aún en ese momento, mis opciones y, desde luego, convencido, de que su aprobación allanaría el camino al Comité. Quizás las propuestas finales hubieran sido otras, porque saber la opinión de los ciudadanos, pensaba yo, nos podría haber ayudado en la confección de las propuestas, uniendo los conocimientos teóricos con el parecer de la población. Y tener claro el sentir de los Plenos y la explicación de la decisión nos hubiera ahorrado, sin duda, horas de reunión y alguna que otra discusión.
Pero lo pasado, pasado está. En mi caso, siento que se ha perdido la oportunidad de hacer las cosas de otra manera, no sé si mejor o peor. La realidad es que, una vez más, desgraciadamente, la ilusión despertada en la mayoría y el aplauso casi unánime de la ciudadanía española se está tornando en sorpresa y, en momentos, en decepción, cuando no en motivo de chirigota. Y eso me duele, no solo como extremeño y dombenitense, sino también como miembro de un Comité, que, desde luego, no merece el insulto y la desconsideración recibidos, ni tampoco un juicio unívoco por parte de los ciudadanos.
*César Chaparro Gómez
Miembro del Comité de Expertos para el nombre Don Benito- Villanueva de la Serena