La colonia Iulia Augusta Emerita vive días de incertidumbre. Su fundador, el emperador Octavio Augusto, ha muerto y su hijo adoptivo, Tiberio, ha cogido las rienda del Imperio Romano. El luto por el primero se entremezcla con la incertidumbre de los años venideros... todo ello en pleno siglo XXI.
Aquella Emérita fue creada para acoger a los soldados licenciados (retirados/emeritus) de las legiones V (Alaudae) y X (Gemina), dos pilares del ejercito romano durante las Guerras Cántabras.
La actual Mérida, orgullosa de su pasado histórico y del legado arquitectónico y cultural que dejaron aquellos soldados, “rememora estos días lo que fueron aquellos días”. Si el pasado año la ciudad recordó a Octavio Augusto, cuya imagen y figura impregna rincones y rotondas, ahora es el turno de Tiberio.
Mérida no necesita decorados para esta tematización. El Puente Romano, el Templo de Diana, El Pórtico del Foro, La Alcazaba, el Teatro y la Casa del Mitreo son lugares emblemáticos y con el poder suficiente para viajar en el tiempo.
Lo único que podría faltar son los extras y los figurantes, pero tampoco es problema, pues son muchos los emeritenses que estos días visten togas, túnicas u ócreas (resguardos metálicos). Su arraigo con la historia les empuja a participar activamente, aunque también hay que decir que quienes visten como antaño tienen descuentos en algunos comercios y hasta entrada libre a espacios culturales.
“¡Viva el nuevo emperador”, gritan los ciudadanos al conocer la noticia de la llegada de este último a la cima de Roma. Eméritos, matronas, gladiadores, esclavos, alfareros y sacerdotisas dan vida a la sexta edición de “Emerita Lúdica”, un programa de actividades que, organizado por el Consorcio Ciudad Monumental de Mérida, permite al visitante conocer cómo eran aquellos años.
De hecho, son numerosas las escenas que la ciudad ofrece para ponerse en la piel de quienes la habitaron. “¡Ya llega, ya llega la Legión V y la Cohorte I Celtiberae por el Puente romano”, avisa un niño en las inmediaciones de la Alcazaba.
Los soldados cruzan el río a ritmo de tambores y los asistentes a tan magno espectáculo sacan fotos, se quedan con la boca abierta y aplauden. La misma estampa tiene lugar en el Templo de Diana, lugar de encuentro de la Legión X y sitio elegido para presentar a los gladiadores que lucharán en el Anfiteatro.
Los soldados entrenan en La Alcazaba para mejorar su destreza con el pugio (daga), la spatha (espada), el contus (pica) y el “hasta” (lanza), y preparan en campamentos improvisados sus maniobras para una futura batalla.
No faltan las ofrendas, especialmente a la diosa Ceres, la protectora de la agricultura; ni las danzas -el Rapto de Proserpina- y mucho menos las luchas de gladiadores.
El apogeo de la celebración se producirá a última hora de esta tarde con el encendido del fuego sagrado y en la que recintos como el Museo Nacional de Arte Romano permanecerán abiertos hasta las dos de la madrugada para quienes vistan de romanos.
Para dar más empaque a esta fantástica película -que ya quisiera haber dirigido Mervyn LeRoy-, la Orquesta de Extremadura ofrece un concierto con temas musicales del séptimo arte. Olvídense de las palomitas y el refresco, pues Extremadura ofrece buenos caldos y mejores viandas para asistir a esta cita con la historia.
“Viva Tiberio”, exclaman las masas.