Arsénico, alquitrán, amoniaco, butano, cianuro de hidrógeno y nicotina. Son algunos de los componentes que absorben las boquillas de los cigarrillos, y que acaban en el suelo. Abandonadas con ese gesto tan ‘inocente’ de tirarlas, sin más.
Como animal de costumbre, el hombre es capaz de fumar y no recoger las colillas. En el campo no son recogidas y se incorporan al hábitat. Se acumulan con demasiada facilidad en aquellos espacios más transitados, que acaban siendo un ‘gran cenicero’ para turistas y lugareños.
Así lo constataron un grupo de voluntarios que participó el pasado año en la Escuela de Verano del Instituto de la Juventud durante una recogida de filtros en una garganta natural cercana a Cuacos de Yuste. En menos de media hora habían llenado tres garrafas de cinco litros. Solo con colillas.
Esto llevó al equipo del Centro de Educación Ambiental de Cuacos de Yuste a preparar una campaña informativa bajo el lema ‘No solo el fumar mata, las colillas también’. El objetivo es informar y concienciar con trípticos a turistas y lugareños del grave impacto que tiene sobre la naturaleza tirar colillas.
No se trata de un problema aislado de La Vera. José Luis Montero, coordinador del centro de educación ambiental, pone de manifiesto que una visita a cualquiera de las hermosas piscinas naturales que alberga Extremadura permite detectar al instante decenas de boquillas abandonadas a su suerte.
Puede que la tiremos en una esquina, a los pies de un camino en el campo, pero con el paso del tiempo estos elementos se incorporan al medio ambiente. Aunque la boquilla se disuelva sus componentes permanecen hasta 50 años en el territorio donde han sido liberados.
El tríptico del Centro de Educación Ambiental explica que las colillas han sido encontradas en los estómagos de animales, que pueden ser cogidas por niños. Pone de manifiesto que el 50 por ciento de los cigarrillos se fuman en España en la calle, y que hasta el 60 por ciento acaba en el suelo.
Apunta igualmente que el filtro o colilla se hace de material fibroso (acetato de celulosa). No es biodegradable, y un solo filtro contiene al menos 15.000 fibras de acetato de celulosa que proviene del petróleo, más pegamento y sales.
El filtro existe para absorber y acumular los componentes del tabaco entre los que se encuentran químicos “súmamente nocivos”. Las colillas arrastradas por el agua de lluvia pueden contaminar hasta el manto freático.