Algo más de dos meses y medio de intenso trabajo con la difícil tarea de buscar el nombre de la nueva ciudad de Extremadura tras la unión de Don Benito y Villanueva de la Serena ha desembocado en la primera grieta de esa fusión, que los alcaldes se han apresurado a taponar. Ni Concordia del Guadiana ni Mestas del Guadiana gustaron a los vecinos ni a los políticos, ni a los empresarios. Pero el presidente del comité de expertos que propuso esos topónimos, Julio Carmona, el encargado de dar la cara desde que se dieron a conocer las propuestas, defiende el trabajo de los 14 profesionales y lamenta las reacciones extremas, y algunas agresivas, de quienes se manifestaron en contra.
¿Habían pensando en algún momento que las propuestas que entregaron tuvieran este rechazo casi generalizado entre los villanovenses y los dombenitenses?
Nosotros siempre hemos sabido que las propuestas que hiciéramos iban a crear algunas discrepancias. Posiblemente cualquier nombre las hubiera tenido. Pero, sinceramente, una contestación tan mayoritaria no la barajábamos porque, si hubiésemos pensado que íbamos a tener esta respuesta, a lo mejor habríamos buscado otras posibilidades.
¿Los alcaldes trasladaron ese rechazo ciudadano a la comisión cuando les comunicaron que Concordia y Mestas serían descartadas?
Cuando hablo de contestación mayoritaria a nuestras propuestas, lo hago a partir de lo que nos transmiten los alcaldes. Ellos consideran que hay un rechazo muy mayoritario, aunque tampoco ha habido una consulta sobre qué piensa o qué hace cada uno. Imagino que habrán hecho consultas a título individual o en los medios de comunicación como el suyo. Pero sí, la impresión es esa: hay una opinión mayoritaria en contra y entonces las corporaciones han tomado las decisiones que han estimado convenientes.
De todos modos, me gustaría aclarar que la comisión se ajustó a los acuerdos de los plenos y a las manifestaciones públicas y privadas de los alcaldes. Es decir, hemos jugado con unas reglas que estaban marcadas en las que se nos pedía que los nombres debían ser diferentes y diferenciadores de los actuales. También se nos trasladó que las propuestas no podían contener los nombres actuales ni una combinación por más que alguien quiera buscar explicaciones filológicas. Por último, esos nuevos topónimos tenían que considerar aspectos comunes en relación a la historia, la geografía, la economía, la sociedad y la cultura.
100 días de trabajo para elaborar sus propuestas y en menos de 48 horas han sido descartadas. ¿Cree que si los nombres hubieran estado más en la calle los vecinos se habrían acostumbrado y habrían conocido mejor los motivos de por qué esas denominaciones y no otras?
Claro, los momentos iniciales siempre son difíciles. Todo lo que es nuevo, extraño, diferente nos produce cierto rechazo inicial. Pero entiendo que la reacción de las corporaciones municipales en este caso está movida por su carácter de representantes políticos que necesitan dar respuestas a unas demandas sociales. Ellos consideran que esta demanda exige una inmediatez y así hay que respetarlo y no puede ser de otra manera.
Pero ha habido reacciones excesivas a los nombres y contra el comité de expertos
Esas reacciones extremas de las personas que se manifestaron el otro día no lo fueron tanto por los nombres como por el proceso de fusión. Además, en algunos momentos lo hicieron de una forma agresiva desde el punto de vista verbal, no física, porque al fin y al cabo estuvieron la Policía Local y Nacional para evitarlo. Pero fíjese que estaban convocados desde días antes de saber si se iban a hacer público los nombres y con una cacerolada. Por ello no vinculo directamente aquellas expresiones con nuestras propuestas, sino con la negación al proceso de fusión. Pero que conste que la manifestación de la discrepancia me parece legítima, pero no me lo parece que se haga de una forma agresiva verbalmente. Eso es inaceptable desde todo punto.
Concordia y Mestas se convirtieron enseguida en tendencia nacional en las redes sociales y algunas opiniones expertas valoraron que estos topónimos tenían mucha historia pero poco futuro porque no se han planteado como una marca o como un proyecto nuevo que desea posicionarse y crecer. ¿Cree ahora que ha faltado ese punto de vista?
Yo no soy especialista en ese área, pero lo que tenemos que reconocer es que estos nombres están funcionando desde el punto de vista del marketing, aunque sea en negativo. Muchas veces lo importante es que se hable del tema y la repercusión ha sido enorme. A lo mejor si hubiéramos propuesto, por ejemplo, Nexia, no se entera ni dios. Pero bueno, ¿que adolecen las propuestas de ese punto de vista? Pues posiblemente. Yo acepto la opinión de personas expertas y si consideran que no es idóneo desde el punto de vista de la marca y la publicidad, ellos tienen una opinión más fundamentada que la mía. Pero nosotros no somos los responsables de la comisión, a nosotros nos han creado y nos dijeron: estos son los nombres de las personas que vais a formar parte de ella. Si hubieran sido personas de otras especialidades, bienvenida sea, más enriquecedor. Pero hemos jugado con lo que nos han dado.
En los apenas dos días desde que entrega sus propuestas a los alcaldes hasta que estos las descartan, ¿ha habido algo que le haya dolido?
Dolerme no. Me hubiera gustado que los nombres que hemos propuesto hubiesen sido mejor acogidos, que la ciudadanía lo hubiese entendido mejor. Yo creo que tampoco ha dado tiempo ni siquiera a conocer los argumentos porque no se ha respondido a los nombres que, a lo mejor, estaba esperando una parte de esa ciudadanía. Pero eso no me produce dolor. Hemos trabajado y creo que lo hemos hecho de forma honesta, de forma absolutamente altruista, aunque en las redes sociales digan que hemos cobrado. No hemos cobrado ni un céntimo y a algunos les ha costado dinero con el kilometraje que han tenido que hacer.