Si a usted le gusta echarse al monte para coger setas ya puede ir buscando una cesta con cinco kilos de capacidad para la temporada que viene. Es la cantidad que los aficionados a esta práctica podrán cargar por día cuando el Gobierno de Extremadura empiece a regular la recolección.
Se trata de una medida en la que la Consejería de Agricultura está trabajando junto con la Sociedad Micológica Extremeña, los consejos asesores Forestal y de Medio Ambiente y los municipios con montes de utilidad pública en zonas seteras. El proceso se encuentra en estos momentos en fase de consulta previa y el paso siguiente será someter el borrador a información pública, de manera que lo más probable es que entre en vigor no este otoño sino el que viene.
El objetivo que se persigue es poner orden a la recogida indiscriminada y evitar abusos en el medio natural. La fórmula con la que se pretende conseguir es mediante la expedición de licencias, una Recreativa que no permitirá pasar de los cinco kilos y otra Intensiva que autorizará la recogida de hasta 40 por jornada si su destino es la comercialización.
El dinero que se recaude por estos carnés se utilizará para pagar el gasto que genere el control de esta actividad, según se ha indicado desde el Gobex.
Es la novedad con la que se encontrarán en 2015 quienes quieran recoger setas en Extremadura, una actividad que viene creciendo en los últimos años y a la que se ha decidido poner control.
“El incremento de la afición, la crisis económica y la presencia de temporeros en la recolección hacen necesaria esta regulación. Estamos por la recogida de setas pero de una manera civilizada, comedida en cuanto a la cantidad y utilizando prácticas que no dañen los micelios de los hongos. Apoyamos por tanto una regulación ágil y sin excesiva burocratización que distinga entre la normativa que afecta al simple aficionado y al que recoge setas para su comercialización, que sea más económica para los primeros y más costosa para quienes vayan a trabajar con más cantidades”, indica Ramón González, presidente de la Sociedad Micológica Extremeña.
Hasta ahora solamente algunos ayuntamientos de la provincia de Cáceres ponen límite a esa recogida. El borrador que se está consensuando recoge una regulación básica que las unificará.
Complemento a la economía doméstica
Son varios los factores que animan cada vez a más gente a salir en busca de setas. Por una parte está la labor de divulgación que están llevando a cabo las sociedades micológicas y los propios medios de comunicación, por otra el hecho de que se dedique de más tiempo de ocio para el desarrollo de aficiones y, también, el papel que la gastronomía ha concedido a las setas.
La crisis se encuentra incluso entre ellos, porque ha impulsado la recolección como manera con la que contribuir a la economía doméstica.
Esta actividad exige una prudencia que no siempre se tiene en cuenta, de ahí que no pase un año en el que no haya que lamentar intoxicaciones de más o menos gravedad.
La recomendación de los especialistas a este respecto es clara: si hay duda no comer.
“Ir dominando las especies es algo que requiere tiempo, por lo que hay que acompañarse de algún experto que ayude con esta tarea. Hay que pensar que estamos jugando con fuego y es normal que haya accidentes, igual que cuando conducimos, tiramos cohetes o escalamos una montaña. De ahí la necesidad de ir muy despacio y tomar todo tipo de precauciones”.
Cesta sí, plástico no
Uno de los fallos más habituales es utilizar bolsas de plástico para meter las setas. Craso error porque se trata de un material que impide su esporulación y además las recuece, haciendo que pierdan sus propiedades. Lo mejor, por tanto, es la cesta de toda la vida “que permite que esa esporulación vaya cayendo en el suelo y pueda desarrollarse dando nuevos micelios”.
Tampoco hay que coger las que sean demasiado jóvenes o las que estén demasiado maduras.
A la hora de sentarse a la mesa, no pasarse comiéndolas porque pueden resultar indigestas. La cantidad adecuada son 250 gramos por semana como máximo.
Coger setas no es un riesgo, el peligro viene por su ingesta. El problema puede estar en que de por sí sean venenosas o que sin serlo desarrollen bacterias, hongos o parásitos por una conservación o transporte inadecuados que puedan dañar el organismo.
Puede, incluso, que tengan concentración de metales pesados como cadmio, mercurio o plomo, de ahí que haya que evitar las que se encuentran en cunetas de carreteras o en zonas de vertidos y basuras.
En Extremadura las que producen efectos más perniciosos son las Amanitas Phaloides, Lepiotas de pequeño tamaño, algunos Clitocybes o el Agaricus Xantoderma. Mejor quedarse con los Boletus, las Amanitas Cesárea y Ponderosa, el Lactarius Deliciosus o el Tricholoma Portentosum para evitar problemas.
Si una vez que las ha ingerido se siente mal, no dude en acudir al médico lo antes posible porque no son pocos los cuadros graves de intoxicación que se han desarrollado precisamente por tardar en ponerse en manos de los profesionales de la salud.