Los que quieran el domingo votar a Podemos en las elecciones municipales ¿qué nombre tienen que elegir? ¿Los de Ganemos en la candidatura autonómica son los mismos Ganemos en las municipales? Los escindidos de IU, frente Sosa-Jubete, ¿qué siglas han elegido? ¿Se presentan también a la Asamblea de Extremadura? ¿Qué papeleta tienen que coger los que quieran votar comunistas? ¿Socialdemócratas, liberales…? ¿Qué tienen que elegir los que quieran derecha, más derecha o derecha extrema? ¿Cuál es la papeleta que tienen que coger los que deseen regionalistas? ¿Cómo se presentan los restos de IU, subsector centro relativista de Pedro Escobar? ¿Quiénes son los de “Hacemos Extremadura? ¿Quién está detrás de ”Adelante Extremadura? ¿Y los de Pacma?... Una auténtica Torre de Babel.
La sopa de letras que han montado unos y otros puede propiciar que a la izquierda vayan muchos despistados de la derecha y que a la derecha arriben desconcertados de la izquierda, incapaces de localizar en medio de semejante patatal a la opción preferida. Y si es difícil saber el “quién es quién” en este soperío, tampoco resulta fácil identificar candidatos con nombres, siglas y colores, porque algunos, sintiéndose más prestigiosos que la marca de origen, han cambiado el color, la música, el nombre y hasta el ademán, levantando el puño y dejando en el ropero la corbata de seda para coger el polo y las zapatillas de mercadillo. Sugiero que para la próxima ocasión se presenten con el nombre de “Partido Guay”.
¿Están tontos o están tontos? Están tontos porque el respetable, debajo del vestido de seda, sigue identificando a la mona. Pero continuemos con un análisis simplista. ¿Qué es lo que pretenden las formaciones de nuevo cuño? Sobre el papel, romper un bipartidismo que con sus divisiones y subdivisiones van a fomentar, porque el carajal de siglas que han montado, con una ley electoral que prima a las mayorías, acabará engrosando el voto de los partidos hegemónicos, PSOE y PP. El 5% establecido para poder acceder al reparto de escaños, puede resultar un escollo insalvable para muchos y esos porcentaje perdidos confluyen finalmente en las grandes formaciones. Puede darse la paradoja de que los antibipartidismos acaben salvando el bipartidismo. Es buen momento para fijarse en el careto de cada cual y pasar facturas por actitudes y comportamientos, sin olvidar que los chulescos y matones, si son respaldados, serán más matones y chulescos.
Tanto amago de ruptura con “el pasado” va a quedar en el parto de los montes y el cambio será poco perceptible, pasando de tres a cuatro partidos los que logren representación en las autonómicas y municipales. La gran novedad es que, por segunda vez consecutiva, no se vislumbran mayorías absolutas y eso forzará muchos acuerdos. En la Asamblea de Extremadura ya convivieron cinco formaciones y eso no impidió al mayoritario hacer de su capa un sayo. Tres partidos (cuatro con los regionalistas) hemos tenido en esta legislatura que mañana concluye a efectos prácticos y, a pesar de gobernar en minoría, Monago no ha tenido dificultades para comportarse como si gozara de la mayoría absoluta porque, a la hora de la verdad, a sus 32 diputados se sumaron los tres de IU, expertos en ponerse de perfil. En el último tramo incluso contó con los dos regionalistas, separados del grupo socialista.
La suerte está echada y, como suele ocurrir, el domingo iremos a votar sin conocer los programas electorales, porque el electorado sabe que sólo sirven para cubrir el expediente. Que cada cual vote lo que considere oportuno, con el corazón o con las tripas, que en eso consiste la democracia. ¿Un día para votar y cuatro años para lamentarse? Es el momento de evitarlo.