Numerosos pueblos y comarcas han puesto los recursos naturales en el epicentro de su desarrollo integral, y el paisaje, las aves o los viejos y recuperados caminos han pasado a ser el eje vertebrador del crecimiento en el mundo rural.
Conscientes del creciente interés por esos recursos naturales, de que España es uno de los países con más biodiversidad, y del “déficit de naturaleza” que ocasionan los hábitos urbanitas y tecnológicos, administraciones y empresas tratan de rentabilizar esas potencialidades y una tendencia que va mucho más allá del concepto tradicional de “turismo rural”.
Entre las asociaciones que están poniendo el acento en ese elemento diferenciador, en el hecho de que España suma muchos de los mejores lugares del mundo para contemplar y fotografiar aves, están los grupos de desarrollo rural, que durante los últimos treinta años han tejido una auténtica red que vela por los intereses de los pueblos, por fijar su población y por dinamizar sus economías.
Y para avanzar en ese ansiado desarrollo rural sostenible, equilibrado, que contribuya a generar empleo y a fijar la población, esas asociaciones han incorporado los recursos naturales a sus planes integrales, y han convertido esos recursos, sobre todo las aves, en el eje transversal del desarrollo.
Así lo han entendido por ejemplo en la comarca cacereña de Miajadas-Trujillo, donde las aves han pasado a formar parte de todas las estrategias de desarrollo y su presencia se ha convertido en el nexo que aglutina otros aspectos socio económicos, como la agricultura y la ganadería de calidad, el turismo sostenible o la conservación de espacios.
Manuel García, gerente de la Asociación para el Desarrollo de la Comarca de Miajadas-Trujillo, ha subrayado que la naturaleza es “el recurso fundamental del que debemos tirar para crecer en los pueblos”. Señala que en esta comarca han apostado por la biodiversidad como “seña de identidad del territorio”, y se ha mostrado convencido de que la agricultura, la ganadería o los productos de calidad de cualquier comarca están “muy unidas” a la variedad de espacios naturales que hay en ese territorio y de que éstos añaden valor a cualquier otro producto.
Esta comarca, muy próxima al Parque Nacional de Monfragüe y salpicada por varios espacios -tres Zonas de Especial Conservación y 8 Zonas de Especial Protección para las Aves- que se han incluido en la red europea Natura 2000, es un paraíso para la observación de las aves, y de hecho numerosos establecimientos hoteleros están regentados por expertos ornitólogos y se han especializado en un servicio personalizado para ese tipo de turistas.
Se trata sobre todo de una comarca que se extiende por más de 2.000 kilómetros cuadrados, que forma un gran tapiz en el que se suceden algunos de los ecosistemas y paisajes más representativos de la península ibérica: los embalses, las llanuras esteparias, las dehesas, los regadíos, el monte mediterráneo, los bosques de ribera y las áreas urbanas convertidas también en reservorios de biodiversidad.
A los recursos turísticos más tradicionales y arraigados -el patrimonio cultural, histórico y artístico- la comarca de Miajadas-Trujillo suma ahora numerosos puntos y rutas de interés ornitológico, lo que ha propiciado la creación de nuevos puestos de trabajo y el surgimiento de nuevas empresas que atienden esa demanda.
El británico Martin Kelsey, quien se ha instalado en esta comarca y ha puesto en marcha una empresa especializada en la atención al creciente número de clientes interesado en la naturaleza y en las aves, ha destacado el “alto perfil” que tienen varias comunidades españolas a nivel internacional como destino para el turismo ornitológico. Kelsey ha explicado que varias aplicaciones tecnológicas, internet y publicaciones especializadas citan varias comarcas españolas como lugares privilegiados en el mundo para la contemplación de las aves, y ha observado además que se trata de turistas con un nivel adquisitivo.
Como el resto del turismo en España, el de naturaleza afronta el reto de la “desestacionalización”, aunque en este caso la demanda se concentra sobre todo en la primavera, y el reto de que esos recursos naturales sean apreciados y valorados en España como ya lo son en otros lugares del mundo; muchos pueblos han asumido ese reto.