Hace mucho frío en Badajoz para estar en la calle, con temperaturas bajo cero. Pero esto no ha sido un obstáculo para que tres madres mantengan una protesta indefinida en la calle.
Están instaladas noche y día junto al acceso que da entrada a la exclusiva urbanización donde habita el presidente de la Junta de Extremadura. La historia de esta madres es desgarradora, víctimas del desempleo y los desahucios, sin ingresos, en los tres casos a la espera de cobrar la ansiada renta básica. Y en el caso de una de ellas, incluso los malos tratos. Reclaman ‘pan, trabajo y techo’.
Cuando comienzan las heladas de la noche se meten dentro de un coche que les han prestado, para refugiarse y pegar alguna ‘cabezada’. Por un lado, tienen a los muros ocres que las separan de los chalés donde vive José Antonio Monago, y por el otro un descampado de árboles y maleza.
Isabel fue la primera de las mujeres que inició la protesta, hace ahora 9 días. A ella se han unido días más tarde Juliana y Jennifer. Dos de ellas han sido desahuciadas de la vivienda de alquiler –particular—donde vivían, siguen a la espera de cobrar la renta básica y literalmente están en la calle, con lo puesto. Las pocas pertenencias que conservan las tienen repartidas en casas de amigos y familiares. La tercera es una joven madre a la que ya le ha llegado la orden de desahucio en la vivienda social en la que vive, y teme verse de inmediato en la misma situación que sus otras dos compañeras.
Su historia es como la de otras muchas extremeñas, consecuencia del desempleo, de la falta de oportunidades, e incluso de la mala suerte. Pero a estas madres les queda lo más importante según destacan: “la dignidad de reclamar algo que es un derecho constitucional, el derecho a techo”.
“Mientras más días pasan, más convencidas estamos de nuestra protesta”
Isabel, Juliana y Jenny no se quitan el abrigo en todo el día y aguantan las inclemencias con el mejor humor. El frío cala hasta lo más adentro tras permanecer a pies quietos más de cinco minutos. “Hay momento que es descomunal”, según confiesan. Están muy nerviosas, inquietas de hecho, porque tienen a su cargo a sus hijos, de los que se han alejado desde que comenzaron la protesta. Además, por la angustia de encontrar cuanto antes una solución.
A pesar de todo no les falla la sonrisa, ni tampoco los ánimos. Las tres han encontrado entre ellas mismas una compañera en la que apoyarse. “Y lo mejor de todo, que cuantos más días pasan, más convencidas estamos de nuestra lucha, más unidas y más enteras. De aquí, no nos echa nadie hasta que nos den una solución. Por nuestros hijos, por nuestra dignidad”.
Apoyo de movimientos y partidos
Este es el panorama de estas tres mujeres, que no paran de recibir visitas de vecinos de alrededor, incluidos algunos de los vecinos de Monago, pero también de activistas de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas, Campamentos Dignidad y Redes Cristianas, entre otros. A ellos se han unido representantes de PSOE, Podemos, Equo e IU.
Desde los Campamentos Dignidad de Extremadura han llamado a la sociedad extremeña a apoyar la lucha que mantienen estas tres familias y a participar en las acciones que se vayan convocando. En primer lugar han acordado en asamblea la convocatoria de una Marcha de Solidaridad desde Badajoz ciudad hasta la puerta de Monago que se realizará el día 3 de febrero.
“Sillas, mesas y lonas, fuera de aquí”
Aunque se trata de una zona casi intransitable, alejada del tráfico y la ciudad, la policía les ha instado, según explican, a que no pernocten en la acera, e incluso en el acampado. Tampoco han podido hacer uso de una estufa de butano con la que se calentaban. Ni mantener arrancado el coche para calentarse.
Enviaron el sábado pasado una grúa municipal para intentar llevarse una mesa, tres sillas, los sacos de dormir y las mantas. Y este martes, cuando un grupo numeroso de organizaciones ha ido a manifestar su solidaridad, “han dado orden a la policía para que advirtiese de que no se podían reunir más de 20 personas en apoyo de Isabel, Juliana y Jenny, pues sería considerado concentración y se verían obligados a disolverla”. Esta actitud “contrasta con la de la ciudadanía de Badajoz y de Extremadura” que está manifestando de mil maneras distintas su apoyo, según ponen de manifiesto los Campamentos Dignidad.