El pueblo portugués de Alpedrinha ha celebrado estos días el Festival Internacional de la Trashumancia, que sirve para revivir las tradiciones pastoriles que antaño compartían españoles y portugueses en la península Ibérica.
Se trata de una fiesta muy singular donde el folclore, la artesanía pastoril, la gastronomía y las labores ganaderas son exaltadas para recordar que fueron el motor de desarrollo en zonas portuguesas como la Sierra de la Gardunha o la Sierra Estrela, próximas a Extremadura o Castilla y León.
Extremadura también ha estado representada a través del Ayuntamiento cacereño de Malpartida.
Carmen Domínguez, responsable del Centro de Información de Vías Pecuarias de Malpartida, dijo a Efe que llevan trabajando muchos años con esta zona portuguesa de Fundao, ya que “la trashumancia ha unido ambos territorios y son muchas las tradiciones que se comparten”.
Paulo Fernandes, alcalde de Fundao -municipio al que pertenece la freguesía de Alpedrinha, 35 kilómetros al norte de Castelo Branco -, ha explicado que la importancia de la actividad pastoril ha sido muy relevante en esta zona “ya que en la comarca de Fundao hay un total de 44 queserías”.
A partir de la leche que se obtiene de las ovejas y las cabras que pastorean por las sierras de estos parajes portugueses próximos al norte de Cáceres y al sur de Salamanca se elaboran una media de cinco millones de quesos al año.
Una producción que viaja por todo el mundo, aunque sus principales consumidores son los portugueses y los españoles.
Los oficios ligados a la actividad pastoril también son escenificados esos días, tales como la elaboración artesanal de cencerros, badajos o, incluso, instrumentos musicales.
Varios artesanos muestran en vivo cómo se confeccionan los típicos bombos lusos, elaborados con piel de oveja, lo que hace que tengan un sonido característico.
Los cientos de visitantes que estos días llenaron las calles de Alpedrinha también han podido presenciar en directo la elaboración de los “adufes”, instrumentos musicales que en España se denominan panderos y que tienen su origen en la montaña leonesa.
Este instrumento pone de manifiesto la divulgación cultural que aportó la trashumancia en toda la península Ibérica, ya que gracias a ella ambos países comparten tradiciones como la de tocar el pandero, un tambor cuadrado fabricado con piel de cabra que suelen tocar las mujeres con las manos o con la ayuda de una porra.
La gastronomía es otro de los valores que se ha preservado en toda la franja fronteriza -de norte a sur- de España y Portugal.
Del botillo al buche
El ejemplo más evidente es el del botillo, un embutido típico de León donde se embuten en la tripa del intestino ciego del cerdo los trozos de carne adheridos al hueso, para luego curarlos al aire libre o con la ayuda del humo de la chimenea.
Este mismo manjar se conoce en Portugal con el nombre de “bucho” y en tierras extremeñas con el de “buche”.
En este festival internacional, donde son constantes los desfiles callejeros de ranchos folclóricos lusos, también se ha dado a conocer una raza de perro muy apropiada para el pastoreo, denominada “can de la estrela”, ya que es originario de la Sierra de Estrela.
Según explicó Pedro Silva, criador portugués de esta raza, “es la raza de perro más extendida en Portugal, por sus enormes habilidades para cuidar de un rebaño” y el precio de un cachorro ronda los 500 euros.
Para esta edición, el Ayuntamiento de Fundao, organizador del festival, decidió invitar a la región del País Vasco, que estos días (el festival terminó el domingo) ha mostrado su cultura pastoril, donde sobresale el típico queso que elaboran bajo el marchamo de “Idiazábal”, una de las denominaciones de origen de queso más consumidas en España.